Te miro gozoso, Madre de Luján
tu imagen pequeña está llena de luz,
celeste tu manto, por Pura y por Limpia,
tu túnica blanca, virginal.
Tus rayos de oro, vestida de sol,
toda santa y llena de tu Hijo Jesús.
A tus pies la luna...,
a Ti se somete la creación...
Corona de estrellas, son doce,
las tribus y Apóstoles que eligió el Señor,
con ellos sus pueblos, nosotros,
somos tu corona, te la puso Dios.
Otra corona, ceñida en tu frente;
corona de Reina de la Argentina,
de la que eres Patrona, Patrona jurada.
Por eso el escudo que brilla en la luna,
también en la túnica, es tu posesión.
Reluce el Rosario, regalo de tu hijo,
el Papa que quiso postrarse ante Ti.
Tus manos se juntan....
tus ojos se entornan...
estás suplicando por nuestra Nación.
Como Señora y Reina
y Madre de todos,
recorres dominios corriendo los siglos,
llevando consuelo, salud, Esperanza,
brindando las gracias del Redentor.
No hay pueblo que nos visitaras,
Mediadora de su Corazón:
aquí y allá te quedaste
para más estar con tus hijos.
Llegaste a Luján, fundaste tu Villa,
hoy convertida en tu Capital,
te hicimos Capilla,
pequeña, de barro,
y luego un templo, y otro más.
Y un cura santo alzó tu Santuario,
de suma belleza, casi celestial.
Magno palacio, digno de la Reina,
y cálida Casa, maternal.
Allá peregrinan, cantando, los tuyos,
caminan, caminan, hasta divisar
sus dos altas torres, "dos gritos al Cielo"...
y dentro
donde el Señor te ilumina,
"lo más profundo del alma argentina.
G. S.
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