lunes, 24 de octubre de 2011

5 de octubre. Santa María Faustina Kowalska


“Ni las gracias ni las revelaciones, ni los éxtasis, 
ni ningún otro don concedido al alma la hacen perfecta, 
sino la comunión interior del alma con Dios.  (…)  
Mi santidad y perfección consisten 
en una estrecha unión de mi voluntad 
con la voluntad de Dios”  (Diario, 1107).




Introducción del diario de Santa Faustina: 
La Divina Misericordia en mi alma

      1. Santa María Faustina Kowalskaapóstol de la divina Misericordia, conocida actualmente en el mundo entero, ha sido incluida por los teólogos entre los destacados místicos de la Iglesia.
      Nació como la tercera hija entre diez hermanos de una pobre y piadosa familia campesina de la aldea de Glogowiec.  En el santo bautizo, celebrado en la iglesia parroquial de Swinice Warckie, se le impuso el nombre de Elena.  Desde pequeña se destacó por la piedad, el amor a la oración, la laboriosidad y la obediencia, y por una gran sensibilidad ante la pobreza humana.  Su educación escolar no duró ni siquiera tres años:  al cumplir 14 años abandonó la casa familiar para trabajar de sirviente en Aleksandrów y Lodz, y mantenerse a sí misma y ayudar a sus padres.
      Ya desde los 7 años Elena sintió en su alma el llamado a la vida religiosa (dos años antes de recibir la Primera Comunión), pero sus padres no le dieron el permiso para que entrara en el convento.  Ante la negativa, la niña intentó apagar dentro de sí el llamado de Dios; sin embargo, apresurada por la visión de Cristo sufriente y las palabras de reproche:  “¿Hasta cuándo Me harás sufrir, hasta cuándo Me engañarás?” (Diario, 9) empezó a buscar ser aceptada en algún convento.  Pero donde llamaba la despedían.  Finalmente, el 1 de agosto de 1925, pasó el umbral de la clausura de la casa de la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, en la calle Zytnia, en Varsovia.  En su Diario confesó:  “Me pareció que entré en la vida del paraíso.  De mi corazón brotó una sola oración, la de acción de gracias” (Diario, 17).
      Unas semanas después sintió una fuerte tentación de trasladarse a otro convento donde pudiera tener más tiempo para rezar.  Entonces, el Señor Jesús, enseñándole su faz desgarrada y martirizada, dijo: “Tú Me causarás un dolor semejante, si sales de esta Congregación.  Te he llamado aquí y no a otro lugar, y te tengo preparadas muchas gracias” (Diario, 19). 
      En la Congregación recibió el nombre de Sor María Faustina.  El noviciado lo pasó en Cracovia, donde en presencia del obispo St. Respond hizo los primeros votos y cinco años después los votos perpetuos de castidad, pobreza y obediencia.  Trabajó en distintas casas de la Congregación.  Pasó los períodos más largos en Cracovia, Plock y Vilna trabajando como cocinera, jardinera, y portera.
      Para quien la observara desde fuera nada hubiera delatado su extraordinaria y rica vida mística.  Cumplía sus deberes con fervor, observaba fielmente todas las reglas del convento, era recogida y piadosa, pero a la vez natural, alegre, llena de amor benévolo y desinteresado al prójimo. 
      Toda su vida se concentraba en caminar con constancia a la cada vez más plena unión con Dios y en una abnegada colaboración con Jesús en la obra de la salvación de las almas.  “Jesús mío – confesó en el Diario – Tú sabes que desde los años más tempranos deseaba ser una gran santa, es decir, deseaba amarte con un amor tan grande como ninguna alma Te amó hasta ahora” (Diario 1372). 
      El Diario revela la profundidad de su vida espiritual.  Una lectura atente de estos escritos permite conocer un alto grado de unión de su alma con Dios, permite conocer hasta qué punto Dios se entregó a su alma y evidencia también sus esfuerzos y combates en el camino hacia la perfección cristiana.  El Señor la colmó de muchas gracias extraordinarias:  los dones de contemplación y de profundo conocimiento del misterio de la Divina Misericordia, visiones, revelaciones, estigmas ocultos, los dones de profecía, de leer en las almas humanas, y de desposorios místicos.  Colmada de tantas gracias, escribió:  “Ni las gracias ni las revelaciones, ni los éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hacen perfecta, sino la comunión interior del alma con Dios.  (…)  Mi santidad y perfección consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios”  (Diario, 1107).
      El austero modo de vida y los agotadores ayunos que practicaba desde antes de entrar en el convento, debilitaron tanto su organismo que siendo postulante, fue enviada al balneario de Skolimów, cerca de Varsovia, para recuperar la salud.  Tras el primer año de noviciado, le vinieron experiencias místicas sumamente dolorosas; las de la llamada noche oscura, y luego, sufrimientos espirituales y morales relacionados con la realización de su misión que le fue encomendada por el Señor.  Sor Faustina se ofreció como víctima por los pecadores y con este propósito experimentó también diversos sufrimientos para, a través de ellos, salvar las almas de aquellos.  En los últimos años de su vida aumentaron los sufrimientos interiores, la llamada noche pasiva del espíritu y las dolencias del cuerpo:  se desarrolló la tuberculosis que atacó los pulmones y el sistema digestivo.  A causa de ello dos veces fue internada en el hospital de Pradnik en Cracovia, por varios meses.
      Extenuada físicamente por completo, pero plenamente adulta de espíritu y unida místicamente con Dios, falleció en olor de santidad, el 5 de octubre de 1938, a los 33 años, de los que 13 fueron en el convento.  Su cuerpo fue sepultado en la tumba común, en el cementerio de la Comunidad en Cracovia – Lagiewniki, y luego, durante el proceso informativo en 1966, trasladado a la capilla.
      A esta sencilla monja, sin grandes estudios, pero valerosa y abandonada totalmente en Dios, el Señor Jesús le confió una gran misión:  el mensaje de la misericordia dirigido a todo el mundo.  “Te envío – dijo – a toda la humanidad con Mi misericordia.  No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a Mi Corazón Misericordioso  (Diario, 1588).  Tú eres la secretaria de Mi misericordia; te he escogido para este cargo, en ésta y en la vida futura (Diario, 1605), (……) para que des a conocer a las almas la gran misericordia que tengo con ellas, y que las invites a confiar en el abismo de Mi misericordia”  (Diario, 1567).

      2.   La misión de Sor Faustina consiste, en resumen, en recordar una verdad de la fe, conocida desde siempre, pero olvidada, sobre el amor misericordioso de Dios al hombre y en transmitir nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, cuya práctica ha de llevar a la renovación religiosa en el espíritu de confianza y misericordia cristianas.
      El Diario que Sor Faustina escribió durante los últimos 4 años de su vida por un claro mandato del Señor Jesús, es una forma de memorial, en el que la autora registraba, al corriente y en retrospectiva, sobre todo los “encuentros” de su alma con Dios.  Para sacar de estos apuntes la esencia de su misión, fue necesario un análisis científico.  El mismo fue hecho por el conocido y destacado teólogo, Padre profesor Ignacy Rózycki.  Su extenso análisis fue resumido en la disertación titulada “La Divina Misericordia.  Líneas fundamentales de la devoción a la Divina Misericordia.”  A la luz de este trabajo resulta que todas las publicaciones anteriores a él, dedicadas a la devoción a la Divina Misericordia transmitida por Sor Faustina, contienen solamente algunos elementos de esta devoción, acentuando a veces cuestiones sin importancia para ella.  Por ejemplo, destacan la letanía o la novena, haciendo caso omiso a la Hora de la Misericordia.  El mismo Padre Rózycki hace referencia a ese aspecto diciendo:  “Antes de conocer las formas concretas de la devoción a la Divina Misericordia, cabe decir que no figuran entre ellas las conocidas y populares novenas ni letanías.”
      La base para distinguir éstas y no otras oraciones o prácticas religiosas como nuevas  formas de culto a la Divina Misericordia, lo son las concretas promesas que el Señor Jesús prometió cumplir bajo la condición de confiar en la bondad de Dios y practicar misericordia para con el prójimo.  El Padre Rózycki distingue cinco formas de la devoción a la Divina Misericordia.

      a.  La imagen de Jesús Misericordioso.   El esbozo de la imagen le fue revelado a Sor Faustina en la visión del 22 de febrero de 1931 en su celda del convento de Plock.  “Al anochecer, estando yo en mi celda – escribe en el Diario – ví  al Señor Jesús vestido con una túnica blanca.  Tenía una mano levantada para bendecir y con la otra tocaba la túnica sobre el pecho.  De la abertura de la túnica en el pecho, salían dos grandes rayos:  uno rojo y otro pálido.  ( …)  Después de un momento, Jesús me dijo: Pinta una imagen según el modelo que ves, y firma:  Jesús, en Ti  confío  (Diario 47).  Quiero que esta imagen (…) sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia “  Diario, 49).
      El contenido de la imagen se relaciona, pues, muy estrechamente con la liturgia de ese domingo.  Ese día la Iglesia lee el Evangelio según San Juan sobre la aparición de Cristo resucitado en el Cenáculo y la institución del sacramento de la penitencia (Jn 20, 19-29).  Así, la imagen presenta al Salvador resucitado que trae la paz a la humanidad por medio del perdón de los pecados, a precio de su Pasión y muerte en la cruz.  Los rayos de la Sangre y del Agua que brotan del Corazón (invisible en la imagen) traspasado por la lanza y las señales de los clavos, evocan los acontecimientos del Viernes Santo (Jn 19, 17-18, 33-37).  Así pues, la imagen de Jesús Misericordioso une en sí estos dos actos evangélicos que hablan con la mayor claridad del amor de Dios al hombre.
      Los elementos más característicos de esta imagen de Cristo son los rayos.  El Señor Jesús, preguntado por lo que significaban, explicó:  “El rayo pálido simboliza el Agua que justifica a las almas.  El rayo rojo simboliza la Sangre que es la vida de las almas (….).  Bienaventurado quien viva a la sombra  de ellos”  (Diario, 299).   Purifican el alma los sacramentos del bautismo y de la penitencia, mientras que la alimenta plenamente la Eucaristía.  Entonces, ambos rayos significan los sacramentos y todas las gracias del Espíritu Santo cuyo símbolo bíblico es el agua y también la nueva alianza de Dios con el hombre contraída en la Sangre de Cristo.
      A la imagen de Jesús Misericordioso se le da con frecuencia el nombre de imagen de la divina Misericordia.  Es justo porque la Misericordia de Dios hacia el hombre se reveló con la mayor plenitud en el misterio pascual de Cristo.
      La imagen no presenta solamente la Misericordia de dios, sino que también es una señal que ha de recordar el deber cristiano de confiar en Dios y amar activamente al prójimo.  En la parte de abajo – según la voluntad de Cristo – figura la firma:  “Jesús, en Ti  confío”.  “Esta imagen ha de recordar las exigencias de Mi misericordia, porque la fe sin obras, por fuerte que sea, es inútil”  (Diario, 742).
      Así comprendido el culto a la imagen, a saber, la actitud cristiana de confianza y misericordia, vinculó el Señor Jesús promesas especiales de: la salvación eterna, grandes progresos en el camino hacia la perfección cristiana, la gracia de una muerte feliz, y todas las demás gracias que le fueren pedidas con confianza.  “Por medio de esta imagen colmare a las almas con muchas gracias.  Por eso quiero, que cada alma tenga acceso a ella” (Diario, 570).

      b.  La Fiesta de la Misericordia  De entre todas las formas de la devoción a la Divina Misericordia reveladas por Sor Faustina, ésta es la que tiene mayor importancia.  El Señor Jesús habló por primera vez del establecimiento de esta Fiesta en Plock en 1931, cuando comunicó a Sor Faustina su deseo de que pintara la imagen:  “Deseo que haya una Fiesta de la Misericordia.  Quiero que esta imagen que pintarás con el pincel sea bendecida con solemnidad el primer domingo después de la Pascua de Resurrección; ese domingo debe ser la Fiesta de la Misericordia”  (Diario, 49).
      La elección del primer domingo después de la Pascua de Resurrección para la Fiesta de la Misericordia, tiene su profundo sentido teológico e indica una estrecha relación entre el misterio pascual de redención y el misterio de la Divina Misericordia.  Esta relación se ve subrayada aun mas por la novena de coronillas a la Divina Misericordia que antecede la Fiesta y que empieza el Viernes Santo.
      La fiesta no es solamente un día de adoración especial de Dios en el misterio de la misericordia, sino también el tiempo en que Dios colma de gracias a todas las personas.  “Deseo – dijo el Señor Jesús – que la Fiesta de la Misericordia sea un refugio y amparo para todas las almas y, especialmente, para los pobres pecadores (Diario, 699).  Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión.  Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de Mi Misericordia.  Si no adoran Mi misericordia morirán para siempre” (Diario, 965).
      Las promesas extraordinarias que el Señor Jesús vinculo a la Fiesta demuestran la grandeza de la misma.  “Quien se acerque ese día a la Fuente de Vida – dijo Cristo – recibirá el perdón total de las culpas y de las penas” (Diario, 300).  “Ese día están abiertas las entrañas de Mi misericordia.  Derramo todo un mar de gracias sobre aquellas almas que se acercan al manantial de Mi misericordia;  (….)  que ningún alma tenga miedo de acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como escarlata”  (Diario, 699).
      Para poder recibir estos grandes dones hay que cumplir las condiciones de la devoción a la Divina Misericordia (confiar en la bondad de Dios y amar activamente al prójimo), estar en el estado de gracia santificante (después de confesarse) y recibir dignamente la Santa Comunión.  “No encontrará alma ninguna la justificación – explicó Jesús – hasta que no se dirija con confianza a Mi misericordia y por eso el primer domingo después de la Pascua ha de ser la Fiesta de la Misericordia.  Ese día los sacerdotes deben hablar a las almas sobre Mi misericordia infinita”  (Diario, 570).

      c.  La coronilla a la Divina Misericordia.  El Señor Jesús dictó esta oración a Sor Faustina entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna, como una oración para aplacar la ira divina (vea el Diario, 474 – 476).
      Las personas que rezan esta coronilla ofrecen a Dios Padre “el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad” de Jesucristo como propiciación de sus pecados, los pecados de sus familiares y los del mundo entero.  Al unirse al sacrificio de Jesús, apelan a este amor con el que Dios Padre ama a Su Hijo y El a todas las personas.
      En esta oración piden también “misericordia para nosotros y el mundo entero” haciendo, de este modo, un acto de misericordia.  Agregando a ello una actitud de confianza y cumpliendo las condiciones que deben caracterizar cada oración buena (la humildad, la perseverancia, la sumisión a la voluntad de Dios), los fieles pueden esperar el cumplimiento de las promesas de Cristo que se refieren especialmente a la hora de la muerte:  la gracia de la conversión y una muerte serena.  Gozaran de estas gracias no solo las personas que recen esta coronilla, sino también los moribundos por cuya intención la recen otras personas.   “Cuando la coronilla es rezada junto al agonizante – dijo el Señor Jesús – se aplaca la ira divina y la insondable misericordia envuelve al alma”  (Diario, 811).  La promesa general es la siguiente:  “Quienes recen esta coronilla, me complazco en darles todo lo que me pidan (Diario, 1541, (…….) si lo que me pidan esté conforme con Mi voluntad”  (Diario, 1731).  Todo lo que es contrario a la voluntad de Dios no es bueno para el hombre, particularmente para su felicidad eterna.
      “Por el rezo de esta coronilla – dijo Jesús en otra ocasión – Me acercas la humanidad (Diario, 929).  A las almas que recen esta coronilla, Mi misericordia las envolverá ( …….) de vida y especialmente a la hora de la muerte” (Diario, 754).

       d.      La Hora de la Misericordia.  En octubre de 1937, en unas circunstancias poco aclaradas por Sor Faustina, el Señor Jesús encomendó adorar la hora de su muerte:  “Cuantas veces oigas el reloj dando las tres, sumérgete en Mi misericordia, adorándola y glorificándola; suplica su omnipotencia para el mundo entero y, especialmente, para los pobres pecadores, ya que en ese momento, se abrió de par en par para cada alma” (Diario, 1572).
      El Señor Jesús definió bastante claramente los propios modos de orar de esta forma de culto a la Divina Misericordia.   “En esa hora – dijo a Sor Faustina – procura rezar el Vía Crucis, en cuanto te lo permitan tus deberes; y si no puedes rezar el Vía Crujir, por lo menos entra un momento en la capilla y adora en el Santísimo Sacramento a Mi Corazón que esta lleno de misericordia.  Y si no puedes entrar en la capilla, sumérgete en oración allí donde estés, aunque sea por un brevísimo instante” (Diario, 1572).

      El Padre Rózycki habla de tres condiciones para que sean escuchadas las oraciones de esa hora:

          1.      La oración ha de ser dirigida a Jesús.
          2.      Ha de ser rezada a las tres de la tarde.
          3.      Ha de apelar a los valores y meritos de la Pasión del Señor.

      “En esa hora – prometió Jesús – puedes obtener todo lo que pidas para ti o para los demás.  En esa hora se estableció la gracia para el mundo entero:  la misericordia triunfó sobre la justicia”  (Diario, 1572)

      e. La propagación de la devoción a la Divina Misericordia.   Entre las formas de devoción a la Divina Misericordia, el Padre Rózycki distingue además la propagación de la devoción a la Divina Misericordia, porque con ella también se relacionan algunas promesas de Cristo.  “A las almas que propagan la devoción a Mi misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas el Juez, sino el Salvador Misericordioso” (Diario, 1075).
      La esencia del culto a la Divina Misericordia consiste en la actitud de confianza hacia Dios y la caridad hacia el prójimo.  El Señor Jesús exige que “sus criaturas confíen en El”  (Diario, 1059) y hagan obras de misericordia:  a  través de sus actos, sus palabras y su oración.  “Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes.  No puedes dejar de hacerlo, ni excusarte, ni justificarte” (Diario, 742).  Cristo desea que sus devotos hagan al día por lo menos un acto de amor hacia el prójimo.
      La propagación de la devoción a la Divina Misericordia no requiere necesariamente muchas palabras pero sí, siempre, una actitud cristiana de fe, de confianza en Dios, y el propósito de ser cada vez más misericordioso.  Un ejemplo de tal apostolado lo dio Sor Faustina durante toda su vida.

      f.  El culto a la Divina Misericordia tiene como fin renovar la vida religiosa en la Iglesia en el espíritu de confianza cristiana y misericordia.  En este contexto hay que leer la idea de “la nueva Congregación” que encontramos en las páginas del Diario.  En la mente de la propia Sor Faustina este deseo de Cristo maduró poco a poco, teniendo cierta evolución:  de la orden estrictamente contemplativa al movimiento formado también por Congregaciones activas, masculinas y femeninas, así como por un amplio círculo de laicos en el mundo.  Esta gran comunidad multinacional de personas constituye una sola familia unida por Dios en el misterio de su misericordia, por el deseo de reflejar este atributo de Dios en sus propios corazones y en sus obras y de reflejar su gloria en todas las almas.  Es una comunidad de personas de diferentes estados y vocaciones que viven en el espíritu evangélico de confianza y misericordia, profesan y propagan con sus vidas y sus palabras el inabarcable misterio de la Divina Misericordia e imploran la Divina Misericordia para el mundo entero.
      La misión de Sor Faustina tiene su profunda justificación en la Sagrada Escritura y en algunos documentos de la Iglesia.  Corresponde plenamente a la encíclica Dives in misericordia del Santo Padre Juan Pablo II.

         ¡Para mayor gloria de la Divina Misericordia!

Cracovia – Lagiewniki 
Sor Ma. Elzbieta Siepak
De la Congregación de las Hermanas
De la Madre de Dios de la Misericordia



Fuente: Introducción del diario de Santa Faustina: La Divina Misericordia en mi alma


En este video pueden ver una película 
sobre la vida de Santa Faustina.


4 de octubre. San Francisco de Asís

      
El pobre de Asís es uno de los santos que mejor reflejan la pobreza, la alegría y el amor fraterno de Jesús. 
      Pero la hermosura de su corazón podría expresarse sintéticamente como "apertura". Todo lo que existe era objeto de su amor, de su admiración o de su compasión fraterna, y por eso le cantaba a Dios por la "hermana luna", el "hermano fuego", la "hermana hierba".
      Su corazón pacificado no se resistía ni se llenaba ante las contrariedades de la vida o de la naturaleza, sino que reaccionaba con un espíritu de feliz aceptación que lo convertía en un modelo de permanente alegría.
      Su mirada de amor cautivaba y exhortaba a vivir de otra manera. No necesitaba insistir ni presionar a los demás para obtener una respuesta generosa. Servía con sencillez el banquete del Evangelio que atrae por sí mismo, por su propia hermosura.
      Francisco salía permanentemente de sí mismo para adorar, para reconocer la belleza de las cosas, para servir con humildad a quien lo necesitara, para perdonar a quien lo ofendía.
      Su pequeña existencia, por estar completamente apoyada en el "altísimo y buen Señor", era una inestimable combinación de ternura y vigor.
      Siendo adolescente era feliz y soñador, dispuesto a embarcarse en cualquier sueño noble y grande. Quiso ser caballero, pero en la primera batalla cayó prisionero. En otra campaña tuvo otro sueño que lo llevó a regresar a Asís. Jesús lo quería todo para él.
      En 1.206 entró a una pequeña iglesia en ruinas, y mirando al crucifijo entendió que tenía la misión de levantarla de nuevo. El sueño profético en realidad anunciaba una misión mucho más importante que después descubriría: devolverle a la Iglesia cristiana la luz del Evangelio y la sal del amor, con el testimonio de su vida completa y felizmente entregada.
      Luego descubrió su vocación de anunciar el Evangelio con su mensaje de conversión, amor y paz, y lo dejó todo para cumplir esa misión junto con un grupo de compañeros. Su mensaje y la belleza de su testimonio provocaba conversión y reconciliación fraterna por donde pasaba.     El beso que dio a un leproso refleja su capacidad de mirar a los demás con la mirada de Dios.
      Fue a Oriente a predicar a los mahometanos, con el sueño de morir mártir, pero su predicación fue escuchada con respeto.
      Su identificación con Cristo fue tan grande, que se manifestó en las llagas que recibió en las manos, en el maravilloso encuentro con Jesús que vivió en el monte Alvernia.
      Para quien sueña con ocupar el primer lugar, porque de los contrario sufre sintiendo que no es nada, Francisco brilla con su opción de ser "el menor" de todos. Además, invitaba a sus compañeros a llamarse "los hermanos menores".


Escritos de San Francisco


Cántico de las criaturas


Altísimo, omnipotente, buen Señor, tuyas son la 
alabanza, la gloria y el honor y toda bendición.
A ti sólo, Altísimo, corresponden, y ningún
hombre es digno de hacer de tí mención.
Loado seas, mi Señor, por todas tus creaturas,
especialmente por el señor hermano Sol,
que trae el día y nos alumbra.
Y es bello y radiante con gran esplendor:
de ti, Altísimo lleva significación.
Loado seas, mi Señor, por la hermana Luna
y las estrellas: en el cielo las has formado 
luminosas, preciosas y bellas.
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire, y el nublado, y el sereno,
y todo tiempo, por el cual a tus creaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil, preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor por el hermano fuego,
por el cual alumbras la noche:
y él es bello, alegre, robusto y fuerte.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana
la madre tierra,
la cual nos sustenta y gobierna,
y produce diversos frutos con coloridas flores
y hierbas.
Loado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu amor
y soportan enfermedad y tribulación.
Bienaventurados aquellos que sufren en paz,
pues por ti, Altísimo, coronados serán.
Loado seas mi Señor, por nuestra hermana
la muerte corporal,
de la cual ningún viviente puede escapar.
¡Ay de aquel que muere en pecado mortal!
Bienaventurados aquellos a quienes encuentre
en tu santísima voluntad,
pues la muerte segunda no le hará mal.
Load y bendecid a mi Señor, dadle gracias
servidlo con gran humildad.


La bondad de Dios

      Omnipotente, altísimo y supremo Dios,
Padre santo y justo, Señor, Rey del cielo y la tierra,
te damos gracias por lo que eres.
      De tu propia santa voluntad creaste todas las 
cosas espirituales y materiales, haciéndonos a tu
imagen y semejanza, y nos diste un puesto en el
Paraíso, junto a tu Hijo único, en el Espíritu Santo.


La sabiduría del corazón

      Dichosos del siervo que, cuando habla, no se 
expresa buscando recompensa, y no incurre en
ligereza al hablar, sino que considera sabiamente
lo que ha de decir y responder. Ay del religioso
que no retiene en su corazón los favores que el
Señor le manifiesta y, en vez de darlos a conocer a
los demás por las obras, prefiere manifestarlos a
los hombres por medio de palabras, para ser
admirado. Ése "ya ha recibido su recompensa"
(Mt 6, 2)... En cambio, el Espíritu de Dios nos
inspira...humildad, paciencia, perfecta simplicidad 
y verdadera paz del corazón.


Oración:

Señor, que con el poder de tu gracia has producido la entrega bella y cautivante de san Francisco de Asís,  te ruego que despiertes en mí el deseo de la santidad verdadera, para que también yo pueda agradarte con una vida entregada, llena de generosidad y alegría.





Haz de mí un instrumento de tu paz


Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.

Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.

Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.


Fuente: 
  • El Evangelio de cada día. Santoral. Víctor M. Fernández
  • La sabiduría de San Francisco. (Compilación Hermano Ramón SSF)





Haciendo clic en este link de La fe católica pueden acceder a dicha página donde pueden ver, si lo desean, en una lista de reproducción, la película Hermano Sol, Hermana Luna del director Franco Zeffirelli sobre la vida de San Francisco. Es muy hermosa, se las recomiendo.



viernes, 14 de octubre de 2011

Mensaje de María Reina de la Paz 2-10-11.



      Cada día 2 del mes, nuestra Madre, la Virgen María, da un mensaje especial al mundo para los que ella llama "mis hijos que no conocen el amor de Dios". Concretamente para todos aquellos que no creen en Dios ni aceptan a Cristo como su Salvador.

      Queridos hijos, también hoy mi corazón materno los invita a la oración, a una relación personal con Dios Padre, a la alegría de la oración con Él. Dios Padre no está lejos de ustedes y no les es desconocido. Él se les reveló por medio de mi Hijo y les ha dado la Vida, que es mi Hijo. Por ello, hijos míos, no cedan a las tentaciones que quieren separarlos de Dios Padre. ¡Oren! No intenten tener familias y sociedades sin Él. ¡Oren! Oren para que la bondad, inunde sus corazones. Sólo corazones llenos de bondad puede comprender y acoger a Dios Padre. Continuaré guiándolos. Les imploro especialmente que no juzguen a sus pastores. Hijos míos, ¿han olvidado quizás que Dios Padre los ha llamado? ¡Oren! Gracias.

Dijo Mirjana:” Nunca he dicho antes esto, pero, queridos hermanos, ¿son concientes que la Madre de Dios estuvo con nosotros? Cada uno de nosotros debería preguntarse: ¿Merezco esto? Lo digo porque es difícil para mí verla sufriente, porque cada uno de nosotros está buscando un milagro, pero no quiere obrar un milagro en sí mismo”.

2 de octubre: Fiesta de los Ángeles Custodios.

    
      La existencia de los Ángeles Custodios es una verdad cristiana consoladora. Cuando llegamos a este mundo Dios nos destina un ángel para que nos acompañe y proteja durante el peregrinar de nuestra vida. Es un protector, un amigo fiel que ni de día ni de noche nos abandona.
      Esto nos trae paz y alegría porque , de esta suerte, nunca nos encontramos solos; un amigo invisible, pero real, bueno y poderoso, siempre está a nuestro lado para echarnos una mano.

En el Catecismo de la Iglesia Católica dice:

      " Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: «Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles...» (N° 331)."Toda la vida de la Iglesia se beneficia de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles" (N° 334). "Desde la infancia a la muerte, la vida humana está rodeada de su custodia y de su intercesión... Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida" (N° 336).
      Esta fiesta, esta recordación de nuestro Ángel Custodio, tiene por objeto agradecer a Dios el habernos dado a cada hombre un "Ángel de la Guarda" a quien siempre podemos dirigirnos y confiarnos.
      Y al mismo tiempo recordar los deberes y la gratitud que le debemos a ese bondadoso protector y a ese amigo entrañable.


El Padre Alessio Parente dio un testimonio sobre el Padre Pío y su permanente relación con los Ángeles Custodios:


      Habiendo vivido junto al Padre Pío durante más de seis años, con frecuencia le decía: “Padre, si no pudiera volver a verlo, ¿qué debo hacer si necesito sus oraciones?” Y el Padre Pío me respondía: “Si no puedes venir tu mismo, envíame tu ángel guardián. Él puede traerme tu mensaje y yo te asistiré lo mejor que pueda.”
      Un día, cuando estaba sentado a su costado, el Padre Pío estaba tocando su rosario. Había tanta paz y tanta calma alrededor de él que me animé a hacerle algunas preguntas. Para mi sorpresa, me respondió: “Por favor, hijo mío, déjame solo. ¿No ves que estoy muy ocupado?”
      “Qué raro”, pensé. Está sentado tocando su rosario y me dice que está ocupado.” Como me quedé totalmente en silencio, pensando que no era verdad que estaba ocupado, el Padre Pío me miró y dijo: “¿No ves a todos esos ángeles guardianes yendo y viniendo, trayéndome mensajes de parte de sus protegidos?”
      Le respondí: “Padre, no vi a ningún ángel guardián, pero le creo, porque usted siempre le dice a la gente que le envíen los suyos.”


El 2 de octubre de 1993, siendo primer sábado de mes y fiesta de los Ángeles Custodios, nuestra Madre ha dicho en forma de locución interior al Padre Stefano Gobbi:


      «Hijos predilectos, en este primer sábado de mes, os reunís en Cenáculo para renovar la consagración a mi Corazón Inmaculado y para venerar la memoria litúrgica de vuestros Ángeles Custodios. En los tiempos de la gran prueba, os invito a volver cada vez más fuerte el lazo que os une a vuestros Ángeles Custodios.
      Ellos tienen, para vosotros, una misión importante y especial que desarrollar, sobre todo en los últimos tiempos.
      Los Ángeles Custodios tienen sobre todo el encargo de ser Luz en vuestro camino.
      Los días que vivís están señalados por una gran oscuridad que se hace cada vez más profunda y extendida.
      Es la tiniebla de los errores que cubre la mente de los hombres y les vuelve así víctimas de la gran apostasía; es la tiniebla de los pecados que oscurece la belleza y santidad de las almas; es la tiniebla de la impureza que afea el esplendor de vuestro cuerpo, llamado a reflejar la gloria del Dios viviente.
      Así, cuántos son hoy mis pobres hijos que viven como sombras, sumergidos por las tinieblas del error, del pecado y de la impureza.
      A vuestro Ángeles Custodios se ha confiado el encargo de protegeros de la gran tiniebla que os circunda para haceros caminar siempre en la luz de la verdad, de la santidad, de la pureza, de la humildad, de la confianza y del amor.
      _Los Ángeles Custodios tienen el encargo de ser la defensa de vuestra vida.
      Qué numerosas y disimuladas son las insidias que cada día os tienden los espíritus malignos, los demonios que ahora han afliído al mundo y obran por doquier para conducir a las almas a la eterna condenación.
      Su acción ahora se ha vuelto potente porque se ha asociado a la fuerza que tienen los medios de comunicación como la prensa y la televisión.
      Con un refinamiento disimulado se difunde el mal en forma de bien, el pecado como ejercicio de la propia libertad, la transgresión de la Ley de Dios como una conquista de esta pobre y pervertida humanidad.
      Qué fuertes y continuos son los ataques de los espíritus malignos, para golpearos aún en vuestra vida física con accidentes, desgracias, atentados, enfermedades, calamidades, explosiones de violencia, de guerra y de revoluciones.
       A los Ángeles Custodios se les ha confiado el encargo de protegeros de todos estos males, de defenderos contra estas insidias para haceros caminar en la vida bajo su segura y potente protección.
      _Los Ángeles Custodios tienen en fin el encargo de combatir con vosotros la misma batalla para obtener la misma victoria.
      En la gran prueba, que ya ha llegado, se vuelve cada vez más fuerte y sangrienta la lucha entre la Mujer vestida del Sol y el Dragón rojo, entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal, entre Cristo y el anticristo.
      Es una batalla que se desarrolla sobre todo a nivel de espíritus: los espíritus buenos contra los espíritus malignos; los Ángeles contra los demonios; San Miguel Arcángel contra Lucifer.
      Vosotros estáis implicados en esta gran lucha, que os supera inmensamente.
      Por lo tanto debéis permanecer especialmente unidos a Aquellos que están cercanos a vosotros en el gran combate, que tienen gran potencia en esta lucha, que os ayudan a combatir y os conducen hacia la segura victoria.
      Mi más pequeño niño, confía a la especial protección de tus Ángeles Custodios el largo y fatigoso viaje que, dentro de algunos días, debes llevar a cabo en Malasia, Indonesia, Australia, Islas Fiji y Nueva Zelanda para hacer por doquier los Cenáculos con sacerdotes y fieles de mi movimiento.
      Hoy os invito a todos a volver más asidua la oración, más fuerte el vínculo de unión, más profundo el afecto hacia estos Ángeles de Luz, que os han sido dados por el Señor para vuestra custodia y protección.
      En unión con todos ellos os bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.»

      
Oración al Ángel Custodio:

Ángel de Dios que eres mi Custodio,
ya que el Señor me ha encomendado a ti
ilumíname, guárdame, rígeme y gobiérname.
Amén.


Fuente: 

  • Testigos de ayer y de hoy. Hipólito Martínez
  • Padre Pío. Su testamento espiritual. (Selección por Patricia Treece)
  • A los Sacerdotes hijos predilectos de la Santísima Virgen.
 

miércoles, 5 de octubre de 2011

Novena en honor de Santa Teresita del Niño Jesús.

Novena de los 24 Glorias en honor de Santa Teresita del Niño Jesús para obtener una gracia.



Origen de la Novena.


      P. Putigán S. J., comenzó una Novena en honor de Santa Teresita el 3-12- 1925, pidiéndole una gracia importante. Con esta intención comenzó a rezar, durante la Novena, 24 Glorias al Padre, en acción de gracias a la Santísima Trinidad por los favores concedidos a la Santita en los 24 años de existencia terrena. Y hasta se atrevió a pedir a la Santita, en señal de que su Novena era aceptada, recibir de alguien una rosa fresca y entreabierta. Al tercer día alguien le busca para ofrecerle una hermosa rosa encarnada.
      El 24 de diciembre del mismo año comenzó el Padre su segunda Novena y pidió entonces, en señal, una rosa blanca. El cuarto día, una Hermana enfermera del Hospital le entregó una linda rosa blanca diciendo:
      - Santa Teresita le envía a ud. esta rosa.
      - ¿De dónde viene esta rosa?
      - Fuí a la capilla, a orar ante la imagen de Santa Teresita y al aproximarme al altar, cayó a mis pies esta rosa.
      Quise colcarla de nuevo en el jarrón, pero se me ocurrió traérsela a ud.
      El P. Putigán alcanzó las gracias pedidas en la Novena y resolvió propagarla formando una cruzada de oraciones en honor de Santa Teresita.
      Consecuentemente con este propósito, comenzó su propaganda, yendo cada día en aumento las personas que del 9 al 17 de cada mes hacen la Novena de los 24 Glorias al    Padre, uniendo a sus intenciones las de todas aquellas almas devotas que la hacen en los mismos días.
      Puede hacerse en cualquier época del año, pero lo más corriente es hacerla del 9 al 17 de cada mes.



La Novena
Oración preparatoria


Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os agradezco todos los favores, todas las gracias con que enriquecisteis el alma de vuestra sierva Teresa del Niño Jesús durante los 24 años que pasó en la tierra, y por los méritos de tan querida santita, concédeme la gracia que ardientemente os pido si fuere conforme a vuestra santísima voluntad y para salvación de mi alma.
Amén.
Pídase la gracia que se desea conseguir. Récese enseguida los 24 Glorias al Padre, pudiendo añadirse a cada Gloria: Santa Teresita del Niño Jesús, ruega por nosotros.


ORACIÓN FINAL

Santa Teresita, acuérdate de tu Promesa de hacer el bien sobre la tierra; derrama con abundancia tu lluvia de rosas sobre los que te invocamos, y alcánzanos de Dios las gracias que de su Bondad Infinita esperamos.
Así sea.


Oración a Santa Teresita

¡Oh Teresa del Niño Jesús!
Vengo a ti lleno de confianza
a pedirte favores.
La cruz de la vida me pesa mucho,
y no encuentro más que espinas
entre sus brazos.
Mándame una sonrisa de tus
Labios de cielo y una mirada
de tus hermosos ojos…
Que valen más tus caricias que todas
las alegrías
que el mundo encierra.
¡Dios mío!
Por intercesión de Santa Teresita
dame la fuerza para cumplir
exactamente con mi deber,
y concédeme la gracia
que humildemente te pido.

Amén.


Pueden compartir, bajar o imprimir la novena si quieren tenerla con ustedes. Difúndanla, récenla.


lunes, 3 de octubre de 2011

1° de octubre. Recordando a Teresita: "El juguetito de Jesús".


4. La vida de infancia: los pequeños esfuerzos.


14.4 Ahora Dios me sigue conduciendo por el mismo camino, no tengo más que un deseo: el de hacer su voluntad. Tal vez te acuerdes de que antes me gustaba llamarme a mí misma «el juguetito de Jesús». Todavía ahora soy feliz de serlo, sólo que he pensado que el divino Niño tiene muchas otras almas llenas de virtudes sublimes que se dicen también «sus juguetes»; y entonces pensé que ellas eran sus juguetes lujosos y que mi pobre alma no era más que un juguetito sin valor... Y para consolarme, me dije a mí misma que muchas veces los niños se divierten más con los juguetitos que pueden tirar o coger, romper o besar a su antojo, que con otros de mayor valor que casi ni se atreven a tocar... Entonces me alegré de ser pobre y deseé serlo cada día más, para que a Jesús le gustase cada vez más jugar conmigo.


15.4 Comprende que para amar a Jesús, para ser víctima de amor, cuanto más débil se es-sin deseos ni virtudes- más cerca se está de las operaciones de este Amor consumidor y transformante... Con el sólo deseo de ser víctima ya basta; pero es necesario aceptar ser siempre pobres y sin fuerzas, y eso es precisamente lo difícil, pues "al verdadero pobre de espíritu ¿quién lo encontrará?"


22.4 Ser pequeño es también no atribuirse a uno mismo las virtudes que se practican, creyéndose capaz de algo, sino reconocer que Dios pone ese tesoro en la mano de su hijito para que se sirva de él cuando lo necesite; pero es siempre el tesoro de Dios. También es no desanimarse por las propias faltas, pues los niños caen a menudo, pero son demasiado pequeños para hacerse mucho daño.


23.4 No hay que alimentar voluntariamente pensamientos de orgullo. Si, por ejemplo, me dijese a mí misma. "He adquirido tal virtud y estoy segura de poder practicarla", eso sería apoyarse en las propias fuerzas, y cuando se hace eso, se corre el peligro de caer al abismo. Pero si soy humilde, si soy siempre pequeña, tendré el derecho de hacer pequeñas travesuras hasta el día de mi muerte sin ofender a Dios. Mira, los niños: están siempre rompiendo cosas, rasgándolas, cayéndose, a pesar de querer mucho a sus padres. Cuando yo caigo de esa manera, compruebo todavía más mi propia nada y me digo a mí misma: ¡Qué no haría yo, a qué extremos no llegaría, si me apoyase en mis propias fuerzas...?


28.4 Te equivocas si crees que tu Teresita recorre siempre ilusionada el camino de la virtud. Ella es débil. muy débil y experimenta a diario esa trsite realidad. Pero Jesús se complace en enseñarle como a San Pablo, la ciencia de no gloriarse en sus enfermedades. Es una gracia muy grande, y pido a Jesús que te la enseñe, porque sólo ahí se encuentra la paz y el descanso del corazón. Cuando uno se ve tan miserable, no quiere ya preocuparse de sí mismo y sólo mira a su único amado. Yo no conozco otro camino que "el amor" para llegar a la perfección. ¡Amar! ¡Qué bien hecho está para eso nuestro corazón...! A veces busco otra palabra para expresar el amor, pero en esta tierra de exilio las palabras son incapaces de emitir todas las vibraciones del alma, y tenemos que limitarnos a esa única palabra: "¡Amar!"...


29.4 ¡Niño Jesús!, mi único tesoro, yo me abandono a tus divinos caprichos, y no quiero otra alegría que la de hacerte sonreir. Imprime en mí tu gracia y tus virtudes infantiles, para que en el día de mi nacimiento para el cielo los ángeles y los santos reconozcan en mí a tu pequeña esposa. (Oraciones, 14 )



       Santa Teresita nació en Alençon (Francia) el 2 de enero de 1873. Teresa tenía quince años cuando fue con sus familiares y otras personas en peregrinación a Roma, y en la audiencia concedida por el Papa León XII, osó pedir el permiso para hacerse carmelita aunque todavía entonces no tenía la edad. En 1888 consiguió al fin realizar su sueño, recibiendo el hábito carmelita. Se ejercitó de modo particular en las pequeñas cosas de la vida cotidiana, con humildad, sencillez evangélica y confianza en Dios, y trató de inculcar, con el ejemplo y la palabra, estas virtudes a sus hermanas. Descubrió su puesto en el corazón de la Iglesia, ofreció su vida para la salvación de las almas y la edificación de la Iglesia. Murió el 30 de septiembre de 1897. Fue canonizada por Pío X en 1925 y proclamada patrona de las misiones en 1927. Conocidísima es la historia de su alma, y conocidas hoy también las vicisitudes relativas a los manuscritos originales.
      Es la doctora de la Iglesia más joven de entre los santos.


Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso

       Ofrenda de mí misma, como víctima de holocausto, al amor misericordioso de Dios.

¡Oh, Dios mío, Trinidad Bienaventurada!, deseo amaros y haceros amar, trabajar por la glorificación de la Santa Iglesia, salvando las almas que están en la tierra y librar a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente vuestra voluntad y alcanzar el puesto de gloria que me habéis preparado en vuestro reino. En una palabra, deseo ser santa, pero comprendo mi impotencia y os pido, ¡oh, Dios mío!, que seáis vos mismo mi santidad.

       Puesto que me habéis amado, hasta darme a vuestro único Hijo como Salvador y como Esposo, los tesoros infinitos de sus méritos son míos; os los ofrezco con alegría, suplicándoos que no me miréis sino a través de la Faz de Jesús y en su Corazón ardiendo de Amor.
      

      Os ofrezco también todos los méritos de los santos (los que están en el cielo y en la tierra), sus actos de amor y los de los Santos Ángeles; en fin, os ofrezco, ¡oh Trinidad Bienaventurada!, el amor y los méritos de la Santísima Virgen, mi Madre querida; en sus manos pongo mi ofrenda, rogándola que os la presente. Su divino hijo, mi Amado esposo, en los días de su vida mortal, nos dijo: «Todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os será concedido». Estoy, pues, segura que escucharéis mis deseos; lo sé, ¡oh, Dios mío!, cuanto más queréis dar, más hacéis desear. Siento en mi corazón deseos inmensos y os pido con confianza que vengáis a tomar posesión de mi alma. ¡Ah!, puedo recibir la sagrada comunión con tanta frecuencia como lo desee; pero, Señor, ¿no sois vos Todopoderoso?... Permaneced en mí, como en el sagrario, no os apartéis jamás de vuestra pequeña hostia...

      Quisiera consolaros de la ingratitud de los malos y os suplico que me quitéis la libertad de ofenderos; si por debilidad, caigo alguna vez, que inmediatamente vuestra divina mirada purifique mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego, que transforma todas las cosas en si mismo...
      

      Os doy gracias, ¡Dios mío!, por todos los favores que me habéis concedido, en particular por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento. Os contemplaré con gozo el último día, cuando llevéis el cetro de la cruz. Y ya que os habéis dignado hacerme participar de esta preciosa cruz, espero parecerme a vos en el cielo y ver brillar sobre mi cuerpo glorificado las sagradas llagas de vuestra Pasión...

       Después del exilio de la tierra, espero ir a gozar de vos en la Patria, pero no quiero amontonar méritos para el cielo, sólo quiero trabajar por vuestro amor, con el único fin de agradaros, de consolar vuestro Sagrado Corazón y salvar almas que os amen eternamente.
A la tarde de esta vida, me presentaré delante de vos con las manos vacías, pues no os pido, Señor, que tengáis en cuenta mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas ante vuestros ojos. Quiero, por tanto, revestirme de vuestra propia Justicia, y recibir de vuestro amor la posesión eterna de vos mismo. No quiero otro trono y otra corona que a Vos, ¡oh Amado mío!

      A vuestros ojos el tiempo no es nada, un solo día es como mil años; vos podéis, pues, prepararme en un instante, para presentarme ante vos...
      Para vivir en un acto de perfecto amor, ME OFREZCO COMO VÍCTIMA DE HOLOCAUSTO A VUESTRO AMOR MISERICORDIOSO, suplicándoos que me consumáis sin cesar, dejando desbordar, en mi alma, las olas de ternura infinita que tenéis encerradas en vos y que, de ese modo, me convierta en mártir de vuestro amor, ¡oh, Dios mío!
      Que este martirio, después de prepararme para presentarme ante vos, me haga finalmente morir y que mi alma se lance sin tardanza en el abrazo eterno de vuestro amor misericordioso...
Quiero, ¡oh, Amado mío!, a cada latido de mi corazón, renovar esta ofrenda un número infinito de veces, hasta que las sombras se hayan desvanecido y pueda repetiros mi amor en un cara a cara eterno...

MARÍA, FRANCISCA, TERESA DEL NIÑO JESÚS Y DE LA SANTA FAZ, reí. carm. md.
Fiesta de la Santísima Trinidad, 9 de junio del año de gracia de 1895

Fuente: 


Ofrenda de amor
(Jesed)

Yo me ofrezco Señor como víctima
de holocausto a tu amor misericordioso.
Yo recibo, Señor de tu infinito amor,
la posesión eterna de tí mismo.


Consúmeme sin cesar,
y haz mi alma desbordar
de tu ternura infinita.

Cada latido Señor, desde mi corazón
sea un renovar de esta ofrenda.
hasta la eternidad.