viernes, 1 de julio de 2011

Solemnidad de San Pedro y San Pablo. Día del Papa. 29-06-11

        
        Pedro era natural de Betsaida, cerca del lago de Genesaret, de ahí su trabajo de pescador. De carácter franco y vehemente desde un primer momento creyó en jesús y lo amó sin reservas. Será "pescador de hombres" y luego "piedra fundamental de la Iglesia". Reconoce la Divinidad del Señor: "Tú eres el Hijo de Dios vivo". Afirma sin dudas: "Señor, Tú sabes que te amo", a pesar de lo cual lo niega en la debilidad del miedo. Con la fuerza del Espíritu recorrió incansable muchas tierras llevando el mensaje de Jesús y alentando a las nuevas comunidades. Muríó mártir por la fe en el año 67.

        El nombre original de Pablo era Saulo, que significa "deseado". Nació en Tarso, en Asia Menor, persiguió a los cristianos y los denunciaba a los israelitas. Un día tuvo una visión y oyó la voz del Señor, se hizo defensor de la Iglesia y se convirtió al cristianismo llamándose Pablo. El gran convertido camino a Damasco siente el fuego de una vida nueva que debe comunicar. Con santa impaciencia se lanza a todos los caminos, recorre ciudades, funda cristiandades, designa líderes, escribe cartas ejemplares, afronta peligros.

        Podríamos hacer un Decálogo de su Cristocentrismo: 1) Cristo es su vida. 2) Todo es el amor de Cristo.3) Conocerlo. 4) Gloriarse en su cruz. 5) Su fuerza es la gracia de Cristo. 6) Colaborar con su gracia. 7) Apoyarse en Él. 8) Estar con Él. 9) Sufrir por Cristo. 10) Nada lo separará de su amor.

        Los santos Pedro y Pablo son dos pilares fundamentales de la Iglesia desde sus orígenes. Ambos, con sus distintos modos, fueron testigos del resucitado y entregaron su vida al servicio del anuncio de la Buena Nueva. Ambos, en fin, respondieron a esta pregunta de Jesús: "¿quién dicen que soy yo? Pedro, testigo privilegiado de la resurrección, capitaneó los primeros pasos de la Iglesia de Cristo. Pablo, apasionado e intenso, recorrió los caminos del mundo anunciando la salvación y al Salvador.

        En Roma el emperador Nerón mandó crucificar a Pedro y decapitar a Pablo. Cada 29 de junio conmemoramos a nuestros santos mártires, y elevamos nuestras plegarias para que el Señor proteja constantemente a nuestro Papa Benedicto XVI.

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