domingo, 28 de abril de 2013

Domingo 5° del Tiempo de Pascua Ciclo C 28-04-13


Un antiguo nuevo mandamiento
Cuando decimos o repetimos que las palabras de Jesús, “ámense los unos a los otros”, expresan un mandamiento nuevo, podemos imaginar que él lo inventó en ese momento. No hay que olvidar que casi exactamente las mismas palabras se encuentran en el Levítico (19,18): “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El mandamiento no era nuevo en tiempos de Jesús, y mucho menos lo es hoy. Pero Jesús le dio un contenido novedoso. Está en nosotros actualizar esa novedad. No es fruto de estudios bíblicos, teológicos o catequísticos, que sólo pueden ayudarnos si en nuestro corazón está presente lo esencial: la vivencia cotidiana del bautismo que nos hace hijos de Dios y hermanos y hermanas, sin distinciones. El amor nace de la vida espiritual y no de un esfuerzo moral de la voluntad. No es un mandamiento más de la ley para distinguir a los que aceptan participar del Reino e imitar al Señor. Es la esencia de nuestro ser cristiano. Quien tiene odios y resentimientos simplemente está lejos de Dios. Es nuevo porque hace ver cómo el amor es lo que más nos hace parecidos al Señor y, por lo tanto, lo que más revela a la humanidad: la presencia de Cristo en el mundo. Es nuevo porque, siguiendo a Jesús, que da la vida por los suyos, entendemos que también nosotros tenemos que amar hasta dar la vida. Es nuevo porque nadie es capaz de cumplir semejante mandamiento si Dios no habita en su corazón. Está más allá de lo que es posible para la voluntad humana. Amar y amarse como Jesús nos amó fue nuevo cuando Jesús lo dijo, es nuevo hoy y lo será eternamente. Porque el amor no termina nunca, y menos aún si Dios ya lo puso en nuestro corazón.
P. Aderico Dolzani, ssp.
PRIMERA LECTURA
Hech 14, 21b-27

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad, establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir. A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.

Palabra de Dios.

SALMO
Sal 144, 8-13ª

Bendeciré tu Nombre eternamente, Dios mío, el único Rey. O bien: Aleluya.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas. 

Que todas tus obras te den gracias,
Señor, y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder. 

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre. 

SEGUNDA LECTURA
Apoc 21, 1-5ª

Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: "Ésta es la carpa de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será con ellos su propio Dios. Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó". Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Yo hago nuevas todas las cosas".

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Jn 13, 31-33a. 34-35

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Durante la última cena, después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros".

Palabra del Señor.


Homilía del Papa Francisco en la confirmación de 44 personas de los cinco continentes.

Queridos hermanos y hermanas, Queridos hermanos que van a recibir el sacramento de la confirmación:

Quisiera proponerles tres sencillos y breves pensamientos sobre los que reflexionar.

1. En la segunda lectura hemos escuchado la hermosa visión de san Juan: un cielo nuevo y una tierra nueva y después la Ciudad Santa que desciende de Dios. Todo es nuevo, transformado en bien, en belleza, en verdad; no hay ya lamento, luto… Ésta es la acción del Espíritu Santo: nos a trae la novedad de Dios; viene a nosotros y hace nuevas todas las cosas, nos cambia. El Espíritu nos cambia. Y la visión de san Juan nos recuerda que estamos todos en camino hacia la Jerusalén del cielo, la novedad definitiva para nosotros, y para toda la realidad, el día feliz en el que podremos ver el rostro del Señor, ese rostro maravilloso del Señor Jesús, podremos estar con Él para siempre, en su amor. 

Ven, la novedad de Dios no se asemeja a las novedades mundanas, que son provisorias, pasan y siempre se busca algo más. La novedad que Dios ofrece a nuestra vida es definitiva, y no sólo en el futuro, cuando estaremos con Él, sino también hoy: Dios está haciendo todo nuevo, el Espíritu Santo nos transforma verdaderamente y quiere transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos. Abrámosle la puerta, dejemos que Él nos guíe, dejemos que la acción continua de Dios nos haga hombres y mujeres nuevos, animados por el amor de Dios, que el Espíritu Santo nos da. Qué hermoso si cada uno de ustedes noche, pudiera decir: hoy en la escuela, en casa, en el trabajo, guiado por Dios, he realizado un gesto de amor hacia un compañero, mis padres, un anciano. ¡Qué bello!

Catequesis del Papa 24-04-13


PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Plaza de San Pedro
Miércoles 24 de abril de 2013

Queridos hermanos y hermanas:

          Deseo reflexionar sobre tres textos del Evangelio que ayudan a entrar en el misterio de una de las verdades que se profesan en el Credo: que Jesús «de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos». En la parábola de las diez vírgenes, el Esposo que las jóvenes esperan con las lámparas de aceite es el Señor. El tiempo de la espera, es el tiempo que otorga Él antes de su venida final.  En la parábola de los talentos, se recuerda que Dios ha concedido unos dones, que se han de emplear y multiplicar, pues a su regreso preguntará cómo se han utilizado. Queridos jóvenes, ¿han pensado en los talentos que Dios les ha dado?  ¿Han pensado cómo ponerlos al servicio de los demás? ¡No entierren estos talentos! La vida no se tiene para guardarla para uno mismo, se tiene para entregarla. En la parábola del juicio final, se describe la segunda venida del Señor y se advierte que seremos juzgados en la caridad, según lo que hemos amado a los demás, especialmente a los más necesitados. No se conoce ni el día ni la hora del regreso de Cristo; lo que se pide es estar preparados para el encuentro, que significa saber ver los signos de su presencia, tener viva la fe con la oración y con los sacramentos; se trata de ser vigilantes para no dormirnos: no queremos cristianos dormidos; ser vigilantes, para no olvidarnos de Dios.

          Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular al grupo de la Arquidiócesis de Córdoba, Argentina, así como a los provenientes de España, Colombia, México y los demás países latinoamericanos. Invito a todos a vivir este tiempo presente que Dios nos ofrece con misericordia y paciencia, para que aprendamos cada día a reconocerlo en los pobres. Muchas gracias.


Fuente: La Santa Sede

viernes, 26 de abril de 2013

Mensaje de María Reina de la Paz 25-04-13



         “¡Queridos hijos! Oren, oren, y sólo oren, hasta que su corazón se abra a la fe, como una flor se abre a los cálidos rayos del sol. Este es un tiempo de gracia que Dios les da a través de mi presencia, sin embargo, ustedes están lejos de mi Corazón, por eso los invito a la conversión personal y a la oración familiar. Que la Sagrada Escritura sea siempre un estímulo para ustedes. Los bendigo a todos con mi bendición maternal. Gracias por haber respondido a mi llamado.”

jueves, 25 de abril de 2013

Rendid a Yahvé. Canción




Rendid a Yahvé santos del Señor 
gloria y poder al que hace la creación. 
Rendid honor al glorioso nombre del Señor 
y alabarlo en su santo esplendor. 

Sobre los mares resuena la voz de Dios 
Glorioso es Dios su voz hace temblar 
que poderosa es la voz del Altisimo 
Aleluya, su voz descuaja los cedros del líbano 
Aleluya, la voz del Señor lanza llamas de fuego. 
Aleluya, sacude los montes la voz del Altisimo 
Aleluya, y en su santuario gritan GLORIA. 

Sentado está Dios sobre la tempestad, 
sentado está Yahvé cual Rey Eterno. 
La fuerza da al que pone su confianza en Él 
Yahvé bendice a su pueblo con paz. 

Sobre los mares resuena la voz de Dios 
Glorioso es Dios su voz hace temblar 
que poderosa es la voz del Altisimo 
Aleluya, su voz descuaja los cedros del líbano 
Aleluya, la voz del Señor lanza llamas de fuego. 
Aleluya, sacude los montes la voz del Altisimo 
Aleluya, y en su santuario gritan GLORIA.




miércoles, 24 de abril de 2013

Domingo 4° del Tiempo de Pascua Ciclo C 21-04-13


El pastor da la vida por sus ovejas
Cuando Jesús se presenta como buen pastor, puede florecer en nosotros una figura tierna o campesina de un buen hombre en medio de sus ovejas. La realidad que muestra el evangelio es muy distinta: es la de una persona capaz de dar su vida para salvar a sus ovejas del peligro. Quienes rechazaban a Jesús, lo criticaban y buscaban cómo condenarlo, interpretaban sus palabras de manera muy acotada. Para ellos “pastor” era lo mismo que decir “rey, autoridad”. “Dios ha dado un pastor a su pueblo”, dice la escritura cuando David es ungido. Hasta el emperador Ciro es llamado “pastor”. Casi siempre, cuando pensamos en pastores, imaginamos a obispos, sacerdotes y al mismo Papa. Pero si meditamos este evangelio, nos daremos cuenta de que todos los cristianos somos pastores: los padres, los maestros, los hermanos, los catequistas, los religiosos… Todos somos guías, los unos de los otros. Todos somos siervos, los unos de los otros. Dar la vida no por dinero o fama, sino por amor a las ovejas. Eso es lo que distingue al buen pastor de los pastores de oficio y rentados. En este día, Jornada mundial de oración por las vocaciones, recordemos que, para seguir al Señor, hay que estar enamorados de él y de las ovejas. Es una manera muy concreta de pensar y rezar por las vocaciones, que también nos ayudará a comprender a los que deciden consagrar su vida por amor sin esperar nada a cambio.
P. Aderico Dolzani, ssp.
PRIMERA LECTURA
Hech 13, 14. 43-52

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

En aquellos días: Pablo y Bernabé continuaron su viaje, y de Perge fueron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron. Cuando se disolvió la asamblea, muchos judíos y prosélitos que adoraban a Dios siguieron a Pablo y a Bernabé. Éstos conversaban con ellos, exhortándolos a permanecer fieles a la gracia de Dios. Casi toda la ciudad se reunió el sábado siguiente para escuchar la Palabra de Dios. Al ver esa multitud, los judíos se llenaron de envidia y con injurias contradecían las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron: "A ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra del Señor, pero ya que la rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los paganos. Así nos ha ordenado el Señor: 'Yo te he establecido para ser la luz de las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra'". Al oír esto, los paganos, llenos de alegría, alabaron la Palabra de Dios, y todos los que estaban destinados a la Vida eterna abrazaron la fe. Así la Palabra del Señor se iba extendiendo por toda la región. Pero los judíos instigaron a unas mujeres piadosas que pertenecían a la aristocracia y a los principales de la ciudad, provocando una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de su territorio. Estos, sacudiendo el polvo de sus pies en señal de protesta contra ellos, se dirigieron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaron llenos de alegría y del Espíritu Santo.

Palabra de Dios.

SALMO
Sal 99, 1b-3. 5

Somos su pueblo y ovejas de su rebaño. O bien: Aleluya.

Aclame al Señor toda la tierra,
sirvan al Señor con alegría,
lleguen hasta él con cantos jubilosos. 

Reconozcan que el Señor es Dios:
Él nos hizo y a él pertenecemos;
somos su pueblo y ovejas de su rebaño. 

¡Qué bueno es el Señor!
Su misericordia permanece para siempre,
y su fidelidad por todas las generaciones. 

SEGUNDA LECTURA
Apoc 7, 9. 14b-17

Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo, Juan, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar, formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas; llevaban palmas en la mano. Y uno de los Ancianos me dijo: "Éstos son los que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios y le rinden culto día y noche en su Templo. El que está sentado en el trono extenderá su carpa sobre ellos: nunca más padecerán hambre ni sed, ni serán agobiados por el sol o el calor. Porque el Cordero que está en medio del trono será su Pastor y los conducirá hacia los manantiales de agua viva. Y Dios secará toda lágrima de sus ojos".

Palabra de Dios.

Resucitó el buen Pastor, que dio la vida por sus ovejas y se entregó a la muerte por su rebaño. Aleluya.

EVANGELIO
Jn 10, 27-30

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Jesús dijo: "Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa".

Palabra del Señor.




ORDENACIÓN SACERDOTAL
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Basílica Vaticana
IV Domingo de Pascua, 21 de abril de 2013


La homilía pronunciada por el Santo Padre corresponde sustancialmente a la «Homilía ritual» prevista en el Pontifical Romano para la ordenación de presbíteros, a la cual el Papa ha aportado algunas modificaciones personales.

Queridos hermanos y hermanas

Ahora que estos hermanos e hijos nuestros van a ser ordenados presbíteros, conviene considerar a qué ministerio acceden en la Iglesia.
Aunque, en verdad, todo el pueblo santo de Dios es sacerdocio real en Cristo, sin embargo, nuestro sumo Sacerdote, Jesucristo, eligió algunos discípulos que en la Iglesia desempeñaran, en nombre suyo, el oficio sacerdotal para el bien de los hombres. No obstante, el Señor Jesús quiso elegir entre sus discípulos a algunos en particular, para que, ejerciendo públicamente en la Iglesia en su nombre el oficio sacerdotal en favor de todos los hombres, continuaran su misión personal de maestro, sacerdote y pastor. Él mismo, enviado por el Padre, envió a su vez a los Apóstoles por el mundo, para continuar sin interrupción su obra de Maestro, Sacerdote y Pastor por medio de ellos y de los Obispos, sus sucesores. Y los presbíteros son colaboradores de los Obispos, con quienes en unidad de sacerdocio, son llamados al servicio del Pueblo de Dios.

jueves, 18 de abril de 2013

Jesús es nuestro abogado defensor y eleva la humanidad hacia Dios, recuerda Francisco

Traducción del texto completo de la catequesis del Santo Padre en italiano

          Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
en el Credo, encontramos la afirmación de que Jesús "subió a los cielos y está sentado a la diestra del Padre." La vida terrenal de Jesús culmina en el evento de la Ascensión, que es cuando Él pasa de este mundo al Padre, y se levanta a su derecha. ¿Cuál es el significado de este evento? ¿Cuáles son las consecuencias para nuestra vida? ¿Qué significa contemplar a Jesús sentado a la diestra del Padre? Sobre esto,dejémonos guiar por el evangelista Lucas.

          Partimos en el momento en que Jesús decide emprender su última peregrinación a Jerusalén. San Lucas anota: "Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén" (Lc 9,51). Mientras "asciende" a la Ciudad santa, donde se llevará a cabo su "éxodo" de esta vida, Jesús ve ya la meta, el Cielo, pero sabe que el camino que lo lleva de nuevo a la gloria del Padre pasa a través de la Cruz, a través de la obediencia al designio divino de amor por la humanidad. El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que "la elevación en la Cruz significa y anuncia la elevación de la ascensión al cielo" (n. 661). También nosotros tenemos que tener claro en nuestra vida cristiana, que entrar en la gloria de Dios exige la fidelidad cotidiana a su voluntad, incluso cuando requiere sacrificio, y requiere a veces cambiar nuestros planes. La Ascensión de Jesús ocurre concretamente en el Monte de los Olivos, cerca del lugar donde se había retirado en oración antes de lau pasión para permanecer en profunda unión con el Padre: una vez más, vemos que la oración nos da la gracia de vivir fieles al proyecto Dios.

Domingo 3° del Tiempo de Pascua Ciclo C 14-04-13

El amor perdona todo

Pedro se había “enamorado” del Mesías a primera vista. Por él había abandonado todo en un instante: familia, barca, trabajo. Esto no quiere decir que no le haya costado. En cierta ocasión, preguntó a Jesús qué podían esperar ellos que lo habían abandonado todo… Él había manifestado al Maestro, varias veces, una fidelidad incondicional. Había sido el primero en expresar sus sentimientos y jurar que por él estaba dispuesto a morir. Se entusiasmaba con el proyecto de Jesús, o mejor dicho, con el que él suponía que Jesús tenía. Pero tuvo mucho que aprender. Jesús iba más lejos de lo que él pensaba y esperaba, y le llenó la vida de sorpresas. Un momento muy amargo fue el de la Pasión con la traición al Maestro al negarlo tres veces. Después de los sucesos de Jerusalén, el grupo de los discípulos había vuelto a Galilea, al mar de Tiberíades. Y Pedro invita a ir a pescar…Pasa toda la noche sin sacar nada. Y al amanecer, cuando ya termina el buen momento de la pesca, un extraño los invita a tirar la red al otro lado, y no salen del asombro por el inesperado resultado. Jesús los espera en la playa con pescado y pan… Da gracias, y los invita a comer… Los gestos recuerdan la última cena y el encuentro de Emaús. El lugar les recuerda que precisamente a orillas de ese lago, Jesús había saciado el hambre de más de cinco mil personas con pan y pescado… exactamente como en ese instante. Cuántos recuerdos habrán vuelto a la memoria de los apóstoles… A la triple negación de Pedro, se contrapone una triple manifestación de amor. Pedro demuestra su amor incondicional. Jesús lo recibe, lo sana, lo hace una nueva criatura y le confía el rebaño. También le anuncia que va a morir como él. Pedro nunca olvidará su confesión de amor, como tampoco su negación y la profecía de Jesús. Ésta es la experiencia del creyente: muchas veces hemos herido el amor del Señor, tantas y más veces nos ha sanado. Somos testigos vivientes de un amor que es más fuerte que la muerte.
P. Aderico Dolzani, ssp.

PRIMERA LECTURA
Hech 5, 27-32. 40b-41

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Cuando los Apóstoles fueron llevados al Sanedrín, el Sumo Sacerdote les dijo: "Nosotros les habíamos prohibido expresamente predicar en ese Nombre, y ustedes han llenado Jerusalén con su doctrina. ¡Así quieren hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre!". Pedro, junto con los Apóstoles, respondió: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado a Jesús, al que ustedes hicieron morir suspendiéndolo del patíbulo. A él, Dios lo exaltó con su poder, haciéndolo Jefe y Salvador, a fin de conceder a Israel la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo que Dios ha enviado a los que le obedecen". Después de hacerlos azotar, les prohibieron hablar en el nombre de Jesús y los soltaron. Los Apóstoles, por su parte, salieron del Sanedrín, dichosos de haber sido considerados dignos de padecer por el Nombre de Jesús.

Palabra de Dios.

SALMO
Sal 29, 2. 4-6. 11-12a. 13b

Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste. O bien: Aleluya.

Yo te glorifico, Señor, porque tú me libraste
y no quisiste que mis enemigos se rieran de mí.
Tú, Señor, me levantaste del Abismo
y me hiciste revivir,
cuando estaba entre los que bajan al sepulcro. 

Canten al Señor, sus fieles;
den gracias a su santo Nombre,
porque su enojo dura un instante,
y su bondad, toda la vida:
si por la noche se derraman lágrimas,
por la mañana renace la alegría. 

"Escucha, Señor, ten piedad de mí;
ven a ayudarme, Señor".
Tú convertiste mi lamento en júbilo.
¡Señor, Dios mío, te daré gracias eternamente! 

SEGUNDA LECTURA
Apoc 5, 11-14

Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo, Juan, oí la voz de una multitud de Ángeles que estaban alrededor del trono, de los Seres Vivientes y de los Ancianos. Su número se contaba por miles y millones, y exclamaban con voz potente: "El Cordero que ha sido inmolado es digno de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza". También oí que todas las criaturas que están en el cielo, sobre la tierra, debajo de ella y en el mar, y todo lo que hay en ellos, decían: "Al que está sentado sobre el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y poder, por los siglos de los siglos". Los cuatro Seres Vivientes decían: "¡Amén!", y los Ancianos se postraron en actitud de adoración.

Palabra de Dios.

Aleluya. Resucitó Cristo, que creó todas las cosas y tuvo misericordia de su pueblo. Aleluya.

EVANGELIO
Jn 21, 1-19

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "Vamos también nosotros". Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿tienen algo para comer?". Ellos respondieron: "No". Él les dijo: "Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán". Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: "¡Es el Señor!". Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar". Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: "Vengan a comer". Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres?", porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Ésta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?". Él le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". Le volvió a decir por segunda vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?". Él le respondió: "Sí, Señor, sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas". Le preguntó por tercera vez: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?". Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: "Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras". De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: "Sígueme".

Palabra del Señor.


CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Basílica de San Pablo Extramuros
III Domingo de Pascua, 14 de abril de 2013

 Queridos Hermanos y Hermanas:


Me alegra celebrar la Eucaristía con ustedes en esta Basílica. Saludo al Arcipreste, el Cardenal James Harvey, y le agradezco las palabras que me ha dirigido; junto a él, saludo y doy las gracias a las diversas instituciones que forman parte de esta Basílica, y a todos vosotros. Estamos sobre la tumba de san Pablo, un humilde y gran Apóstol del Señor, que lo ha anunciado con la palabra, ha dado testimonio de él con el martirio y lo ha adorado con todo el corazón. Estos son precisamente los tres verbos sobre los que quisiera reflexionar a la luz de la Palabra de Dios que hemos escuchado: anunciar, dar testimonio, adorar.
1. En la Primera Lectura llama la atención la fuerza de Pedro y los demás Apóstoles. Al mandato de permanecer en silencio, de no seguir enseñando en el nombre de Jesús, de no anunciar más su mensaje, ellos responden claramente: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Y no los detiene ni siquiera el ser azotados, ultrajados y encarcelados. Pedro y los Apóstoles anuncian con audacia, con parresia, aquello que han recibido, el Evangelio de Jesús. Y nosotros, ¿somos capaces de llevar la Palabra de Dios a nuestros ambientes de vida? ¿Sabemos hablar de Cristo, de lo que representa para nosotros, en familia, con los que forman parte de nuestra vida cotidiana? La fe nace de la escucha, y se refuerza con el anuncio.

Catequesis del Papa 10-04-13


PAPA FRANCISCO
AUDIENCIA GENERAL
Plaza de San Pedro
Miércoles 10 de abril de 2013

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la catequesis pasada nos detuvimos en el acontecimiento de la Resurrección de Jesús, donde las mujeres tuvieron un papel especial. Hoy quisiera reflexionar sobre su alcance salvífico. ¿Qué significa la Resurrección para nuestra vida? Y, ¿por qué sin ella es vana nuestra fe? Nuestra fe se funda en la muerte y resurrección de Cristo, igual que una casa se asienta sobre los cimientos: si ceden, se derrumba toda la casa. En la cruz, Jesús se ofreció a sí mismo cargando sobre sí nuestros pecados y bajando al abismo de la muerte, y en la Resurrección los vence, los elimina y nos abre el camino para renacer a una vida nueva. San Pedro lo expresa sintéticamente al inicio de su Primera Carta, como hemos escuchado: «Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor, Jesucristo, que, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva; para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible» (1, 3-4).

Domingo de la Divina Misericordia Ciclo C 7-04-13


Jesús dijo que somos bienaventurados
Como el apóstol Tomás, todos queremos pruebas de lo que nos dicen. Nadie quiere pasar por ingenuo con tantos cuentos sobre la religión que dan vueltas. La cultura de hoy exige el “está científicamente comprobado”, como un sello de garantía. En las escuelas, en las universidades, se enseña que todo debe ser demostrable, comprobado. Por eso es que queremos ver para creer. Paradójicamente, la credulidad se manifiesta por la fe que damos a los medios de comunicación, en especial a la televisión, que nos muestra lo que aparenta ser verdad en los líderes ideológicos, la publicidad, los vendedores de espiritualidad… A veces, se pretenden milagros para creer. Pero no se advierte que estos no proveen la fe ni la hacen, sino que la fe hace los milagros, cuando Dios quiere dar su gracia. Tomás tuvo la gracia de “ver” y “creer”. Pero también recibió un reproche amoroso por incrédulo, y más aún por haberse alejado de la comunidad y dudar del testimonio que recibía de sus hermanos. No tengamos miedo de presentar al Señor nuestras faltas de fe, nuestra incredulidad. El Señor no nos rechazará por eso, sino que se acercará más todavía. El Señor nos quiere apóstoles, colaboradores. Lo seremos sólo si lo reconocemos libremente, como Tomás, Pablo, Teresa de Calcuta y muchos otros. Las pruebas y las demostraciones teológicas no dan la fe, que es un don de Dios que llega a través de la aceptación del evangelio y del testimonio de la comunidad creyente. Si no vivimos en la unidad de la comunidad y no compartimos alegremente, es muy difícil recibir la paz y la alegría que da el resucitado, esa bienaventuranza que el Señor pronunció para todos los que creen.
P. Aderico Dolzani, ssp.
"La Fiesta de la Divina Misericordia se celebra el primer Domingo después del Domingo de Pascua. Sor María Faustina, apóstol de la Divina Misericordia, forma parte del círculo de santos de la Iglesia más conocidos. A través de ella, el Señor Jesús transmite al mundo el gran mensaje de la Divina Misericordia y presenta el modelo de la perfección cristiana basada sobre la confianza en Dios y la actitud de caridad hacia el prójimo" (http://es.catholic.net/celebraciones/120/3051/articulo.php?id=16783).

PRIMERA LECTURA
Hech 5, 12-16

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Los Apóstoles hacían muchos signos y prodigios en el pueblo. Todos solían congregarse unidos en un mismo espíritu, bajo el pórtico de Salomón, pero ningún otro se atrevía a unirse al grupo de los Apóstoles, aunque el pueblo hablaba muy bien de ellos. Aumentaba cada vez más el número de los que creían en el Señor, tanto hombres como mujeres. Y hasta sacaban a los enfermos a las calles, poniéndolos en catres y camillas, para que cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. La multitud acudía también de las ciudades vecinas a Jerusalén, trayendo enfermos o poseídos por espíritus impuros, y todos quedaban sanados.

Palabra de Dios.

SALMO
Sal 117, 2-4. 13-15. 22-27a

¡Den gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor! O bien: Aleluya.

Que lo diga el pueblo de Israel: ¡es eterno su amor!
Que lo diga la familia de Aarón: ¡es eterno su amor!
Que lo digan los que temen al Señor:
¡es eterno su amor! 

La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
Éste es el día que hizo el Señor:
alegrémonos y regocijémonos en él. 

Sálvanos, Señor, asegúranos la prosperidad.
¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Nosotros los bendecimos desde la Casa del Señor:
el Señor es Dios, y él nos ilumina.

SEGUNDA LECTURA
Apoc 1, 9-11a. 12-13. 17-19

Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las tribulaciones, el Reino y la espera perseverante en Jesús, estaba en la isla de Patmos, a causa de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesús. El Día del Señor fui arrebatado por el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte como una trompeta, que decía: "Escribe en un libro lo que ahora vas a ver, y mándalo a las siete iglesias que están en Asia". Me di vuelta para ver de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre, revestido de una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de oro. Al ver esto, caí a sus pies, como muerto, pero él, tocándome con su mano derecha, me dijo: "No temas: Yo soy el Primero y el Último, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y del Abismo. Escribe lo que has visto, lo que sucede ahora y lo que sucederá en el futuro".

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Jn 20, 19-31

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: "¡Hemos visto al Señor!". Él les respondió: "Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré". Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: "¡La paz esté con ustedes!". Luego dijo a Tomás: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe". Tomás respondió: "¡Señor mío y Dios mío!". Jesús le dijo: "Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!". Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Éstos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

Palabra del Señor.


HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Basílica de San Juan de Letrán
II Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia, 7 de abril de 2013


Con gran alegría celebro por primera vez la Eucaristía en esta Basílica Lateranense, catedral del Obispo de Roma. Saludo con sumo afecto al querido Cardenal Vicario, a los Obispos auxiliares, al Presbiterio diocesano, a los Diáconos, a las Religiosas y Religiosos y a todos los fieles laicos. Saludo asimismo al señor Alcalde, a su esposa y a todas las Autoridades. Caminemos juntos a la luz del Señor Resucitado.
1. Celebramos hoy el segundo domingo de Pascua, también llamado «de la Divina Misericordia». Qué hermosa es esta realidad de fe para nuestra vida: la misericordia de Dios. Un amor tan grande, tan profundo el que Dios nos tiene, un amor que no decae, que siempre aferra nuestra mano y nos sostiene, nos levanta, nos guía.
2. En el Evangelio de hoy, el apóstol Tomás experimenta precisamente esta misericordia de Dios, que tiene un rostro concreto, el de Jesús, el de Jesús resucitado. Tomás no se fía de lo que dicen los otros Apóstoles: «Hemos visto el Señor»; no le basta la promesa de Jesús, que había anunciado: al tercer día resucitaré. Quiere ver, quiere meter su mano en la señal de los clavos y del costado. ¿Cuál es la reacción de Jesús? La paciencia: Jesús no abandona al terco Tomás en su incredulidad; le da una semana de tiempo, no le cierra la puerta, espera. Y Tomás reconoce su propia pobreza, la poca fe: «Señor mío y Dios mío»: con esta invocación simple, pero llena de fe, responde a la paciencia de Jesús. Se deja envolver por la misericordia divina, la ve ante sí, en las heridas de las manos y de los pies, en el costado abierto, y recobra la confianza: es un hombre nuevo, ya no es incrédulo sino creyente.