2. Cuando un hombre alcanza lo que desea,
inmediatamente le remuerde la conciencia porque ha secundado su pasión que nada
le ayuda en conseguir la paz que buscaba, ya que la verdadera serenidad del
corazón se consigue oponiéndose a las tentaciones, no secundándolas.
Por eso, la paz no se encuentra en el alma del hombre
carnal, ni tampoco en la del hombre entregado a las cosas exteriores, sino en
el corazón del fervoroso y del espiritual.
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