domingo, 5 de agosto de 2012

Domingo 18° del Tiempo Ordinario Ciclo B 5-08-12



La sinagoga de piedras blancas

       Los padres franciscanos custodian Tierra Santa desde el 1219. Finalizado los tiempos de las cruzadas, san Francisco se presentó al Sultán y éste que había vencido a los cristianos, permitió a Francisco y sus frailes quedarse en Palestina; así fue como en las orillas al noroeste del lago de Tiberíades alrededor del 1976, en el lugar de la antigua Cafarnaúm, el p. Corbo y otros arqueólogos franciscanos pusieron al descubierto las ruinas de una majestuosa sinagoga de piedras blancas. Las casuchas que la rodeaban eran muy pobres, hechas con piedras del lugar, pequeñas y negras. ¿Cómo se explicaba entonces la presencia de tal maravilla de sinagoga? Los arqueólogos franciscanos descubrieron que la sinagoga de piedras grandes y trabajadas estaba construida sobre los cimientos de una sinagoga más antigua, de piedras pequeñas y negras, como las de las casuchas de los pescadores que la rodeaban. La habían destruido para construir la nueva sinagoga. El emperador romano Flavio Juliano, pasado al paganismo y por eso apodado “el apóstata”, había hecho levantar la nueva sinagoga, alrededor del 350 dC., a fin de eliminar la antigua sinagoga, meta ya, según parece, de numerosas peregrinaciones cristianas. Esos cimientos de piedras negras son testigos de que más de trescientos años después de la muerte de Jesús, los cristianos seguían venerando ese lugar, porque allí Jesús había tenido el discurso que hoy escuchamos (6, 59). Es el discurso del Pan de Vida, y es tan grande su importancia que marcó un antes y un después entre los discípulos.


P. Aldo  Ranieri


PRIMERA LECTURA

Éx 16, 2-4. 12-15


Lectura del libro del Éxodo.


      En el desierto, los israelitas comenzaron a protestar contra Moisés y Aarón. "Ojalá el Señor nos hubiera hecho morir en Egipto, les decían, cuando nos sentábamos delante de las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Porque ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta asamblea". Entonces el Señor dijo a Moisés: "Yo haré caer pan para ustedes desde lo alto del cielo, y el pueblo saldrá cada día a recoger su ración diaria. Así los pondré a prueba, para ver si caminan o no de acuerdo con mi ley. Yo escuché las protestas de los israelitas. Por eso, háblales en estos términos: 'A la hora del crepúsculo ustedes comerán carne, y por la mañana se hartarán de pan. Así sabrán que yo, el Señor, soy su Dios'". Efectivamente, aquella misma tarde se levantó una bandada de codornices que cubrieron el campamento; y a la mañana siguiente había una capa de rocío alrededor de él. Cuando ésta se disipó, apareció sobre la superficie del desierto una cosa tenue y granulada, fina como la escarcha sobre la tierra. Al verla, los israelitas se preguntaron unos a otros: "¿Qué es esto?". Porque no sabían lo que era. Entonces Moisés les explicó: "Éste es el pan que el Señor les ha dado como alimento".


Palabra de Dios.


SALMO

Sal 77, 3-4bc. 23-25. 54


El Señor les dio como alimento un trigo celestial.


Lo que hemos oído y aprendido, 
lo que nos contaron nuestros padres, 
lo narraremos a la próxima generación: 
son las glorias del Señor y su poder. 


Mandó a las nubes en lo alto 
y abrió las compuertas del cielo: 
hizo llover sobre ellos el maná, 
les dio como alimento un trigo celestial. 


Todos comieron un pan de ángeles, 
les dio comida hasta saciarlos. 
Los llevó hasta su Tierra santa, 
hasta la Montaña que adquirió con su mano. 


SEGUNDA LECTURA

Ef 4, 17. 20-24


Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.


      Hermanos: Les digo y les recomiendo en nombre del Señor: no procedan como los paganos, que se dejan llevar por la frivolidad de sus pensamientos. Pero no es eso lo que ustedes aprendieron de Cristo, si es que de veras oyeron predicar de él y fueron enseñados según la verdad que reside en Jesús. De él aprendieron que es preciso renunciar a la vida que llevaban, despojándose del hombre viejo, que se va corrompiendo por la seducción de la concupiscencia, para renovarse en lo más íntimo de su espíritu y revestirse del hombre nuevo, creado a imagen de Dios en la justicia y en la verdadera santidad.


Palabra de Dios.


EVANGELIO

Jn 6, 24-35


Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.


      Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban en el lugar donde el Señor había multiplicado los panes, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste?". Jesús les respondió: "Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello". Ellos le preguntaron: "¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?". Jesús les respondió: "La obra de Dios es que ustedes crean en Aquel que él ha enviado". Y volvieron a preguntarle: "¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: 'Les dio de comer el pan bajado del cielo'". Jesús respondió: "Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo". Ellos le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan". Jesús les respondió: "Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed".


Palabra del Señor.


En español, la alocución del Papa Benedicto XVI previa al Ángelus del domingo 5 de agosto de 2012: El don de Jesucristo es Él mismo en totalidad

      En la liturgia de la Palabra de este domingo continúa la lectura del capítulo 6° del Evangelio de Juan. Estamos en la sinagoga de Cafarnaún en donde Jesús tiene su conocido discurso tras la multiplicación de los panes. La gente había buscado de hacerlo rey, pero Jesús se había retirado, antes sobre el monte y luego a Cafarnaún.

      No viéndolo, se había puesto a buscarlo, había salido sobre los barcos para alcanzarlo al otro lado de la orilla del lago y finalmente lo había encontrado. Pero Jesús sabía bien cuál era el motivo de tanto entusiasmo en seguirlo y lo dice claramente: “les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse” (v.26). Jesús quiere ayudar a la gente a ir más allá de la satisfacción inmediata de las propias necesidades materiales, aún si son importantes. Quiere abrir a un horizonte de la existencia que no es simplemente aquel de las preocupaciones cotidianas del comer, del vestir, de la carrera. Jesús habla de una comida que no perece, que es importante buscar y acoger. Él afirma: “Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre” (v. 27).


    La multitud, una vez más, no comprende, cree que Jesús pida la observación de preceptos para poder obtener la continuación de aquel milagro, y pregunta: “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?” (v. 28). La respuesta de Jesús es clara: “La obra de Dios es que ustedes crean en aquel que él ha enviado” (v. 29) El centro de la existencia, aquello que da sentido pleno y firme esperanza al camino, a menudo difícil, es la fe en Jesús, es el encuentro con Cristo. No se trata de seguir una idea, un proyecto, sino de encontrarlo como una Persona viva, de dejarse implicar totalmente por él y por su Evangelio. Jesús invita a no detenerse en el horizonte humano y abrirse al horizonte de Dios, al horizonte de la fe. Él exige una única obra: recibir el plan de Dios, esto es “Creer en aquel que él ha enviado” (v.29). Moisés había dado a Israel el maná, el pan del cielo, con el cual Dios mismo había alimentado a su pueblo. Jesús no dona cualquier cosa, sino Sí mismo: es Él el “pan verdadero, bajado del cielo”, y es en el encuentro con Él que nosotros encontramos al Dios viviente.

      “¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?” (v. 28) pregunta la multitud, pronta para actuar, para que el milagro del pan continúe. Pero Jesús, verdadero pan de vida que sacia nuestra hambre de sentido, de verdad, no se puede “ganar” con el trabajo humano; viene a nosotros solamente como don del amor de Dios, como obra de Dios que debemos pedir y recibir”. 

      Queridos amigos, en los días cargados de ocupaciones y de problemas, pero también en aquellos de descanso y de distensión, el Señor nos invita a no olvidarnos que si bien es necesario preocuparse por el pan material y restaurar las fuerzas, aún más fundamental es el hacer crecer la relación con Él, reforzar nuestra fe en Aquel que es el “pan de vida”, que colma nuestro deseo de verdad y de amor. La Virgen María, en el día en el cual se celebra la dedicación de la Basílica de Santa María la Mayor, nos sostenga en nuestro camino de fe.

Fuente: 

Publicado con el permiso de San Pablo y Ecclesia Digital

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