lunes, 13 de abril de 2015

Fiesta de la Divina Misericordia. 12-04-15



¿Cuál es la esencia de la devoción a la Divina Misericordia?

           Estas son la confianza en Dios y la misericordia hacia nuestros semejantes. Esta fiesta es un regalo del mismo Cristo, quien es la misericordia misma y desea darnos una última tabla de salvación frente a la difícil situación que vivimos en estos tiempos de confusión y de falta de fe. 

Celebración de la fiesta de la Misericordia

         El Señor Jesús desea que ese día la imagen de la Misericordia sea bendecida solemnemente y venerada en público, es decir, litúrgicamente; que los sacerdotes hablen a las almas de esta inmensa e insondable misericordia de Dios.
         Los fieles, para recibir estos grandes dones con los cuales el Señor Jesús desea colmar a cada hombre y a toda la humanidad, tienen que estar en estado de la gracia santificante (después de confesarse), cumplir las condiciones de la devoción a la Divina Misericordia, es decir, confiar en Dios y amar activamente al prójimo, y beber de la Fuente de Vida, es decir, recibir la santa Comunión.

Consagración a la Divina Misericordia


¡Oh, Jesús Misericordioso!. Tu Bondad es infinita y los tesoros de Tu Gracia son inagotables. Me abandono a Tu Misericordia que sobrepuja todas Tus obras. Me consagro enteramente a Ti para vivir bajo los rayos de Tu Gracia y de Tu amor que brotaron de Tu Corazón traspasado en la Cruz.
Quiero dar a conocer Tu Misericordia, por medio de las obras de misericordia corporales y espirituales, especialmente con los pecadores, consolando y asistiendo a los pobres afligidos y enfermos. Más, Tú me protegerás como cosa tuya, pues todo lo temo de mi debilidad y todo lo espero de Tu Misericordia.
Que toda la humanidad comprenda el abismo insondable de Tu Misericordia, a fin de que poniendo toda su esperanza en ella pueda ensalzarla por toda la Eternidad. 
Amén.


Para saber más sobre esta fiesta pueden leer aquí.

Fuente: ¡Jesús en vos confío!


domingo, 12 de abril de 2015

Bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia. 11-04-15

Misericordiae Vultus
BULA DE CONVOCACIÓN
DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO
DE LA MISERICORDIA


FRANCISCO
OBISPO DE ROMA
SIERVO DE LOS SIERVOS DE DIOS
A CUANTOS LEAN ESTA CARTA
GRACIA, MISERICORDIA Y PAZ

           1. Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre. El misterio de la fe cristiana parece encontrar su síntesis en esta palabra. Ella se ha vuelto viva, visible y ha alcanzado su culmen en Jesús de Nazaret. El Padre, « rico de misericordia » (Ef 2,4), después de haber revelado su nombre a Moisés como « Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira, y pródigo en amor y fidelidad » (Ex34,6) no ha cesado de dar a conocer en varios modos y en tantos momentos de la historia su naturaleza divina. En la « plenitud del tiempo » (Gal 4,4), cuando todo estaba dispuesto según su plan de salvación, Él envió a su Hijo nacido de la Virgen María para revelarnos de manera definitiva su amor. Quien lo ve a Él ve al Padre (cfr Jn 14,9). Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona[1] revela la misericordia de Dios.
            2. Siempre tenemos necesidad de contemplar el misterio de la misericordia. Es fuente de alegría, de serenidad y de paz. Es condición para nuestra salvación. Misericordia: es la palabra que revela el misterio de la Santísima Trinidad. Misericordia: es el acto último y supremo con el cual Dios viene a nuestro encuentro. Misericordia: es la ley fundamental que habita en el corazón de cada persona cuando mira con ojos sinceros al hermano que encuentra en el camino de la vida. Misericordia: es la vía que une Dios y el hombre, porque abre el corazón a la esperanza de ser amados no obstante el límite de nuestro pecado.
            3. Hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a tener la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre. Es por esto que he anunciado un Jubileo Extraordinario de la Misericordia como tiempo propicio para la Iglesia, para que haga más fuerte y eficaz el testimonio de los creyentes.
El Año Santo se abrirá el 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción. Esta fiesta litúrgica indica el modo de obrar de Dios desde los albores de nuestra historia. Después del pecado de Adán y Eva, Dios no quiso dejar la humanidad en soledad y a merced del mal. Por esto pensó y quiso a María santa e inmaculada en el amor (cfr Ef 1,4), para que fuese la Madre del Redentor del hombre. Ante la gravedad del pecado, Dios responde con la plenitud del perdón. La misericordia siempre será más grande que cualquier pecado y nadie podrá poner un límite al amor de Dios que perdona. En la fiesta de la Inmaculada Concepción tendré la alegría de abrir la Puerta Santa. En esta ocasión será una Puerta de la Misericordia, a través de la cual cualquiera que entrará podrá experimentar el amor de Dios que consuela, que perdona y ofrece esperanza.
El domingo siguiente, III de Adviento, se abrirá la Puerta Santa en la Catedral de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán. Sucesivamente se abrirá la Puerta Santa en las otras Basílicas Papales. Para el mismo domingo establezco que en cada Iglesia particular, en la Catedral que es la Iglesia Madre para todos los fieles, o en la Concatedral o en una iglesia de significado especial se abra por todo el Año Santo una idéntica Puerta de la Misericordia. A juicio del Ordinario, ella podrá ser abierta también en los Santuarios, meta de tantos peregrinos que en estos lugares santos con frecuencia son tocados en el corazón por la gracia y encuentran el camino de la conversión. Cada Iglesia particular, entonces, estará directamente comprometida a vivir este Año Santo como un momento extraordinario de gracia y de renovación espiritual. El Jubileo, por tanto, será celebrado en Roma así como en las Iglesias particulares como signo visible de la comunión de toda la Iglesia.

Domingo 2º de Pascua o de la Divina Misericordia. Ciclo B 12-04-15

Antífona de entrada          1Ped 2, 2

Como niños recién nacidos, deseen la leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación. Aleluya.

O bien:         Esd 2, 36-37

Celebren con alegría su victoria dando gracias a Dios, que los llamó a su reino celestial. Aleluya.

Oración colecta 
    
Dios de eterna misericordia, que en la celebración anual de las fiestas pascuales reavivas la fe del Pueblo santo, acrecienta en nosotros los dones de tu gracia para comprender, verdaderamente, la inestimable grandeza del bautismo que nos purificó, del Espíritu que nos regeneró y de la sangre que nos redimió. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

1ª Lectura    Hech 4, 32-35
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino que todo era común entre ellos. Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima. Ninguno padecía necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno según sus necesidades.
Palabra de Dios.

Comentario

Nos encontramos ante una hermosa propuesta: Romper los egoísmos, salir de nuestras individualidades y mirar las necesidades de los hermanos. Se trata de todo un proyecto de vida para la Iglesia, que no es una suma de individualidades, sino la familia de Dios.

Salmo 117, 2-4. 16-18. 22-24
R. ¡Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterno su amor!

Que lo diga el pueblo de Israel:
¡Es eterno su amor!
Que lo diga la familia de Aarón:
¡Es eterno su amor!
Que lo digan los que temen al Señor:
¡Es eterno su amor! 

“La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas”.
No, no moriré:
Viviré para publicar lo que hizo el Señor.
El Señor me castigó duramente,
pero no me entregó a la muerte. 

La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
 Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
Este es el día que hizo el Señor:
Alegrémonos y regocijémonos en él. 

2ª Lectura    1Jn 5, 1-6
Lectura de la primera carta de san Juan.

Queridos hermanos: El que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha nacido de él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos. El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la verdad.
Palabra de Dios.

Comentario

Hay como una secuencia lógica en este mensaje, una relación profunda entre el amor a Dios y los hermanos, viviendo una vida coherente y cumpliendo la ley de Dios. No podemos separar ninguno de estos términos sin atentar precisamente contra nuestra misma fe.

Aleluya        Jn 20, 29
Aleluya. “Ahora crees, Tomás, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”, dice el Señor. Aleluya.

Evangelio     Jn 20, 19-31
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Al atardecer del primer día de la semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”. Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. Él les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”. Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Palabra del Señor.

Comentario

“Cuando queremos evidencias, cuando queremos sentir las verdades de la fe, estamos imitando la incredulidad de Tomás. Y Cristo le dice a Tomás: ‘porque has visto, has creído. Bienaventurados los que sin ver, creen’. Ustedes y yo, queridos hermanos, vivimos de una fe porque creemos sin haber visto. Y muchos dicen que esto es una estupidez, pero yo les digo: No hay sabiduría más grande que esta que Cristo predica este domingo: La FE. ¡Esta es la victoria que vence al mundo! Dice la segunda carta de san Juan, hoy: ‘¡La victoria que vence al mundo, es creer que Jesucristo es Dios!’” (Mons. O. Romero, 22/4/1979).

Oración sobre las ofrendas   
     
Recibe, Señor, las ofrendas que te presentamos (junto con los recién bautizados), y haz que, renovados por la confesión de tu nombre y por el bautismo, lleguemos a la felicidad eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión        cf. Jn 20, 27

Acerca tu mano, y reconoce el lugar de los clavos: en adelante no seas incrédulo, sino fiel. Aleluya.

Oración después de la comunión

Dios todopoderoso, concédenos que los frutos del sacramento pascual que hemos recibido, permanezcan siempre en nuestros corazones. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Fuente: San Pablo

Mensaje de la Reina de la Paz. 2-04-15



           "¡Queridos hijos! Los he elegido, apóstoles míos, porque todos llevan dentro de sí algo hermoso. Ustedes me pueden ayudar a fin de que el amor por el cual murió mi Hijo, y luego resucitó, venza nuevamente. Por eso los invito, apóstoles míos, a que en toda criatura de Dios, en todos mis hijos, procuren ver algo bueno y a que intenten comprenderlos. Hijos míos, todos ustedes son hermanos y hermanas por el mismo Espíritu Santo. Llenos de amor hacia mi Hijo, pueden hablar de lo que saben a todos aquellos que no han conocido ese amor. Ustedes han conocido el amor de mi Hijo, han comprendido su Resurrección y ponen sus ojos con alegría en Él. Mi deseo maternal es que todos mis hijos estén unidos en el amor hacia Jesús. Por eso los invito, apóstoles míos, a vivir la Eucaristía con alegría, porque en la Eucaristía mi Hijo se da a ustedes siempre de nuevo y con su ejemplo les muestra el amor y el sacrificio por el prójimo. Les doy las gracias."

Fuente: Rosas para la Gospa

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor. Ciclo B. 5-04-15

Libro de los Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43. 

          Pedro, tomando la palabra, dijo:"Ustedes ya saben qué ha ocurrido en toda Judea, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicaba Juan: cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo, llenándolo de poder. El pasó haciendo el bien y curando a todos los que habían caído en poder del demonio, porque Dios estaba con él. 
           Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en Jerusalén. Y ellos lo mataron, suspendiéndolo de un patíbulo. 
           Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió que se manifestara, no a todo el pueblo, sino a testigos elegidos de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con él, después de su resurrección. 
           Y nos envió a predicar al pueblo, y atestiguar que él fue constituido por Dios Juez de vivos y muertos. 
           Todos los profetas dan testimonio de él, declarando que los que creen en él reciben el perdón de los pecados, en virtud de su Nombre". 

Salmo 118(117),1-2.16ab-17.22-23.
 
¡Den gracias al Señor, porque es bueno, 
porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel: 
¡es eterno su amor!

La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas.
No, no moriré: 
viviré para publicar lo que hizo el Señor.

La piedra que desecharon los constructores 
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor 
y es admirable a nuestros ojos.

Carta de San Pablo a los Colosenses 3,1-4.

Hermanos: 
            Ya que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes del cielo donde Cristo está sentado a la derecha de Dios. Tengan el pensamiento puesto en las cosas celestiales y no en las de la tierra. 
           Porque ustedes están muertos, y su vida está desde ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, que es nuestra vida, entonces ustedes también aparecerán con él, llenos de gloria.

Evangelio según San Juan 20,1-9.

            El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. 
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto". 
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes. 
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró. 
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo, y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte. 
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó. Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.


MENSAJE URBI ET ORBI
DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PASCUA 2015

Balcón central de la Basílica Vaticana 
Domingo 5 de abril de 2015

Queridos hermanos y hermanas

          ¡Feliz Pascua!
          ¡Jesucristo ha resucitado!
          El amor ha derrotado al odio, la vida ha vencido a la muerte, la luz ha disipado la oscuridad.
          Jesucristo, por amor a nosotros, se despojó de su gloria divina; se vació de sí mismo, asumió la forma de siervo y se humilló hasta la muerte, y muerte de cruz. Por esto Dios lo ha exaltado y le ha hecho Señor del universo. Jesús es el Señor.
          Con su muerte y resurrección, Jesús muestra a todos la vía de la vida y la felicidad: esta vía es la humildad, que comporta la humillación. Este es el camino que conduce a la gloria. Sólo quien se humilla puede ir hacia los «bienes de allá arriba», a Dios (cf.Col 3,1-4). El orgulloso mira «desde arriba hacia abajo», el humilde, «desde abajo hacia arriba».

viernes, 3 de abril de 2015

Novena y Coronilla de la Divina Misericordia (inicio en Viernes Santo)


          Para prepararse adecuadamente a la celebración de la Fiesta de la Divina Misericordia, la cual se celebra el primer domingo luego del Domingo de Pascua de Resurrección, debe rezarse la Novena a la Divina Misericordia iniciándola en Viernes Santo. 

Para rezarla hacer click aquí.

Via Crucis de santa Faustina Kowalska


Para quienes no puedan participar este Viernes Santo del tradicional Via Crucis, pueden rezar el Via Crucis de santa Faustina, quien fue visitada por Jesús para encargarle que difundiera la devoción a la Divina Misericordia y que se instituyera en la Iglesia la Fiesta de la Divina Misericordia.

Para rezarlo hacer click aquí.

  

Viernes Santo de la Pasión del Señor

Hoy es el día en que conmemoramos la muerte del Señor. En esta jornada no celebramos la Misa, sino que nos reunimos para orar, escuchar la Palabra de Dios y recibir la eucaristía, que se ha reservado el día anterior.

Oración       
Acuérdate, Señor, de tu gran misericordia y santifica con tu eterna protección a esta familia tuya por la que Cristo, tu Hijo, instituyó, por medio de su Sangre, el misterio pascual. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén
O bien:        
Señor Dios, que por la Pasión de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, nos libraste de la muerte heredada de nuestros padres; concédenos que nosotros, que somos imagen del primer hombre, recibamos de tu gracia la imagen celestial. Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.

Primera parte: LITURGIA DE LA PALABRA
1ª Lectura    Is 52, 13—53, 12
Lectura del libro de Isaías.

         Sí, mi Servidor triunfará: Será exaltado y elevado a una altura muy grande. Así como muchos quedaron horrorizados a causa de él, porque estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano, así también él asombrará a muchas naciones, y ante él los reyes cerrarán la boca, porque verán lo que nunca se les había contado y comprenderán algo que nunca habían oído. ¿Quién creyó lo que nosotros hemos oído y a quién se le reveló el brazo del Señor? Él creció como un retoño en su presencia, como una raíz que brota de una tierra árida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas, sin un aspecto que pudiera agradamos. Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por nada. Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencias, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. Él fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados. Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio camino, y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros. Al ser maltratado, se humillaba y ni siquiera abría su boca: Como un cordero llevado al matadero, como una oveja muda ante el que la esquila, él no abría su boca. Fue detenido y juzgado injustamente, y ¿quién se preocupó de su suerte? Porque fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca. El Señor quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad del Señor se cumplirá por medio de él. A causa de tantas fatigas, él verá la luz y, al saberlo, quedará saciado. Mi Servidor justo justificará a muchos y cargará sobre sí las faltas de ellos. Por eso le daré una parte entre los grandes y él repartirá el botín junto con los poderosos. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los culpables, siendo así que llevaba el pecado de muchos e intercedía en favor de los culpables.
Palabra de Dios.

Comentario
Hoy también nosotros, con nuestras entregas y renuncias, damos vida. Porque ningún sacrificio es inútil a los ojos de Dios; porque cada entrega es dar vida; porque, al romper el círculo del individualismo y del confort personal, nos abrimos a las necesidades de otros.
Salmo 30, 2. 6. 12-13. 15-17. 25
R. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Yo me refugio en ti, Señor,
¡que nunca me vea defraudado!
Yo pongo mi vida en tus manos:
Tú me rescatarás, Señor, Dios fiel. 

Soy la burla de todos mis enemigos
y la irrisión de mis propios vecinos;
para mis amigos soy motivo de espanto,
los que me ven por la calle huyen de mí.
Como un muerto, he caído en el olvido,
me he convertido en una cosa inútil.

Pero yo confío en ti, Señor, y te digo:
“Tú eres mi Dios,
mi destino está en tus manos”.
Líbrame del poder de mis enemigos,
y de aquéllos que me persiguen. 

Que brille tu rostro sobre tu servidor,
sálvame por tu misericordia.
Sean fuertes y valerosos,
todos los que esperan en el Señor. 
2ª Lectura    Heb 4, 14-16; 5, 7-9
Lectura de la carta a los Hebreos.

          Hermanos: Ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno. Él dirigió durante su vida terrena súplicas y plegarias, con fuertes gritos y lágrimas, a Aquél que podía salvarlo de la muerte, y fue escuchado por su humilde sumisión. Y, aunque era Hijo de Dios, aprendió, por medio de sus propios sufrimientos qué significa obedecer. De este modo, él alcanzó la perfección y llegó a ser causa de salvación eterna para todos los que le obedecen.
Palabra de Dios.

Me pongo en tus manos. Canto


Me pongo en tus manos

Me pongo en tus manos, oh Señor,
te entrego toda mi vida,
no me sueltes nunca Señor,
mi fuerza eres Tú, y mi alegría.
Tú que fuiste obediente hasta la muerte,
Tú que fuiste el testigo fiel,
enséñame a cumplir hoy tu promesa
enséñame a decirte siempre amén.

Tú no has venido a ser servido,
Tú te hiciste esclavo por amor,
dame un corazón grande y sencillo,
dame un corazón de servidor.
Guarda entre tus manos mi pobreza, guía mi camino con tu Luz,
quiero estar de pie junto a María
abrazando el leño de tu Cruz.



¿Qué es la Semana Santa y el Triduo Pascual?

          Se llama Semana Santa a la última semana de la Cuaresma que nos prepara e introduce en la celebración de la Pascua. Comienza con el Domingo de la Pasión o de Ramos y concluye con la Vigilia Pascual, inicio del Domingo de Pascua. Abarca días de Cuaresma hasta el jueves por la tarde y los dos primeros días del Triduo Pascual.

¿Qué es el Triduo Pascual?

          El Triduo Pascual de la pasión y de la Resurrección del Señor comienza con la misa vespertina de la cena del Señor (tarde del Jueves santo), tiene su centro en la Vigilia pascual y acaba con las vísperas del Domingo de Resurrección.
          El Triduo Pascual es, pues, el triduo de Cristo crucificado, sepultado y resucitado (san Agustín).
          La cena del Señor en la tarde del Jueves santo es el preludio; y la culminación es la Vigilia Pascual.
          ¿Cómo nació el triduo pascual? La Vigilia Pascual de los comienzos, que se tenía el 14 de Nizán (en Asia) o el domingo siguiente (en las Iglesias Occidentales), precedida de uno o pocos días de ayuno, se dilata en cincuenta días vividos como un único día de alegría pascual. De la vigilia se va hacia el triduo pascual (viernes, sábado, domingo), interpretado como memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor.
          ¿Cómo evolucionó el triduo pascual? Por diversas razones (polémicas antiheréticas, historización de los misterios...), a partir de la época post-patrística, va perdiendo intensidad la viglia pascual y nace un segundo triduo que parte en dos vertientes la pascua: la vertiente de la pasión cristiana (jueves, viernes y sábado) y la vertiente de la resurrección (domingo, lunes y martes in albis). Así pues, al triduo de la pasión se contrapuso el triduo de la resurrección. Incluso se llegará a celebrar la vigilia pascual en la mañana del sábado.
         El papa Pío XII inició en 1951 la restauración del triduo pascual trasladando a la noche le vigilia, y a una hora que corresponde a la verdad histórica de las celebraciones del jueves y viernes santos.
         El domingo de resurrección es el primer día del tiempo pascual.

¿Qué se celebra el jueves santo?



          Se celebra la institución de la Eucaristía, del sacerdocio y del amor fraterno. Jesús cumple el ritual de la pascua judía ofreciendo su cuerpo en lugar del antiguo cordero y derramando su sangre para sellar la nueva alianza. Al lavar los pies a los discípulos, manifiesta el amor hasta el extremo (Jn 13, 1-15).

jueves, 2 de abril de 2015

Jueves Santo en la Cena del Señor 02-04-15

          Dos celebraciones marcan este día. Por la mañana, junto con el obispo, la comunidad recibe los aceites utilizados para los sacramentos de Bautismo, confirmación, Unción de los enfermos y Orden sagrado. En esa ocasión, los presbíteros renuevan su compromiso de entrega al pueblo de Dios ante los fieles y su obispo. Por la tarde, celebramos la misa de la Última Cena de Jesús junto a sus amigos. Se trata de una ocasión con sentimientos desencontrados: dolor y esperanza. En esta el celebrante renueva su compromiso de servicio a la comunidad lavando los pies a los feligreses. Una vez finalizada, el Santísimo Sacramento se reserva para la oración y para que podamos comulgar al día siguiente, en que no se celebra misa.

Antífona de entrada          cf. Gál 6, 14

         Debemos gloriarnos en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo: En él está nuestra salvación, nuestra vida y nuestra resurrección; por él hemos sido salvados y redimidos.

Oración colecta   
  
         Dios nuestro, reunidos para celebrar la santísima Cena en la que tu Hijo unigénito, antes de entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el nuevo y eterno sacrificio, banquete pascual de su amor, concédenos que, de tan sublime misterio, brote para nosotros la plenitud del amor y de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

1ª Lectura    Éx 12, 1-8. 11-14
Lectura del libro del Éxodo.

         El Señor dijo a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto: “Este mes será para ustedes el mes inicial, el primero de los meses del año. Digan a toda la comunidad de Israel: ‘El diez de este mes, consíganse cada uno un animal del ganado menor, uno para cada familia. Si la familia es demasiado reducida para consumir un animal entero, se unirá con la del vecino que viva más cerca de su casa. En la elección del animal tengan en cuenta, además del número de comensales, lo que cada uno come habitualmente. Elijan un animal sin ningún defecto, macho y de un año; podrá ser cordero o cabrito. Deberán guardarlo hasta el catorce de este mes, y a la hora del crepúsculo, lo inmolará toda la asamblea de la comunidad de Israel. Después tomarán un poco de su sangre, y marcarán con ella los dos postes y el dintel de la puerta de las casas donde lo coman. Y esa misma noche comerán la carne asada al fuego, con panes sin levadura y verduras amargas. Deberán comerlo así: Ceñidos con un cinturón, calzados con sandalias y con el bastón en la mano. Y lo comerán rápidamente: Es la Pascua del Señor. Esa noche yo pasaré por el país de Egipto para exterminar a todos sus primogénitos, tanto hombres como animales, y daré un justo escarmiento a los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre les servirá de señal para indicar las casas donde ustedes estén. Al verla, yo pasaré de largo, y así ustedes se librarán del golpe del Exterminador, cuando yo castigue al país de Egipto. Éste será para ustedes un día memorable y deberán solemnizarlo con una fiesta en honor del Señor. Lo celebrarán a lo largo de las generaciones como una institución perpetua’”.
Palabra de Dios.

Comentario

         Hay días, momentos y lugares que nos remiten a pensar en nuestra condición de pueblo de Dios. En esta jornada, nos reconocemos consagrados, y el Señor nos bendice. Somos el pueblo de Dios. Él ha hecho una alianza con nosotros.

Salmo 115, 12-13. 15-16bc. 17-18

R. ¿Con qué pagaré al Señor todo el bien que me hizo?

¿Con qué pagaré al Señor
 todo el bien que me hizo?
Alzaré la copa de la salvación
e invocaré el nombre del Señor. 

¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
Yo, Señor, soy tu servidor,
lo mismo que mi madre:
Por eso rompiste mis cadenas. 

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo. 

2ª Lectura    1Cor 11, 23-26

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.

          Hermanos: Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía”. Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva.
Palabra de Dios.

Comentario

          La eucaristía que hoy celebramos ha sido entregada por Jesús en la Última Cena. Pero no se quedó allí, sino que se ha transmitido de generación en generación, y ha llegado hasta nosotros tal como un día le llegó a Pablo.

Aclamación   Jn 13, 34

“Les doy un mandamiento nuevo: Ámense los unos a los otros, como yo los he amado”, dice el Señor.

Evangelio     Jn 13, 1-15
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

         Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, él, que había amado a los suyos que quedaban en el mundo, los amó hasta el fin. Durante la Cena, cuando el demonio ya había inspirado a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarlo, sabiendo Jesús que el Padre había puesto todo en sus manos y que él había venido de Dios y volvía a Dios, se levantó de la mesa, se sacó el manto y tomando una toalla se la ató a la cintura. Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, éste le dijo: “¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?”. Jesús le respondió: “No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás”. “No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!”. Jesús le respondió: “Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte”. “Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!”. Jesús le dijo: “El que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está completamente limpio. Ustedes también están limpios, aunque no todos”. Él sabía quién lo iba a entregar, y por eso había dicho: “No todos ustedes están limpios”. Después de haberles lavado los pies, se puso el manto, volvió a la mesa y les dijo: “¿Comprenden lo que acabo de hacer con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes”.
Palabra del Señor.