Lidón, Raquel y Jeremías,
alumnos del Colegio donde trabajo, realizaron con mucha alegría la experiencia
de participar de la JMJ 2013 en Brasil, junto a jóvenes de todo el mundo que,
como ellos, fueron con la ilusión de vivir días de verdadero encuentro con
Cristo y con la Iglesia, aquella en la que ponemos nuestra esperanza, porque de
los jóvenes depende el futuro de la humanidad.
Al volver, Lidón me regaló
un rosario bendecido por el Papa, dejándome una importante tarea a cumplir: la
oración.
Lidón Piquer Sales. 2° Año B. Secundaria Básica.
«Lo que más me llegó y me
gustó de la Jornada fue el encuentro cercano a Jesucristo por medio del Papa,
sus hechos y palabras.
Veo primero, antes que
nada, que el Señor me quiere, con mis defectos y mis pecados y me ha permitido
viajar a mi y a mi familia a Río de Janeiro, ya que no hemos sido nosotros los
que lo hemos pagado sino que nos lo han regalado unas personas.
Me gustó ver a toda
aquella gente esperando el encuentro con Jesucristo, con toda esta juventud. Se
puede ver una Iglesia viva, alegre y con esperanza para evangelizar.
El Papa nos ha invitado a
anunciar el Evangelio, que no es ningún cuento sino que el Evangelio está
presente en la vida diaria del cristiano.
También nos invita a
amarnos los unos a los otros, pero sobre todo al enemigo, ya que si queremos a
alguien que ya queremos ¿de qué sirve amar?
Amar y evangelizar es la
meta del cristiano.»
Lidón
Raquel Piquer Sales. 4° Año E. Secundaria Superior.
«La JMJ fue una
experiencia inolvidable, que siempre quedará en mi corazón, como la Virgen
María, y como nos enseñaron en la Joenada.
En todo el transcurso de
la Jornada pude ver a Dios en la oración, en la naturaleza y en las personas
que me rodean.
La Vigilia con el Papa fue
impresionante, no sólo por lo concreto que fue con los jóvenes sino, ver a
tantos jóvenes unidos con un mismo espíritu. Me encantaría ir a la siguiente
JMJ para volver a repetir el mismo encuentro con Él.
Pero el Papa fue muy claro
y nos transmitió que esto que hemos vivido lo tenemos que vivir en nuestra vida
cada día. Agradezco que pude ir a la Jornada y encontrarme con Él porque si
hubiese sido por mis propias fuerzas no hubiera ido (por la situación económica
de mi familia). También agradezco que pude ir con mis hermanas.
Lo único que sale dentro
de mí es poder agradecer a Dios por todo lo que me regala en mi vida.»
Raquel
Jeremías Villalba. 6° Año S. Secundaria Superior.
«Haber vivido la JMJ en Río
de Janeiro fue algo único, algo inimaginable, algo que superó las expectativas
para todos, y por mucho. No tenía ni idea de cómo se vivía una Jornada Mundial
de la Juventud, pero bastaron dos días de estar allí para darme cuenta de lo
que de verdad era. Gente de los cinco continentes que se encontraba en cada
rincón de la ciudad, cantando, sacándose fotos, hablando, compartiendo cosas,
era algo que yo no me imaginaba ver, pero se terminó convirtiendo en algo
totalmente normal para los últimos días.
Empezamos el primer día recorriendo la ciudad
y poco a poco la gente que iba a participar de la JMJ circulaba por Río de
Janeiro cada vez en mayor medida. Los días fueron pasando y todo colapsó de
peregrinos, provenientes de los lugares más inimaginables. Cada vez se veía por
las calles más y más personas.
Claramente todos estábamos por un motivo: por
Jesucristo, y por el Papa. Eso se pudo sentir y notar a cada momento. El cariño por el Papa, las canciones, los ratos de oración,
las excursiones, el trato con la gente, todo era de Dios. No puede ser de otra
forma.
Una de las cosas que más me
impresionó, sin dudas, fue el
intercambio cultural con los católicos todas las partes del mundo. Este tema,
el intercambio, era lo que le daba a toda la Jornada un “toque” especial. En cualquier momento, en cualquier lugar de Río
de Janeiro, había grupos de jóvenes caminando con la bandera de su país en alto
con los que rápidamente te ponías a charlar, sacar fotos, cantar, etc. Y así te
podías poner a conversar y a charlar con gente de otros lugares, con total
naturalidad, como si fueras un conocido de toda la vida.
El sábado y el domingo
fueron los días más impresionantes, en donde más de tres millones de personas
pasamos la noche allí esperando la misa de envío con el Papa el domingo por la
mañana. Las palabras del Papa fueron muy
directas y se podían entender como un llamado a vivir realmente como verdaderos
católicos, y no a serlo de “pura facha”.
Personalmente, la Jornada
Mundial fue una experiencia que nunca voy a olvidar, fue un regalo de Dios que
no esperaba. Uno tiene la teoría de que la Iglesia es universal, pero cuando
vemos, vivimos y sentimos eso en nuestra piel nuestro amor por la Iglesia crece
más. Somos millones los que queremos estar cerca de Dios, desde África, de
Europa, de Oceanía, de Asia y de América.
Haber vivido una semana así, no tiene comparación con nada. Fue haber
descubierto lo que es la Iglesia, lo que es la fe puesta en práctica. Si
tendría que resumir con una palabra o frase lo que yo descubrí y viví allí,
estando tan cerca del Papa, sería: “La Iglesia está viva”.
Después de haber vivido una
semana muy intensa junto con el Papa y toda la Iglesia, llegó el momento de que
cada uno volviera para su país a cumplir lo que el Papa Francisco nos pidió a
todos: “Vayan, sin miedo, para servir”. »
Jeremías
Jeremías
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