"Entregaría mil veces la vida sin con ello
lograra que un alma sola alabase
una vez más al Señor."
La
misión que Dios confió al Padre Pío
Infinitas alabanzas y
acciones de gracias sean dadas a ti, mi Dios. Me has ocultado a los ojos de
todos al llamarme a pertenecer a la orden de los capuchinos; pero al mismo
tiempo me has confiado una gran misión.
Una misión que sólo tú y yo conocemos…
Señor, muéstrate cada vez
más a mi pobre corazón, y completa en mí el trabajo que has comenzado. Siento
profundamente dentro de mi corazón una voz que me dice continuamente:
santifícate y haz que los demás sean santos.
Carta a una hija espiritual de noviembre
de 1922
Mensaje
del Padre Pío a un alma.
El Padre Pío, durante su vida, se aparecía a muchos por bilocación.
Después de su muerte continúa manifestándose a ciertas personas.
Últimamente se ha aparecido a un alma privilegiada.
El Padre Pío estaba rodeado por una luz maravillosa, en medio de flores
y circundado de Ángeles. Sus llagas eran luminosas, pero sobre todo la llaga
del costado. Sobre el pecho tenía una Cruz, pero sin Crucificado. El
Crucificado era el mismo Padre Pío.
En seguida, le trasmitió un MENSAJE que dice así:
“Querido hermano… escribe
¡No tengas miedo! ¡Soy el Padre Pío!
¡Viva eternamente Cristo, Rey y Señor de todo el universo!
Desde el
trono de mi gloria, te hago llegar mi palabra, mientras estás en el mar tempestuoso
de la vida humana, que se debate y nada en el estiércol de toda clase de
inmundicias.
Yo,
Padre Pío, amante de Jesús Crucificado, copia viviente de su vida crucificada,
tengo el permiso de comunicarte todo lo que me sucedió apenas expirado.
El
Omnipotente Dios; justísimo y amabilísimo, permitió que mi alma permaneciese
todavía tres días en el globo terráqueo, a los píes del Tabernáculo, para
reparar todas las irreverencias que se habían cometido en el lugar santo de
Dios, a causa de mi presencia atendiendo la gente.
El
haber quedado tres días a los pies del Tabernáculo no significa pérdida de la
santidad que la infinita bondad de Dios tuvo a bien concederme.
En
el momento de mi tránsito, comprendí a la luz de Dios, la necesidad de un acto
completo de reparación por todas las almas que, durante tantos años, cometieron
por mi causa muchas faltas de reverencia delante del Santísimo Sacramento.
El
alma enamorada de Dios, conociendo a la luz del Sol Eterno que se aproxima
la belleza de Dios, se precipita por si misma a dar al Señor el último
testimonio de amor y reparación. Por lo tanto no hay que maravillarse por
aquellos tres días de reparación. Al mismo tiempo fui hallado digno de ser
semejante a Cristo hasta en el ingreso en la fulgente gloria que me
esperaba. ¿No permaneció Cristo tres días y tres noches en el
sepulcro? El cuerpo virginal de nuestra dulcísima Madre
Inmaculada, ¿acaso no quedó en la tierra
tres días y tres noches? Inescrutables designios de Dios que la
razón humana no puede comprender!
Durante
ese tiempo, el alma Santísima de Jesús gozaba de la gloria beatífica de la
Divinidad en el seno de su Padre Celestial; en cambio para mí, los tres días
pasados al pie del Tabernáculo fueron bastante penosos.
Después,
el alma emprendió su vuelo, deteniéndose en las mansiones de la gloria para
contemplar toda la grandeza de un Dios Omnipotente. Luego franqueé el último
umbral donde el alma abismada, contempla todos los arcanos que se gozan en el
Paraíso.
No hablo del gran premio que he merecido por tantos
sufrimientos soportados en la tierra, pues, si me fuera posible, hubiera
preferido quedarme en la tierra para sufrir hasta el fin del mundo para reparar
por la gran Majestad de Dios tan ultrajada y para poder salvar todavía más
almas.
¡Oh almas negligentes...valorad vuestra existencia! ¡Haced de ella un gran
tesoro para la vida eterna!
Pero mi misión continuará todavía... No permaneceré
inactivo. Acompañaré a las almas que me fueron queridas y vigilaré a las que
vacilen en la Fe. Estaré con vosotros mientras así lo disponga la Divina
Voluntad.
¡Invocadme
en vuestros momentos penosos, en el tempestuoso valle de lágrimas! Os ayudaré y
os asistiré para que no vacile vuestra Fe y deis gloria al Señor que os ha
creado de la nada.
En
el Cielo estoy en constante coloquio con Dios para salvar las almas, pero
especialmente recurro a la Reina del Cielo y de la tierra, junto a Nuestra
Señora, desempeño mi misión… Es tiempo de gran corrupción en el mundo, pero es
también tiempo de gran Misericordia por parte de Dios, que sigue esperando que
sean utilizados sus méritos infinitos.
“Te
he dicho que hice mi Purgatorio al pie del Tabernáculo. Esta ha sido la
voluntad del Señor. Habría podido hacerlo más prolongado y de distinto modo.
Mi
Purgatorio lo hice en vida sobre la tierra, signado con las llagas de Jesús
Crucificado y con el alma continuamente en penosa congoja, semejante a la que
padeció Jesús en la Cruz en su dolorosa agonía. He podido vivir tanto, gracias
a la asistencia que me proporcionaba el Señor.
¿Quieres
saber cuál es mi gloria? Sólo puedes formarte de ello una pálida idea.
Hay gozos
paradisíacos que se descubren siempre de nuevo, y uno queda siempre
extasiado...: Pero no hay para todos la misma gloria… El alma que ha amado más,
que ha sufrido más y que se mantuvo en la verdadera pureza, esa alma es capaz
de saborear mucho mejor el misterio incomparable de la Celestial Jerusalén.
Yo me hallo
junto a mi querido Padre Francisco, rodeado de Querubines y Serafines que
entonan el himno del amor y de la gloria.
En el mundo
se vive sin Fe, o tal vez con Fe lánguida.
Los
que están más cerca del Señor podrían trabajar más y embellecer su
alma con jugos vitales.
¡Dichosas
las almas que, como industriosas abejas, llegan a alcanzar la meta celestial
con la corona bien formada sobre su cabeza!
Mientras
tanto, en el mundo sólo se piensa en gozar y se peca mucho. Hay amenazas por
parte de Dios que se van a cumplir inexorablemente!! Toda la Corte celestial
adora a la Omnipotencia Divina y le suplica que se aplaque. Por eso mismo…
rogad todos y ofreced sacrificios!”
“Todos dicen: ¡Ha muerto el P. Pío ! ¡Ha muerto el Padre Pío!
Mas ¿cómo
puede llamarse “muerto” al que ha alcanzado la verdadera vida, la eternidad?
El alma
inmortal abandona sus despojos mortales, o sea el cuerpo, para gozar de la
verdadera felicidad.
Muertos son los que viven alejados de Dios, sin vivir la verdadera vida,
esto es; la gracia divina. El alma muerta a la gracia, viviendo en las
tinieblas, tiene su cuerpo como un cadáver ambulante, sin
consistencia esencial. Toda la vida que anima al cuerpo es la sustancia real
emanada de la vida del alma. De ahí que el título de muerte”, para los
seguidores de Cristo, es absurdo. Se debería llamar “tránsito” “viaje a la casa
paterna”.
En el mundo se viaja mucho, llevando el alma en el frágil vaso que la
contiene. De ahí arrancan las facultades intelectuales operantes, producidas
por el alma.
¡Ay de aquellos que no conocen bien lo que significa pasar de la tierra
a la eternidad!
Se experimenta un gran miedo porque no se vive de la realidad vital. Por
esto, se da mucha importancia a la humanidad, viviendo a medias.
¡Amad
la verdadera vida que os conduce a Cristo! ¡La carne debe servir de instrumento
para atesorar méritos con miras al viaje que conduce a las bodas eternas!
“¡Nada de miedos!” El que sepa viajar, encontrará su triunfo…! El triunfo de
haber custodiado bien el tesoro del alma inmortal en unos despojos mortales,
terrestres, llamados “cuerpo”, el cual también resucitará resplandeciente al
final, para gozar de la felicidad celestial. Cuanto más frenemos el
cuerpo, mortificando sus fuertes pasiones y manteniéndolo en la pureza, tanto
más nos servirá para obrar el bien y tanto más brillará en la feliz eternidad.
La muerte no es tal para los que hayan vivido la vida de Cristo, sino
que es vida. El alma es el centro vital de todo el ser humano. Apenas deja el
cuerpo, se lanza como flecha hacia Dios, Fuente de vida para iniciar la vida
sin fin… Siendo así, las almas en gracia de Dios no deben experimentar ninguna
especie de terror al aproximarse la hora suprema de su encuentro con el
Creador”.
“Muchas personas me han tenido
por áspero… irascible..
¡He aquí el motivo! ¡Cuántas luchas intimas debí entablar contra el
amigo del orgullo, que a veces me molestaba fuertemente y, en ciertas
circunstancias propicias, me hacía obrar diversamente!
¡Pero no debemos juzgar con facilidad a un alma que humildemente ama,
sirve y se sacrifica para la gloria de Dios.
“Querido
hermano en Cristo y con Cristo! Te recomiendo ocuparte actualmente de cómo
poder honrar siempre más a la gran Madre de Dios y Madre nuestra.
Si
estuvieses en el cielo y vieras todo lo impuro que hay en el corazón del
hombre, y cómo el hombre quisiera desbaratar los planes de Dios manifestados en
la Redención humana por medio de María Inmaculada, tú desearías precipitarte,
si te fuese posible, sobre la tierra, para manifestar al mundo la verdad
infalible del Verbo Encarnado en el seno purísimo de la Virgen María, por obra
y virtud del Espíritu Santo.
Sin embargo, sabiendo tú todo lo que hay en el mundo no puedes llegar a
comprenderlo plenamente, por no encontrarte en el eterno esplendor de Dios.
¡Cuánta
consternación y aún miedo, para expresarme de un modo humano, no deja en
nosotros la Infinita Justicia de Dios, dispuesta a actuar al ver vilipendiada y
ultrajada su Infinita Majestad!
Tú, querido hermano,
querrías comprender cómo los Bienaventurados pueden gozar y al mismo tiempo
sentir consternación y miedo: vete sabiendo que, siendo nosotros felices en el
Cielo, nos vemos obligados a valernos de modos terrenos para hacernos
comprender mejor.
¿No fue
necesario que se humanizara el Verbo de Dios, Jesús, para salvar a la
humanidad? Por lo tanto, no es nada extraño que nosotros nos
manifestemos tristes y doloridos, y que podamos estar horrorizados ante la
terrible desventura que afectará a toda la humanidad, contaminada con la culpa
y sin posibilidad de salvación.
Los ángeles,
aun siendo puros espíritus, cuando se aparecen, ¿no tornan acaso formas
humanas? Todo es posible para Dios, cuando El lo quiere.
La
manifestación dolorosa debe aparecer en proporción con la redención de un Dios
Omnipotente, de tal modo que el hombre tome conciencia del horror que despierta
en Dios su presencia tenebrosa.
Cuando el
cielo está sereno y brilla el sol, el hombre se siente feliz de poder obrar
cómodamente, sin encontrar obstáculos; pero cuando el cielo se presenta oscuro
y amenaza con una lluvia torrencial, entonces sí que el hombre toma
precauciones de defensa. . . siempre y cuando lo quiera.
¡Cuántas
manifestaciones nefandas de libertinaje inmoral!
Los
malvados, queriendo encubrir su corrupción, pretenden ofuscar o anular los
atributos de Dios en la creación y Redención del hombre caído y luego depravado
con tantas infamias.
El mundo camina en tinieblas!. No hay medio de escape! Debería ser
castigado y reducido a la nada, con más razón que Sodoma y Gomorra!
No tardéis en destilar sobre las almas un poco de luz del cielo! Pero
antes que nada, esta luz deberían recibirla las almas consagradas… aseglaradas…,
que pretenden cambiar el Maná Celestial por las bellotas de los animales
inmundos!
“¿Qué sucederá en el mundo? Nuestra felicidad del Cielo
está invadida por gemidos angustiosos, por cuanto todos tenemos en la tierra
seres humanos que nos pertenecen.
¡Apresúrate! ¡No te detengas en reflexiones! Escribe. . . habla. . –
sacude los corazones que quieren sumergirse en el barro!!!
Son, ante todo, nuestros Hermanos Consagrados los que hacen amargo el
“Pan de la Vida”, por cuanto comienzan a corromper su conducta.
¡Qué trágica perspectiva!… ¡Qué Babilonia de visiones!… La hora es
gravísima y serán ellos los primeros en ser envueltos en la
tormenta, por cuanto a causa de ellos ocurre tanto mal en el mundo.
Pon en práctica tu programa:
1º Manifestar al mundo el Dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen
María;
2º Proclamar que las almas consagradas al no querer seguir las normas de
la pureza y de la continencia virginal, no son dignas de permanecer en el
servicio de Dios junto a los Santos Tabernáculos.
Hace falta mucha oración, un poco de penitencia, mayor unión con Jesús
Eucaristía, mayor dedicación al desagravio. Se necesitan víctimas de
reparación, almas Hostias, almas puras. El
sufrimiento de las almas puras penetra en los Cielos.
¡Que no duerman los fieles! Preocúpense de los intereses del Creador,
eviten los pasatiempos inútiles, la televisión prolongada!
¡Privaciones.
.. penitencia. . . celo por la gloria de Dios!!
“Te
propongo todavía manifestar al mundo dos problemas importantes que tanto se
valorizan en la Gloria Beatífica, en la cual nos encontramos. Si nos fuera dado
bajar a la tierra, estaríamos dispuestos a volver a ella, para hacer méritos y
llenar, cada uno de nosotros, aquellos huecos grandes y pequeños pasados
inútilmente en tiempos perdidos.
Dios ha creado a los hombres, no para disiparse en el tiempo, sino para
salvarse y santificarse por medio del tiempo, empleándolo para la Patria
Celestial que los espera a todos.
Es
la pérdida del tiempo pasado inútilmente en el pecado, lo que gradualmente
arrastra al infierno. Este es el primer problema: evitar la pérdida del tiempo.
El
segundo es, inculcar la necesidad de vivir en la presencia de Dios. ¡Qué
importante es vivir en la presencia de Dios!
El
mismo Señor dijo a Abrahán al constituirlo padre de grandes
generaciones:
“¡Anda
en mi presencia y sé perfecto!”
José, hijo de Jacob, invitado a cometer el mal en casa de Putifar, se
rehusó a ello enérgicamente diciendo: ¿Cómo puedo yo cometer una mala acción en
la presencia de mi Dios? – A consecuencia de ésto fue calumniado y recluido en
una cárcel.
Pero el Señor estaba con José y lo premió, haciéndolo grato al director
de la cárcel, quien le confió los demás presos que quedaron todos a sus
órdenes.
Además, el Señor le premió dándole el don de profecía y así salió de la
cárcel y fue constituido virrey de Egipto.
La casta Susana, invitada a pecar, al pensamiento de “¡Dios me ve!”,
pronunció su “no” rotundo. Los tentadores, burlados, inventaron una calumnia y
la condenaron a muerte.
El Señor
quiso premiarla, y mandó al Profeta Daniel para descubrir la
calumnia. Fueron condenados los acusadores de Susana y ella fue liberada de
aquella inefable calumnia que debía conducirla al martirio.
¡Problemas
importantísimos son éstos de los últimos tiempos, tan pecaminosos y tan llenos
de escándalos! Se vive como si Dios no existiese y aquellos que conocen la
existencia divina intentan huir de la mirada de Dios, a fin de ahorrarse
preocupaciones en la justificación de su conducta extraviada.
Muchas almas se hartan de conocer y saber lo que yo he dicho
o hecho en San Juan Rotondo, pero no logran decidirse sobre una base firme y
convincente.»
“Te recomiendo insistir para hacer progresar el amor y la preocupación
hacia aquel acto supremo del infinito amor que prodigó Jesús dándose a Sí mismo
todo entero y sin límites a las almas.
¡Que se
sienta esta gratitud hacia Jesús Eucaristía y que se ponga en
práctica El Tabernáculo es la fuente de la vida; es
sostén, paz, ayuda y consuelo de las almas fatigadas!
¡Se debe ir a Jesús con verdadera fe y no por rutina como para olvidarlo
cuanto antes!‘Vivir de la fe, de aquella fe viva que eleva las
almas a las cosas sublimes, en vez de sumergirse
demasiado en la tierra!.
El mundo es
un lugar de tránsito. Se debe saber luchar para
desprenderse de las cosas fugaces.
Si las almas no se acercan con frecuencia al Fuego Eucarístico,
permanecen frías, sin aliento, tibias, sin méritos. Y ¿qué consuelo puede
recibir Jesús de esas almas que no tienen la fuerza de volar sobre todo lo
creado?
Debemos
vivir firmes en la convicción práctica de nuestra obligación de amar y servir
al Señor.
¡Oh, si las almas conociesen bien y apreciasen el gran don de Dios que
se quedó viviente en la tierra, cómo vivirían la vida de otro modo!
Del
Tabernáculo se sacan todos los tesoros: el alma se santifica y vive
transformada en Dios. Si no se experimenta hambre y sed de Dios Vivo, se vive
una vida vacía, oscura, que no hace ningún progreso.”
“Se me atribuyen milagros, profecías, bilocaciones, estigmatizaciones,
etc. Pero yo no fui otra cosa que un indigno instrumento del Señor. Sin la
lluvia que cae del cielo la tierra no produce más que cardos y espinas.
En cierto
modo, Jesús debe servirse de algún alma para demostrar al mundo su existencia y
su omnipotencia. A muchas almas ha dado el Señor abundantes gracias, pero
después se las retiró porque Él quiere ser correspondido. La semilla debe
germinar… el terreno debe ser fértil. Solamente se necesita acoger a Dios que
llama a la puerta y, si no se le abre generosamente para recibir su visita...
pasa de largo … no se detiene a hospedarse. Exige cierta disposición que es un
deber. El resto lo hace Él y sabe hacerlo bien.
Mas
el alma que busca y desea la visita de Dios, tiene que apartarse del bullicio
del mundo.
El
buen Dios me encontró a mí….. solitario y en oración. Llamó a la puerta de mi
corazón y yo lo acogí, pensando que era un deber el hospedar al Señor que me
había creado.
Amar
a Dios es el mayor deber de la vida, y yo lo comprendí desde niño, como lo
comprenden aún muchos niños, todavía no emponzoñados por el mundo.
¡Son
las familias las que tienen la puerta cerrada a la luz del sol!
¡Son
las familias que malgastan tiempo junto al televisor, en presencia de sus
pequeñuelos! Esperan con ansia los programas interesantes sin preocuparse de
los niños, que van asimilando tanto veneno en sus inocentes corazoncitos… y por
esto el Señor pasa de largo!
¡Así
es el tiempo presente: el paso de Dios, sin darle la oportunidad de detenerse!
Y después…
¡pobres familias que de un hogar hacen un foco de rebelión!
Yo, por la
gracia de Dios, he cumplido mi jornada y creo haber cumplido con mi deber en
dar al Amor todo lo que Él por amor, me ha dado a mí a lo largo de su Calvario.
¡Si supiéramos cómo resulta cien veces centuplicado por Dios todo acto,
aún el más mínimo, hecho por su amor! A todos los miles de personas que
acudieron a verme en San Juan Rotondo, sin reparar en incomodidades y
sacrificios, les pregunto:
¿Habéis
cambiado de conducta? ¿Qué frutos habéis sacado de haberos acercado a un pobre
siervo de Dios? Si todos hubieseis cambiado, habríais llevado la luz al mundo.
Vuestros contactos conmigo han dado escasos frutos, pues de otro modo el mundo
no empeoraría constantemente.
Reflexionad:
Si la semilla enterrada en el surco no muere, no echa raíces; si el hombre no
muere a todas las inclinaciones de la carne, no puede tener
vida.
El hombre y
la mujer, en el paraíso terrestre, no supieron luchar ni vencer en la lucha
diabólica del orgullo y cayeron vencidos en las garras de Satanás. Su pecado
pasó a todas las generaciones hasta el fin del mundo, y de ahí que la lucha
siempre revive en el hombre, como consecuencia del pecado. Como un padre
desnaturalizado, llevando una vida escandalosa, corrompe a sus propios hijos
con su mal ejemplo, así Adán pervirtió al mundo.
Lo que en
estos momentos te estoy anunciando, tú, querido hermano, puedes libremente
referirlo, ya que es urgente que la humanidad sea sacudida y despierte. Que no
duerma en el pantano de la culpa; que reconozca la omnipotencia de Dios tres
veces Santo, y que de su corazón mane leche y miel en vez de odio.
Los castigos, se los procura el hombre con sus actos de rebelión contra
el Dios Altísimo. El hombre, abandonado a sí mismo por parte de Dios, se
encamina hacia el abismo de toda clase de perdición.”
“Escribe también esto:
No se comprende bastante la importancia del alma cuando debe comparecer
ante la Infinita Majestad de un Dios Juez.
Aún algunos
Santos, aunque de excelsa santidad, han demorado por unos instantes su entrada
en la gloria eterna a causa de algunas cositas que parecen nada a los ojos de
los hombres.
¡Cada alma
debe corresponder a los talentos dados por el Señor!
Te
dejo oh hermano, este legado: El Crucifijo, la Eucaristía, el
Corazón Inmaculado de María y las almas que hay que salvar !!!”
Fuente:
- Padre Pío. Su testamento espiritual
- 366 textos de el Padre Pío de Pietrelcina
- Oraciones y devociones católicas
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