Jesús crecía en gracia
El libro del Eclesiástico puede haber
sido escrito alrededor el 132 a.C. El nombre del autor es Jesús, y lo conocemos
por su nieto, el cual lo admiraba mucho: "...mi abuelo Jesús, después de
haberse dado intensamente a la lectura de la Escritura, adquirió un gran
dominio de ella". Para que, entonces, no se pierda esta sabiduría de su
abuelo, decide traducir su libro afindeque los que aman la sabiduría, la
aprendan. Hoy es el día de la familia, empezando por los abuelos, en efecto el
texto habla de tres generaciones: "Quien honra a su padre expía sus
pecados y recibirá contento de sus hijos". Un antiguo texto egipcio del
1000 a.C. reza así: "Sostén a tu madre como ella te sostuvo a ti. Ella
sufrio mucho por ti al darte a la luz y, una vez nacido, te llevó en sus brazos
y por tres años pegaste tu boca a su seno. Pueda ella no tener nunca que
reprocharte algo, ni levantar sus manos a Dios y que éste no tenga nunca que
oír sus lamentos". Honrar al padreyala madre, en el libro de tobías, se
entiende como no causarles disgusto (4, 3-4); en el libro de Proverbios es
cuidar que no les falte el sustento (Prov 19, 26). Para el libro del
Eclesiástico, la familia es el lugar en donde se encuentra el consuelo y se
sanan las heridas que "la calle" inflige: "Come con alegría tu
pan y bebe de buen agrado tu vino, que Dios está contento de tus obras. Vive la
vida con la mujer que amas ya que muchas son las fatigas con que te afanas bajo
el sol" (Qo 9, 7). La lectura de la carta a los Colosenses tiene consejos
que Pablo repetía mucho en sus cartas. La capacidad de "perdonarse
mutuamente" en familia sigue siendo el fundamento de la paz.
P. Aldo Ranieri
Esta fiesta nos hace presente la realidad
tangible y palpable de la Encarnación del Hijo de Dios: nació en el seno de una
familia, perteneció a un pueblo y fue heredero de una tradición y de una
historia. Como todos los niños, aprendió una lengua y una cultura entre sus
parientes y vecinos. En este contexto sencillo y vital, Dios quiso revelarse.
Esta fiesta es una buena ocasión para renovar nuestro ruego, para que Dios esté
presente en todas las familias de la tierra.
PRIMERA LECTURA
1Sam 1, 20-22. 24-28
Lectura del primer
libro de Samuel.
En aquellos días, Ana concibió, y a su debido tiempo dio a luz un hijo,
al que puso el nombre de Samuel, diciendo: "Se lo he pedido al
Señor". El marido, Elcaná, subió con toda su familia para ofrecer al Señor
el sacrificio anual y cumplir su voto. Pero Ana no subió, porque dijo a su
marido: "No iré hasta que el niño deje de mamar. Entonces lo llevaré y él
se presentará delante del Señor y se quedará allí para siempre". Cuando el
niño dejó de mamar, lo subió con ella, llevando además un novillo de tres años,
una mediada de harina y un odre de vino, y lo condujo a la Casa del Señor en
Silo. El niño era aún muy pequeño. Y después de inmolar el novillo, se lo
llevaron a Elí. Ella dijo: "Perdón, señor mío, ¡por tu vida, señor!, yo
soy aquella mujer que estuvo aquí junto a ti, para orar al Señor. Era este niño
lo que yo suplicaba al Señor, y él me concedió lo que le pedía. Ahora yo, a mi
vez, se lo cedo a él: para toda su vida queda cedido al Señor". Después se
postraron delante del Señor.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 83, 2-3. 5-6. 9-10
¡Señor, felices los que habitan en tu Casa!
¡Qué amable es tu Morada,
Señor del
Universo!
Mi alma se consume
de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi
carne claman ansiosos
por el Dios viviente.
¡Felices los que habitan en tu Casa
y te
alaban sin cesar!
¡Felices los que
encuentran su fuerza en ti,
al emprender la
peregrinación!
Señor del universo,
oye mi plegaria,
escucha, Dios de
Jacob;
protege, Dios, a nuestro Escudo
y mira el rostro de
tu Ungido.
SEGUNDA LECTURA
1Jn 3, 1-2. 21-24
Lectura de la Primera
carta de san Juan.
Queridos hermanos: ¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos
llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos
reconoce, es porque no lo ha reconocido a él. Queridos míos, desde ahora somos
hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que
cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.
Queridos míos, si nuestro corazón no nos hace ningún reproche, podemos
acercarnos a Dios con plena confianza, y él nos concederá todo cuanto le
pidamos, porque cumplimos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. Su
mandamiento es éste: que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo, y nos
amemos los unos a los otros como él nos ordenó. El que cumple sus mandamientos
permanece en Dios, y Dios permanece en él; y sabemos que él permanece en
nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lc 2, 41-52
Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Lucas.
Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén en la fiesta de la
Pascua. Cuando el niño cumplió doce años, subieron como de costumbre, y acabada
la fiesta, María y José regresaron, pero Jesús permaneció en Jerusalén sin que
ellos se dieran cuenta. Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un
día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo
encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de él. Al tercer día, lo hallaron
en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles
preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus
respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo:
"Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te
buscábamos angustiados". Jesús les respondió: "¿Por qué me buscaban?
¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?". Ellos no
entendieron lo que les decía. Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía
sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba
creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante de Dios y de los
hombres.
Palabra del Señor.
Alocución del
Papa Benedicto XVI para el Ángelus del domingo 30 de diciembre 2012. Fiesta de
la Sagrada Familia de Nazareth
Queridos hermanos y hermanas!
Hoy es la fiesta de la Sagrada Familia de
Nazaret. En la liturgia el pasaje del Evangelio de Lucas presenta a la Virgen
María y San José, fieles a la tradición, van a Jerusalén para la Pascua con Jesús de doce años. La primera vez que Jesús entró en el templo del Señor fue de cuarenta
días después de su nacimiento, cuando sus padres habían ofrecido "un par de tórtolas o dos pichones" (Lucas 2:24), que era el sacrificio
de pobres. "Lucas, cuyo evangelio está lleno de toda una teología de los
pobres y la pobreza, deja en claro ... que la familia de Jesús fue contada entre los pobres de Israel, entendemos que el derecho podría crecer entre ellos
el cumplimiento de la promesa" ( La infancia de Jesús, 96). Jesús hoy está
de nuevo en el templo, pero esta vez tiene un papel diferente, que lo involucra
en persona. Lo hace, con María y José, la peregrinación a Jerusalén según lo
prescrito en la Ley (cf. Ex 23,17, 34,23 ss), a pesar de que aún no estaba en
el decimotercer año de edad: un signo de la profunda religiosidad de la Sagrada
Familia. Pero cuando sus padres vuelven a Nazaret, sucede algo inesperado: él,
sin decir nada, se queda en la ciudad. Durante tres días, María y José lo
buscan y lo encuentran en el Templo, para hablar con los maestros de la Ley
(cf. Lc 2,46-47), y cuando le piden explicaciones, Jesús dice que él no tiene
que preguntarse, porque es el lugar , que es su casa, con el Padre, que es Dios
(cf. La infancia de Jesús, 143). "Él - Orígenes - profesa estar en el
templo de su Padre, el Padre, que se ha revelado a nosotros y de la que se dice
que es el Hijo» (Homilías sobre el Evangelio de Lucas, 18, 5).
La preocupación de María y José a Jesús
es la mismo que la de cada padre que educa a un niño, lo introduce a la vida y en la
comprensión de la realidad. Hoy en día, por lo tanto, son merecedores de especial
oración al Señor por todas las familias del mundo. Imitando a la Sagrada
Familia de Nazaret, los padres deben preocuparse seriamente sobre el crecimiento y la
educación de sus hijos, porque los hombres maduros procedan como ciudadanos responsables
y honestos, sin olvidar nunca que la fe es un don precioso para la alimentación
de sus hijos con el ' ejemplo personal. Al mismo tiempo, rezo para que cada
niño sea acogido como un don de Dios, sea sostenido por el amor del padre y de
la madre para poder crecer como el Señor Jesús "en sabiduría, edad y
gracia ante Dios y ante los hombres" (Lc 2, 52). El amor, la lealtad y la
dedicación de María y José son un ejemplo para todas las parejas cristianas que
no son amigos o maestros de la vida de sus hijos, pero los guardianes de este
don incomparable de Dios
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