PRIMERA
LECTURA
Sab 6,
12-16
Lectura
del libro de la Sabiduría.
La Sabiduría es luminosa y
nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente por los que la aman y
encontrar por los que la buscan. Ella se anticipa a darse a conocer a los que
la desean. El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará
sentada a su puerta. Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que
se desvela por su causa pronto quedará libre de inquietudes. La Sabiduría busca
por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con benevolencia
en los caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal 62,
2-8
Mi alma
tiene sed de ti, Señor.
Señor, tú eres mi Dios, yo
te busco ardientemente;
mi alma tiene sed de ti,
por ti suspira mi carne como
tierra sedienta,
reseca y sin agua.
Sí, yo te contemplé en el
Santuario
para ver tu poder y tu gloria.
Porque tu amor vale más que la vida,
mis labios te alabarán.
Así te bendeciré mientras
viva
y alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi alma quedará saciada
como con un manjar
delicioso,
y mi boca te alabará con júbilo en los labios.
Mientras me acuerdo de ti
en mi lecho
y en las horas de la noche medito en ti,
veo que has sido mi ayuda
y soy feliz a la sombra de tus alas.
SEGUNDA
LECTURA
1Tes 4,
13-18
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Tesalónica.
No queremos, hermanos, que
vivan en la ignorancia acerca de los que ya han muerto, para que no estén
tristes como los otros, que no tienen esperanza. Porque nosotros creemos que
Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que
murieron con él. Queremos decirles algo, fundados en la Palabra del Señor: los
que vivamos, los que quedemos cuando venga el Señor, no precederemos a los que
hayan muerto. Porque a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la
trompeta de Dios, el mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero
resucitarán los que murieron en Cristo. Después nosotros, los que aún vivamos,
los que quedemos, seremos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al
encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre.
Consuélense mutuamente con estos pensamientos.
Palabra
de Dios.
Comentario
No
queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia acerca de los que ya han muerto,
para que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza. Porque
nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios llevará
con Jesús a los que murieron con él.
EVANGELIO
Mt 25,
1-13
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Jesús dijo a sus
discípulos esta parábola: "El Reino de los Cielos será semejante a diez
jóvenes que fueron con sus lámparas al encuentro del esposo. Cinco de ellas
eran necias y cinco, prudentes. Las necias tomaron sus lámparas, pero sin
proveerse de aceite, mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también
llenaron de aceite sus frascos. Como el esposo se hacía esperar, les entró
sueño a todas y se quedaron dormidas. Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya
viene el esposo, salgan a su encuentro'. Entonces las jóvenes se despertaron y
prepararon sus lámparas. Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos
un poco de aceite, porque nuestras lámparas se apagan?'. Pero éstas les
respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a comprarlo al
mercado'. Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron
con él en la sala nupcial y se cerró la puerta. Después llegaron las otras
jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos'. Pero él respondió: 'Les aseguro que
no las conozco'. Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora".
Palabra
del Señor.
¡Ya viene el esposo!
¿Cómo lo recibimos?
Hoy
terminamos el año litúrgico con la fiesta de Cristo, Rey del universo. Las
lecturas son inspiradas a una pregunta clave de los discípulos a Jesús: “Dinos
cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo” (24, 3). Jesús responde
con una parábola dirigida a un grupo muy selecto de personas, muchachas no
casadas. Hay varias cosas que no son claras. Estamos en un ambiente de bodas, y
sin embargo, el lugar central no lo ocupa el novio o la novia, sino... el
aceite.
Evidentemente un símbolo, pero ¿de qué? Además, las compañeras no esperan a la
novia, sino al novio. El novio llega a la hora que se le antoja, cosa muy
incómoda para gente normal. Es excesiva la exigencia de puntualidad: si llegas
tarde, se te cierra la puerta en la cara y la sanción es terrible “no tengo
nada que ver con ustedes” (7,21-23). En relación al aceite, un grupo de las
muchachas son definidas “precavidas”, pensaron que podía no alcanzar. De ser
así, el otro grupo sería tildado de “presumidas”. Lo que tienen en común es que
todas se quedaron dormidas. El final de la parábola (v. 13)
Invita a “estar despierto” y no dormirse, es decir las condena a todas. El sueño
es muchas veces una manera de hablar de la muerte o, como aquí, quedarse sin
hacer nada. Lo cierto es que aún con lo poco de aceite que le quedaba, algunas
pudieron entrar. ¿Qué será este aceite? Su sentido simbólico lo da la primera
lectura: ¡era tan fácil de conseguir! hasta a la medianoche te lo podían
vender, pero es tan necesario para entrar en esas bodas.
P.
Aldo Ranieri
Fuente: San Pablo. Liturgia
No hay comentarios :
Publicar un comentario