Es divino ser
diferentes
Jesús
va a un pueblo para visitar a dos hermanas, al parecer amigas de familia, que
lo reciben y lo tratan como a un huésped importante y apreciado. Las dos se
dedican totalmente a él. Cada una a su manera. El Señor, contrariamente a su
costumbre, llega solo y el evangelio nos relata el encuentro íntimo de los
tres, sin milagros ni enseñanzas de por medio, con diálogos que manifiestan
confianza y libertadfamiliar para expresarse hasta el reproche. Marta, quien
hace las veces de dueña de casa, está muy atareada en agasajar al huésped.
María está embelesada escuchándolo. El reproche entre las hermanas nos
muestra el grado de cercanía que tienen con Jesús. No se habla de esa manera
frente a un extraño. Jesús acepta la hospitalidad activa de Marta y la
actitud de escucha de María. No le reprocha a Marta por las tareas que está
haciendo, sino por su pretensión de que María también sea como ella. tampoco
dice que lo que hace es malo o no es necesario. al contrario, podemos imaginar
que la escena termina con la comida familiar y los sabrosos comentarios de los
tres. El Señor las quiere a las dos, pero no iguales, sino diferentes, a cada
una tal como es. Sucede en nuestros días que hay grupos que pretenden que
todos los católicos o cristianos seamos iguales... otros que afirman tener la
mejor espiritualidad y quieren imponerla, comunidades que aspiran a aplicar su modo
de ver y pensar la vida cristiana... Que las celebraciones sean todas de un
cierto modo... Que no se lean libros de ciertos autores y espiritualidades...
Hay demasiados celos que no vienen de Dios. Con este evangelio aprendemos que
el Señor no hace distinción de grupos, culturas, sexo, maneras de ver e
inter- pretar las situaciones... Pero sí queda claro que lo que debe
distinguir a los que quieren seguirlo es la escucha y práctica de su Palabra
sin comparaciones con los hermanos.
P.
Aderico Dolzani, ssp.
PRIMERA
LECTURA
Gn
18, 1-10ª
Lectura
del libro del Génesis.
El
Señor se apareció a Abraham junto al encinar de Mamré, mientras él estaba
sentado a la entrada de su carpa, a la hora de más calor. Alzando los ojos,
divisó a tres hombres que estaban parados cerca de él. Apenas los vio, corrió a
su encuentro desde la entrada de la carpa y se inclinó hasta el suelo,
diciendo: "Señor mío, si quieres hacerme un favor, te ruego que no pases
de largo delante de tu servidor. Yo haré que les traigan un poco de agua.
Lávense los pies y descansen a la sombra del árbol. Mientras tanto, iré a
buscar un trozo de pan, para que ustedes reparen sus fuerzas antes de seguir
adelante. ¡Por algo han pasado junto a su servidor!". Ellos respondieron:
"Está bien. Puedes hacer lo que dijiste". Abraham fue rápidamente a
la carpa donde estaba Sara y le dijo: "¡Pronto! Toma tres medidas de la
mejor harina, amásalas y prepara unas tortas". Después fue corriendo hasta
el corral, eligió un ternero tierno y bien cebado, y lo entregó a su sirviente,
que de inmediato se puso a prepararlo. Luego tomó cuajada, leche y el ternero
ya preparado, y se los sirvió. Mientras comían, él se quedó de pie al lado de
ellos, debajo del árbol. Ellos le preguntaron: "¿Dónde está Sara, tu
mujer?". "Ahí en la carpa", les respondió. Entonces uno de ellos
le dijo: "Volveré a verte sin falta en el año entrante, y para ese
entonces Sara habrá tenido un hijo".
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal
14, 2-5
Señor,
¿quién entrará en tu Casa?
El
que procede rectamente
y practica la justicia;
el que dice la verdad de corazón
y no calumnia con su lengua.
El
que no hace mal a su prójimo
ni agravia a su vecino,
el que no estima a quien
Dios reprueba
y honra a los que temen al Señor.
El
que no se retracta de lo que juró
aunque salga perjudicado.
El que no presta su
dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que procede así, nunca
vacilará.
SEGUNDA
LECTURA
Col
1, 24-28
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Colosas.
Hermanos:
Me alegro de poder sufrir por ustedes, y completo en mi carne lo que falta a
los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia. En
efecto, yo fui constituido ministro de la Iglesia, porque, de acuerdo con el
plan divino, he sido encargado de llevar a su plenitud entre ustedes la Palabra
de Dios, el misterio que estuvo oculto desde toda la eternidad y que ahora Dios
quiso manifestar a sus santos. A ellos les ha revelado cuánta riqueza y gloria
contiene para los paganos este misterio, que es Cristo entre ustedes, la
esperanza de la gloria. Nosotros anunciamos a Cristo, exhortando a todos los
hombres e instruyéndolos en la verdadera sabiduría, a fin de que todos alcancen
su madurez en Cristo.
Palabra
de Dios.
EVANGELIO
Lc
10, 38-42
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús
entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su
palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a
Jesús: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el
trabajo? Dile que me ayude". Pero el Señor le respondió: "Marta,
Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, una sola cosa
es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada".
Palabra
del Señor.
PAPA
FRANCISCO
ÁNGELUS
Plaza
de San Pedro
Domingo 21 de julio de 2013
Queridos hermanos y
hermanas, ¡buenos días!
También este domingo continúa la
lectura del décimo capítulo del evangelista Lucas. El pasaje de hoy es el de
Marta y María. ¿Quiénes son estas dos mujeres? Marta y María, hermanas de
Lázaro, son parientes y fieles discípulas del Señor, que vivían en Betania. San
Lucas las describe de este modo: María, a los pies de Jesús, «escuchaba su
palabra», mientras que Marta estaba ocupada en muchos servicios (cf. Lc 10,
39-40). Ambas ofrecen acogida al Señor que está de paso, pero lo hacen de modo
diverso. María se pone a los pies de Jesús, en escucha, Marta en cambio se deja
absorber por las cosas que hay que preparar, y está tan ocupada que se dirige a
Jesús diciendo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para
servir? Dile que me eche una mano» (v. 40). Y Jesús le responde reprendiéndola
con dulzura: «Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo
una es necesaria» (v. 41).