sábado, 12 de marzo de 2016

La Amarga Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. (Ana Catalina Emmerich). El Cenáculo



Sobre el lado meridional de la montaña de Sión,no lejos del Castillo arruinado de David y de la plaza que sube hacia el Castillo por el lado de Levante, se halla una antigua y sólida casa entre dos filas de árboles copudos, en medio de un patio espacioso cercado de buenas paredes. A derecha y a izquierda de la entrada se ven otras habitaciones contiguas a la pared, sobre todo a la derecha, la habitación del mayordomo y al lado la de la Virgen y las Santas Mujeres ocuparon más frecuentemente después de la muerte de Jesús. El cenáculo, antiguamente más espacioso, había servido entonces de habitaciones a los audaces capitanes de David que en él se ejercitaban en manejar las armas. Antes de la fundación del Templo, el Arca de la Alianza había sido depositada allí bastante tiempo y aún hay vestigios de su permanencia en un lugar subterráneo. Yo he visto también al profeta Malaquías escondido debajo de las mismas bóbedas; allí escribió sus profecías sobre el Santísimo Sacramento y el Sacrificio de la Nueva Alianza. Salomón honró esta casa y había en ella algo de simbólico y de figurativo que se me había olvidado. Cuando una gran parte de Jerusalén fué destruída por los babilonios, esta casa fué respetada. He visto otras muchas cosas en ella: pero no tengo presente más que lo que he contado. Este edificio estaba en un mal estado, cuando vino a ser propiedad de Nicodemus y de José de Arimatea. Habían dispuesto el cuerpo principal muy cómodamente, y lo alquilaban para servir de cenáculo a los extranjeros que la Pascua traía a Jerusalén. Así el Señor lo había usado en la última Pascua. Además, la casa y sus dependencias les servía unas para almacén de lápidas sepulcrales y, otras, de taller para los obreros. Pues José de Arimatea poseía excelentes canteras en su patria, y hacía traer piedras, de las cuales hacían, bajo su dirección, sepulcros, ornamentos de arquitectura y columnas, para después venderlas. Nicodemus tomaba parte en este comercio y aún le gustaba esculpir en sus ratos de ocio. Trabajaba en la sala o en el subterráneo que estaba debajo, excepto en la época de las fiestas. Este género de ocupación lo había puesto en relación con José de Arimatea; se había hecho amigos y se habían asociado con frecuencia en sus empresas; esta mañana, mientras Pedro y Juan conversaban con el hombre que había alquilado el cenáculo, vi a Nicodemus en la casa a la izquierda del patio donde había transportado muchas piedras que obstruían la entrada de la sala de comer. Ocho días antes, allí he visto muchas personas ocupadas en poner las piedras a un lado y limpiar el patio y preparar el cenáculo para la celebración de la Pascua; yo creo que entre ellas había algunos discípulos, quizás Aram y Temeni, los primos de José de Arimatea. El cenáculo propiamente está casi en medio del patio, es cuadrilongo, rodeado de columnas poco elevadas, y si se abrieran los intervalos entre los pilares, podría estar unido a la gran sala interior, pues todo el edificio es como transparente y solo en los tiempos ordinarios están los pasos cerrados con puertas. La luz penetra por aberturas en lo alto de las paredes. Al entrar se halla primero el vestíbulo, a donde conducen tres puertas, después se entra en la sala interior, en cuyo techo hay colgadas muchas lámparas, las paredes están adornadas para la fiesta, hasta media altura, de hermosas esteras y de colgaduras, y han practicado en lo alto una abertura a donde han extendido una gasa azul muy transparente.

La parte posterior de la sala está separada del resto por una cortina de la misma tela. Esta división en tres partes da al cenáculo cierta semejanza con el templo; se halla también en el vestíbulo el santo, y el Santo de los Santos. En la última parte están dispuestos a derecha e izquierda los vestidos necesarios para la celebración de la fiesta. En medio hay una especia de altar. Fuera de la pared sale un banco de piedra elevado sobre tres escalones; tiene la figura de un triángulo rectángulo, debe ser la parte superior del hornillo, donde se asa el cordero pascual, porque hoy, durante la comida los escalones estaban calientes. No puedo detallar todo lo que se halla en esta parte de esta sala, pero están haciendo grandes preparativos para la comida pascual. Encima de este hornillo o altar hay una especie de nicho de la pared, delante del cual vi la imagen de un cordero pascual: tenía un cuchillo en el cuello y parecía que su sangre corría gota a gota sobre el altar. En el nicho de la pared hay tres armarios de diversos colores que se vuelven como nuestros tabernáculos, para abrir y cerrarlos. Vi toda clase de vasos para la Pascua; más tarde, el Santísimo Sacramento reposó allí.

En las salas laterales del cenáculo hay una especie de camas con cubrecamas gruesos, en donde se puede pasar la noche. Debajo de todo el edificio hay bodegas hermosas. El Arca de la Alianza fue depositada en algún tiempo bajo el sitio donde se ha construído el hogar. Debajo de la casa hay cinco caños que conducen las inmundicias y las aguas de la montaña, pues la casa está situada en un punto elevado. Yo he visto allí a Jesús curar y enseñar; los discípulos también pasaban con frecuencia las noches en las salas laterales.

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