Llegamos al fin del
año litúrgico y la Iglesia nos presenta el final esperado de la historia: la
manifestación de Cristo Rey. El año se transforma así en una gran metáfora del
camino que hace la humanidad hasta encontrarse con su verdadero destino: un
mundo en donde reine la paz y el amor, porque reina el Señor.
Palabra del Señor.
En español, la alocución de
Benedicto XVI previa al rezo del Angelus, domingo 25-11-2012 (Cristo Rey)
LECTURA
Dn 7,
13-14
Lectura
de la profecía de Daniel.
Yo estaba mirando, en las visiones
nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre; Él
avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta él. Y le fue dado el
dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y
lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será
destruido.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal
92, 1-2. 5
¡Reina el Señor, revestido de majestad!
¡Reina el Señor,
revestido de majestad!
El Señor se ha
revestido de majestad,
se ha ceñido de
poder.
El mundo está
firmemente establecido:
¡no se moverá
jamás!
Tu trono está firme desde siempre,
Tú existes desde la
eternidad.
Tus testimonios,
Señor, son dignos de fe,
la santidad embellece tu Casa
a lo largo de los
tiempos.
PRIMERA
LECTURA
Apoc
1, 5-8
Lectura
del libro del Apocalipsis.
Jesucristo es el "Testigo fiel, el
Primero que resucitó de entre los muertos, el Rey de los reyes de la
tierra". Él nos ama y nos liberó de nuestros pecados, por medio de su
sangre, e hizo de nosotros un Reino sacerdotal para Dios, su Padre. ¡A él sea
la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén. Él viene sobre las
nubes y todos lo verán, aun aquéllos que lo habían traspasado. Por él se
golpearán el pecho todas las razas de la tierra. Sí, así será. Amén. Yo soy el
Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que viene, el
Todopoderoso.
Palabra de Dios.
Aleluya. ¡Bendito
el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito sea el Reino que ya viene, el Reino
de nuestro padre David! Aleluya.
EVANGELIO
Jn
18, 33b-37
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Pilato llamó a Jesús y le preguntó:
"¿Eres tú el rey de los judíos?". Jesús le respondió: "¿Dices
esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?". Pilato replicó:
"¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han
puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?". Jesús respondió: "Mi
realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a
mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero
mi realeza no es de aquí". Pilato le dijo: "¿Entonces tú eres
rey?". Jesús respondió: "Tú lo dices: Yo soy rey. Para esto he nacido
y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad,
escucha mi voz".
En español, la alocución de
Benedicto XVI previa al rezo del Angelus, domingo 25-11-2012 (Cristo Rey)
Hoy la Iglesia celebra a Nuestro Señor
Jesucristo Rey del Universo. Esta solemnidad se coloca al término del año
litúrgico y resume el misterio de Jesús «primogénito de los muertos y dominador
de todos los poderosos de la tierra» (Oración Colecta Año B), ensanchando
nuestra mirada hacia la plena realización del Reino de Dios, cuando Dios será
todo en todos (Cfr. 1 Co 15, 28).
San Cirilo de Jerusalén afirma: «Nosotros
anunciamos no sólo la primera venida de Cristo, sino también una segunda mucho
más bella que la primera. La primera, en efecto, fue una manifestación de
padecimiento, la segunda trae la diadema de la realeza divina; en la primera
fue sometido a la humillación de la cruz, en la segunda está rodeado y
glorificado por una multitud de ángeles » (Catequesis XV,1 Illuminandorum, De secundo Christi
adventu: PG 33, 869 A).
Toda la misión de Jesús y el contenido de
su mensaje consisten en anunciar el Reino de Dios y actuarlo en medio de los
hombres con signos y prodigios. «Pero – como recuerda el Concilio Vaticano II –
ante todo el Reino se manifiesta en la misma persona de Cristo» (Constitución
dogmática Lumen
gentium, 5), que lo ha instaurado mediante su muerte en la cruz y
su resurrección, con la que se ha manifestado cual Señor y Mesías y Sacerdote eterno.
Este Reino de Cristo ha sido encomendado a la Iglesia, que es su «germen» e
«inicio» y tiene el deber de anunciarlo y difundirlo entre todas las gentes,
con la fuerza del Espíritu Santo (Cfr. ibíd.). Al término del tiempo
establecido, el Señor entregará a Dios Padre el Reino y le presentará a todos
los que han vivido según el mandamiento del amor.
Queridos amigos, todos nosotros estamos
llamados a prolongar la obra salvífica de Dios convirtiéndonos al Evangelios,
poniéndonos con decisión al servicio de aquel Rey que no ha venido para ser
servido sino para servir y dar testimonio de la verdad (Cfr. Mc 10, 45; Jn 18,37).
En esta perspectiva invito a todos a orar
por los seis nuevos Cardenales que he creado ayer, a fin de que el Espíritu
Santo los refuerce en la fe y en la caridad y los colme con sus dones, de modo
que vivan su nueva responsabilidad como una entrega ulterior a Cristo y a su
Reino.
Estos nuevos miembros del Colegio
Cardenalicio representan bien la dimensión universal de la Iglesia: son Pastores
de Iglesias en El Líbano, en la India, en Nigeria, en Colombia, en Filipinas y,
uno de ellos, está desde hace mucho tiempo, al servicio de la Santa Sede.
Invoquemos la protección de María
Santísima sobre cada uno de ellos y sobre los fieles encomendadnos a su
servicio. Que la Virgen nos ayude a todos a vivir el tiempo presente en espera
del regreso del Señor, pidiendo con fuerza a Dios: «Venga tu Reino», y
cumpliendo esas obras de luz que nos acerca cada vez más al Cielo, concientes
de que, en las atormentadas vicisitudes de la historia, Dios sigue construyendo
su Reino de amor.
Fuente:
Publicado con el permiso de San Pablo y Ecclesia Digital
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