Antífona de
entrada 1Ped 2, 2
Como niños recién nacidos, deseen la
leche pura de la Palabra, que los hará crecer para la salvación. Aleluya.
O bien: Esd 2, 36-37
Celebren con alegría su victoria dando
gracias a Dios, que los llamó a su reino celestial. Aleluya.
Oración colecta
Dios de eterna misericordia, que en la
celebración anual de las fiestas pascuales reavivas la fe del Pueblo santo,
acrecienta en nosotros los dones de tu gracia para comprender, verdaderamente,
la inestimable grandeza del bautismo que nos purificó, del Espíritu que nos
regeneró y de la sangre que nos redimió. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos
de los siglos.
1ª
Lectura Hech 4, 32-35
Lectura de los Hechos de los Apóstoles.
La multitud de los creyentes tenía un
solo corazón y una sola alma. Nadie consideraba sus bienes como propios, sino
que todo era común entre ellos. Los Apóstoles daban testimonio con mucho poder
de la resurrección del Señor Jesús y gozaban de gran estima. Ninguno padecía
necesidad, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían y ponían el
dinero a disposición de los Apóstoles, para que se distribuyera a cada uno
según sus necesidades.
Palabra de Dios.
Comentario
Nos encontramos ante una hermosa propuesta:
Romper los egoísmos, salir de nuestras individualidades y mirar las necesidades
de los hermanos. Se trata de todo un proyecto de vida para la Iglesia, que no
es una suma de individualidades, sino la familia de Dios.
Salmo 117, 2-4.
16-18. 22-24
R. ¡Den gracias al Señor
porque es bueno, porque es eterno su amor!
Que lo diga el pueblo de Israel:
¡Es eterno su amor!
Que lo diga la familia de Aarón:
¡Es eterno su amor!
Que lo digan los que temen al Señor:
¡Es eterno su amor!
“La mano del Señor es sublime,
la mano del Señor hace proezas”.
No, no moriré:
Viviré para publicar lo que hizo el
Señor.
El Señor me castigó duramente,
pero no me entregó a la muerte.
La piedra que desecharon los
constructores
es ahora la piedra angular.
Esto ha sido hecho por el Señor
y es admirable a nuestros ojos.
Este es el día que hizo el Señor:
Alegrémonos y regocijémonos en él.
2ª
Lectura 1Jn 5, 1-6
Lectura de la primera carta de san Juan.
Queridos hermanos: El que cree que Jesús
es el Cristo ha nacido de Dios; y el que ama al Padre ama también al que ha
nacido de él. La señal de que amamos a los hijos de Dios es que amamos a Dios y
cumplimos sus mandamientos. El amor a Dios consiste en cumplir sus
mandamientos, y sus mandamientos no son una carga, porque el que ha nacido de
Dios, vence al mundo. Y la victoria que triunfa sobre el mundo es nuestra fe.
¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?
Jesucristo vino por el agua y por la sangre; no solamente con el agua, sino con
el agua y con la sangre. Y el Espíritu da testimonio porque el Espíritu es la
verdad.
Palabra de Dios.
Comentario
Hay como una secuencia lógica en este
mensaje, una relación profunda entre el amor a Dios y los hermanos, viviendo
una vida coherente y cumpliendo la ley de Dios. No podemos separar ninguno de
estos términos sin atentar precisamente contra nuestra misma fe.
Aleluya
Jn 20, 29
Aleluya. “Ahora crees, Tomás, porque me
has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”, dice el Señor. Aleluya.
Evangelio
Jn 20, 19-31
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo
según san Juan.
Al atardecer del primer día de la
semana, los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los
judíos. Entonces llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz
esté con ustedes!”. Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los
discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de
nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los
envío a ustedes”. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el
Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen,
y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”. Tomás, uno de los Doce,
de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros
discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. Él les respondió: “Si no veo
la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los
clavos y la mano en su costado, no lo creeré”. Ocho días más tarde, estaban de
nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces
apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les
dijo: “¡La paz esté con ustedes!”. Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí
están mis manos. Acerca tu mano: métela en mi costado. En adelante no seas
incrédulo, sino hombre de fe”. Tomás respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús
le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber
visto!”. Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus
discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido
escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y
creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Palabra del Señor.
Comentario
“Cuando queremos evidencias, cuando
queremos sentir las verdades de la fe, estamos imitando la incredulidad de
Tomás. Y Cristo le dice a Tomás: ‘porque has visto, has creído. Bienaventurados
los que sin ver, creen’. Ustedes y yo, queridos hermanos, vivimos de una fe
porque creemos sin haber visto. Y muchos dicen que esto es una estupidez, pero
yo les digo: No hay sabiduría más grande que esta que Cristo predica este
domingo: La FE. ¡Esta es la victoria que vence al mundo! Dice la segunda carta
de san Juan, hoy: ‘¡La victoria que vence al mundo, es creer que Jesucristo es
Dios!’” (Mons. O. Romero, 22/4/1979).
Oración sobre las ofrendas
Recibe, Señor, las ofrendas que te
presentamos (junto con los recién bautizados), y haz que, renovados por la
confesión de tu nombre y por el bautismo, lleguemos a la felicidad eterna. Por
Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión cf. Jn 20,
27
Acerca tu mano, y reconoce el lugar de
los clavos: en adelante no seas incrédulo, sino fiel. Aleluya.
Oración después de la comunión
Dios todopoderoso, concédenos que los frutos del sacramento pascual
que hemos recibido, permanezcan siempre en nuestros corazones. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Fuente: San Pablo
Fuente: San Pablo
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