martes, 29 de noviembre de 2011

Domingo 32° Tiempo Ordinario Ciclo A 6-11-11


PRIMERA LECTURA

Sab 6, 12-16

Lectura del libro de la Sabiduría.

La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia en los caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos.

Palabra de Dios.

SALMO

Sal 62, 2-8

Mi alma tiene sed de ti, Señor.

Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; 
mi alma tiene sed de ti, 
por ti suspira mi carne como tierra sedienta, 
reseca y sin agua. 

Sí, yo te contemplé en el Santuario 
para ver tu poder y tu gloria. 
Porque tu amor vale más que la vida, 
mis labios te alabarán. 

Así te bendeciré mientras viva 
y alzaré mis manos en tu Nombre. 
Mi alma quedará saciada 
como con un manjar delicioso, 
y mi boca te alabará con júbilo en los labios.

Mientras me acuerdo de ti en mi lecho 
y en las horas de la noche medito en ti, 
veo que has sido mi ayuda 
y soy feliz a la sombra de tus alas.

SEGUNDA LECTURA

1Tes 4, 13-18

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.

No queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia acerca de los que ya han muerto, para que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza. Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él. Queremos decirles algo, fundados en la Palabra del Señor: los que vivamos, los que quedemos cuando venga el Señor, no precederemos a los que hayan muerto. Porque a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero resucitarán los que murieron en Cristo. Después nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, seremos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre. Consuélense mutuamente con estos pensamientos.

Palabra de Dios.


Comentario

No queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia acerca de los que ya han muerto, para que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza. Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él.

EVANGELIO

Mt 25, 1-13

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.

Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su encuentro'. Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?'. Pero éstas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al mercado'. Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos'. Pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora".

Palabra del Señor.

¡Ya viene el esposo! ¿Cómo lo recibimos?
Hoy terminamos el año litúrgico con la fiesta de Cristo, Rey del universo. Las lecturas son inspiradas a una pregunta clave de los discípulos a Jesús: “Dinos cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo” (24, 3). Jesús responde con una parábola dirigida a un grupo muy selecto de personas, muchachas no casadas. Hay varias cosas que no son claras. Estamos en un ambiente de bodas, y sin embargo, el lugar central no lo ocupa el novio o la novia, sino... el aceite.
Evidentemente un símbolo, pero ¿de qué? Además, las compañeras no esperan a la novia, sino al novio. El novio llega a la hora que se le antoja, cosa muy incómoda para gente normal. Es excesiva la exigencia de puntualidad: si llegas tarde, se te cierra la puerta en la cara y la sanción es terrible “no tengo nada que ver con ustedes” (7,21-23). En relación al aceite, un grupo de las muchachas son definidas “precavidas”, pensaron que podía no alcanzar. De ser así, el otro grupo sería tildado de “presumidas”. Lo que tienen en común es que todas se quedaron dormidas. El final de la parábola (v. 13) 
Invita a “estar despierto” y no dormirse, es decir las condena a todas. El sueño es muchas veces una manera de hablar de la muerte o, como aquí, quedarse sin hacer nada. Lo cierto es que aún con lo poco de aceite que le quedaba, algunas pudieron entrar. ¿Qué será este aceite? Su sentido simbólico lo da la primera lectura: ¡era tan fácil de conseguir! hasta a la medianoche te lo podían vender, pero es tan necesario para entrar en esas bodas.
P. Aldo Ranieri

Fuente: San Pablo. Liturgia

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