lunes, 2 de enero de 2012

Solemnidad de Santa María, Madre de Dios. 1-1-12

      En la Iglesia Católica, el 1º de enero es un día cargado de significados. Se recuerda hoy la circuncisión del Niño Jesús, y con esto, su pertenencia al pueblo judío. En este clima de recordar el misterio de la Encarnación y la infancia de Jesús, celebramos a María como Madre de Dios. Y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, compartimos en este día la Jornada Mundial por la Paz.

PRIMERA LECTURA
Núm 6, 22-27

Lectura del libro de los Números.

      El Señor dijo a Moisés: "Habla en estos términos a Aarón y a sus hijos: Así bendecirán a los israelitas. Ustedes les dirán: 'Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz'. Que ellos invoquen mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré".

Palabra de Dios.

SALMO
Sal 66, 2-3. 5-6. 8

El Señor tenga piedad y nos bendiga.

El Señor tenga piedad y nos bendiga, 
haga brillar su rostro sobre nosotros, 
para que en la tierra se reconozca su dominio, 
y su victoria, entre las naciones.

Que canten de alegría las naciones, 
porque gobiernas a los pueblos con justicia 
y guías a las naciones de la tierra. 
El Señor tenga piedad y nos bendiga.

¡Que los pueblos te den gracias, Señor; 
que todos los pueblos te den gracias! 
Que Dios nos bendiga, 
y lo teman todos los confines de la tierra.

SEGUNDA LECTURA
Gál 4, 4-7

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Galacia.

      Hermanos: Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la ley, para redimir a los que estaban sometidos a la ley y hacernos hijos adoptivos. Y la prueba de que ustedes son hijos, es que Dios infundió en nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama a Dios llamándolo: ¡Abbá!, es decir: ¡Padre! Así, ya no eres más esclavo, sino hijo, y por lo tanto, heredero por la gracia de Dios.

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Lc 2, 16-21

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

      Los pastores fueron rápidamente adonde les había dicho el ángel del Señor, y encontraron a María, a José y al recién nacido acostado en un pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban, quedaron admirados de lo que decían los pastores. Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón. Y los pastores volvieron, alabando y glorificando a Dios por todo lo que habían visto y oído, conforme al anuncio que habían recibido. Ocho días después, llegó el tiempo de circuncidar al niño y se le puso el nombre de Jesús, nombre que le había sido dado por el ángel antes de su concepción.

Palabra del Señor.

Alocución de S. S. Benedicto XVI en el Ángelus

      Queridos hermanos y hermanas: En la liturgia de este primer día del año resuena la triple bendición bíblica, “Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor haga brillar su rostro sobre ti y te muestre su gracia. Que el Señor te descubra su rostro y te conceda la paz” (Nm 6,24-26). 

      El rostro de Dios lo podemos contemplar se ha hecho visible, se ha revelado en Jesús: Él es la imagen visible de Dios invisible. Y esto gracias también a la Virgen María, de la cual hoy celebramos el título más grande, aquél con el que participa en modo único en la historia de la salvación: ser Madre de Dios. En su seno el Hijo del Altísimo asumió nuestra carne, y nosotros podemos contemplar su gloria (cfr Jn 1,14), sentir su presencia de Dios-con-nosotros.


       Iniciamos así el nuevo año 2012 fijando la mirada en el Rostro de Dios que se revela en el Niño de Belén, y en su Madre María, que acogió con humilde abandono el diseño divino. Gracias a su generoso «sí» apareció en el mundo la luz verdadera que ilumina a cada hombre (cfr Jn 1,9) y se nos ha abierto el camino de la paz.

      Queridos hermanos y hermanas, como es ya una feliz costumbre, celebramos hoy la Jornada Mundial de la Paz, la cuadragésimo quinta. En el Mensaje que he dirigido a los Jefes de Estado, a los Representantes de las Naciones y a todos los hombres de buena voluntad, y que lleva como «Educar a los jóvenes en la justicia y la paz», he querido llamar la atención sobre la urgencia de ofrecer a las nuevas generaciones adecuados recorridos educativos para una formación integral de la persona, incluida la dimensión moral y espiritual (cfr n. 3).

      He querido subrayar, en particular, la importancia de educar en los valores de la justicia y de la paz. Los jóvenes miran hoy con una cierta aprehensión al futuro, manifestando aspectos de su propia vida que merecen atención, como el «el deseo de recibir una formación que los prepare en un modo más profundo para afrontar la realidad, la dificultad y formar una familia y encontrar un lugar estable de trabajo, la efectiva capacidad de contribuir en el mundo de la política, de la cultura y de la economía para la construcción de una sociedad con un rostro más humano y solidario» (n. 1). Invito a todos a tener paciencia y la constancia de buscar la justicia y la paz, de cultivar el gusto por lo que es recto y verdadero (n. 5). La paz no es nunca un bien alcanzado plenamente, sino una meta a la cual todos debemos aspirar y por la que todos debemos trabajar.

      Oremos para que no obstante las dificultades que en ocasiones hacen arduo el camino, esta profunda aspiración se traduzca en gestos concretos de reconciliación, de justicia y de paz Oremos también para que los responsables de las Naciones renueven la disponibilidad y compromiso para acoger y favoreceré este irrefrenable anhelo de la humanidad. Confiamos estos auspicios a la intercesión de la Madre del “Rey de la Paz”, para que el año que inicia sea un tiempo de esperanza y de pacífica convivencia para el mundo entero.

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