domingo, 11 de septiembre de 2011

Domingo 24° Tiempo ordinario Ciclo A 11-09-11

PRIMERA LECTURA

Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absuelto tus pecados

 

Lectura del libro del Eclesiástico


      También el rencor y la ira son abominables, y ambas cosas son patrimonio de pecador. El hombre vengativo sufrirá la venganza del Señor, que llevará cuenta exacta de todos sus pecados.
       Perdona el agravio a tu prójimo y entonces, cuando ores, serán absueltos tus pecados. Si un hombre mantiene su enojo contra otro, ¿cómo pretende que el Señor lo sane? No tiene piedad de un hombre semejante a él ¡y se atreve a implorar por sus pecados! Él, un simple mortal, guarda rencor: ¿quién le perdonará sus pecados? Acuérdate del fin, y deja de odiar; piensa en la corrupción y en la muerte y sé fiel a los mandamientos; acuérdate de los mandamientos, y no guardes rencor a tu prójimo; piensa en la Alianza del Altísimo, y pasa por alto la ofensa.

Palabra de Dios.

 

SALMO RESPONSORIAL

El Señor es bondadoso y compasivo



Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
 bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
 rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura;
no acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.
Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
 cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.

SEGUNDA LECTURA

Tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor

Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Roma


      Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor.  Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos.

Palabra de Dios.

ALELUIA

¡Aleluia!
Les doy un mandamiento nuevo:
ámense los unos a los otros.
Así como yo los he amado,
ámense también ustedes los unos a los otros.
¡Aleluia!

EVANGELIO

No perdones sólo siete veces, sino setenta veces siete

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo


      Entonces se adelantó Pedro y le dijo: “Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?”.  Jesús le respondió: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: “Señor, dame un plazo y te pagaré todo”. El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.  Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: “Págame lo que me debes”.  El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: “Dame un plazo y te pagaré la deuda”. Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: “¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?”. E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos”.

Palabra del Señor.


Reflexión de La hojita del Domingo. Editorial San Pablo


Corrección fraterna


      Hoy se nos presenta una parábola, es decir una narración que ofrece todos los elementos para entenderla, pero la conclusión la debe sacar el lector. Se contraponen dos servidores, dos deudas, pero dos diferentes acreedores. Una deuda era exorbitante: seis millones de denarios, la segunda, en comparación, misérrima: cien denarios. El denario era la paga de un jornalero por un día de trabajo. A María, para la unción de los pies de Jesús, el perfume le había salido el sueldo de un año de trabajo (Jn 12,5). Cuanto a los servidores, ambos son empleados del rey, pero uno está endeudado con el soberano, el otro con su compañero. La desproporción entre las dos deudas y los acreedores es inmensa. Esto es intencional. ¿A quiénes representan los dos servidores? 
       La parábola está a continuación del evangelio del domingo pasado: un integrante de la comunidad vacila en su fe, y otro lo reprende por el escándalo que eso significaba, como que el primero estuviera en deuda con su comunidad, mientras el segundo se sentiría muy seguro de sí mismo. ¿No querrá decir la parábola de hoy que el que reprende por estar en lo justo, debe ser cuidadosamente misericordioso con su hermano, porque él tuvo una deuda mayor y fue perdonado gratuitamente por su Rey? La parábola apunta a afirmar relaciones de misericordia en nuestras comunidades. La 1° lectura es del libro del Eclesiástico. Lo escribe un nieto que admiraba mucho a su abuelo y no querría que se perdiese su sabiduría. El libro, una colección de proverbios e instrucciones, es del 132 a.C. y pertenece al grupo de los libros bíblicos sapienciales. el texto que leemos está muy relacionado con la parábola de Mateo.


Por P. Aldo Ranieri

Fuente: 

  • Nuestra Biblia Abierta. El Libro del pueblo de Dios
  • La hojita del Domingo (Editorial San Pablo)

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