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La deuda externa, que paraliza la vida de tantos pueblos es una señal. El movimiento migratorio de seres humanos es una señal.
Dios regala una señal siempre nueva: Jesús. Todos lo de Jesús es precioso: su forma de tratar a los pobres, sus gestos, su coherencia, su entrega total.
Donde tú estás Jesús, siempre hay vida.
Tú eres la respuesta a nuestras necesidades más profundas.
Tú estás presente en nuestra tarea misionera.
Fuente: Revista Orar
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