miércoles, 5 de marzo de 2014

Solemnidad de Santa María Madre de Dios 1-01-14

PRIMERA LECTURA
Libro de los Números 6,22-27. 

El Señor dijo a Moisés:
Habla en estos términos a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los israelitas. Ustedes les dirán:
Que el Señor te bendiga y te proteja.
Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia.
Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz.
Que ellos invoquen mi Nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré.


Salmo 67(66),2-3.5.6.8. 

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,
nos ponga bajo la luz de su rostro!
Para que conozcan en la tierra tu camino,
tu salvación en todas la naciones.

Que los poblados se alegren y te canten.
Pues tú juzgas los pueblos con justicia,
tú riges a los pueblos de la tierra.
Que los pueblos te den gracias, oh Dios,
que todos los pueblos te den gracias.

Que nos bendiga Dios, y sea temido
hasta los confines de la tierra.

SEGUNDA LECTURA
Carta de San Pablo a los Gálatas 4,4-7. 

Pero cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley,
para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.
Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo" ¡Abba!, es decir, ¡Padre!
Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.

EVANGELIO
Evangelio según San Lucas 2,16-21. 

Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre.
Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño,
y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.
Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.
Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido.
Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el Angel antes de su concepción.


Comentario del Evangelio porBeato Juan Pablo II

Mensaje Urbi et Orbi del 25 de diciembre de 2002

María, madre del Príncipe de la paz (Is 9,5)

    "Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado" (Is 9, 5)… Contemplemos con María el rostro de Cristo: en aquel Niño… es Dios quien viene a visitarnos “para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (cf. Lc 1, 79). María lo contempla… interrogándose sobre el sentido de los prodigios que rodean el misterio de la Navidad.

    La Navidad es misterio de alegría. Los ángeles… han anunciado el acontecimiento a los pastores como "una gran alegría, que lo será para todo el pueblo" (Lc 2, 10). (…) Alegría, a pesar de estar lejos de casa, a pesar de la pobreza del pesebre, a pesar de la indiferencia del pueblo, a pesar de la hostilidad del poder.
    La Navidad es misterio de amor. Amor del Padre, que ha enviado al mundo a su Hijo unigénito, para darnos su misma vida (cf. 1 Jn 4, 8-9). Amor del "Dios con nosotros", el Emmanuel (cf. Mt 1,23), que ha venido a la tierra para morir en la cruz. En el frío Portal, en medio del silencio, la Virgen Madre presiente ya en su corazón el drama del Calvario… El Príncipe de la paz, que nace hoy en Belén, dará su vida en el Gólgota para que en la tierra reine el amor.
    La Navidad es misterio de paz. Desde el portal de Belén se eleva hoy un llamamiento apremiante para que el mundo no caiga en la suspicacia, la sospecha y la desconfianza, aunque el trágico fenómeno del terrorismo acreciente incertidumbres y temores. Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz… 
    Junto a ti, Virgen Madre, permanecemos en contemplación ante el pesebre donde está acostado el Niño, para participar de tu mismo asombro ante la inmensa condescendencia de Dios. Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de los miembros de tu Hijo. Enséñanos a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura. Ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que también los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, caracterizado aún por tensos contrastes e inauditas violencias, reconozcan en el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo, fuente inagotable de la auténtica paz, a la que todos aspiran en lo más íntimo de su corazón.


Fuente: El Evangelio del Día

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