La palabra es la
fuerza
A cada persona le
llegan las tentaciones según su medida. Santo o pecador, hombre o mujer, cura o
laico, rico o pobre, sabio o ignorante, viejo o joven, las tentaciones siempre
llegan más a tiempo que el calendario y más a medida que la camisa. Jesús, al
encarnarse, aceptó nuestra condición humana. Por eso, no fue la excepción y
tuvo las tentaciones conforme su medida de Mesías, Salvador e Hijo de Dios. El
diablo quiso hacerlo confiar en los milagros fáciles (convertir las piedras en
pan), que es confiar mucho en Dios con el solo fin de ahorrarse el trabajo de
buscar el propio sustento con esfuerzo. Jesús venció con la fuerza de la
Palabra. Entonces el tentador cambió de piel pero no de maña. Se presentó con
un triunfo divino: tirarse del pináculo del templo y ser salvado por Dios que
no puede dejar morir a su Hijo: un espectáculo de falsa religiosidad Jesús
volvió a vencer con la fuerza de la Palabra. Y finalmente probó con la
tentación de las tentaciones: el poder. Le mostró el mundo rendido a los pies
de Jesús: la ambición personal enmascarada de religión. Jesús volvió a vencer
con la fuerza de la Palabra. No somos Jesús, pero de sus tentaciones no está
exento ningún cristiano, ni nosotros, ni nuestras comunidades parroquiales,
colegios o familias. Y cuanta más autoridad tengamos, más fuertes serán las
tentaciones –claro que siempre a nuestra medida y debilidades–, pero lo
suficientemente fuertes como para hacernos tambalear. Siempre hay momentos en
que por nuestra mente pasan ideas mágicas, milagreras, triunfalistas o de
alianzas con cuanto poder se nos acerque. La tentación es siempre la ocasión
para poner las cosas fuera de lugar: nosotros en lugar de Dios, la magia en
lugar de la fe, el placer en lugar del sacrifico, mi provecho en lugar del
derecho del prójimo… Parece que la tentación siempre trae aparejado el
desorden… El contacto cotidiano, o al menos frecuente, con la Palabra de Dios,
pone todas las cosas en su lugar. Pone en orden la vida personal y comunitaria,
ni más arriba ni más abajo, sino donde deben estar.
P. Aderico Dolzani, ssp.
PRIMERA
LECTURA
Deut 26, 1-2. 4-10
Lectura del libro del Deuteronomio.
Moisés habló al
pueblo diciendo: Cuando entres en la tierra que el Señor, tu Dios, te da en herencia,
cuando tomes posesión de ella y te establezcas allí, recogerás las primicias de
todos los frutos que extraigas de la tierra que te da el Señor, tu Dios, las
pondrás en una canasta, y las llevarás al lugar elegido por el Señor, tu Dios,
para constituirlo morada de su Nombre. El sacerdote tomará la canasta que tú le
entregues, la depositará ante el altar, y tú pronunciarás estas palabras en
presencia del Señor, tu Dios: "Mi padre era un arameo errante que bajó a
Egipto y se refugió allí con unos pocos hombres, pero luego se convirtió en una
nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron
y nos impusieron una dura servidumbre. Entonces pedimos auxilio al Señor, el
Dios de nuestros padres, y él escuchó nuestra voz. Él vio nuestra miseria,
nuestro cansancio y nuestra opresión, y nos hizo salir de Egipto con el poder
de su mano y la fuerza de su brazo, en medio de un gran terror, de signos y
prodigios. Él nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra que mana leche y
miel. Por eso ofrezco ahora las primicias de los frutos del suelo que tú,
Señor, me diste". Tú depositarás las primicias ante el Señor, tu Dios, y
te postrarás delante de él.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 90, 1-2. 10-15
En el peligro,
Señor, estás conmigo.
Tú que vives al
amparo del Altísimo
y resides a la
sombra del Todopoderoso, di al Señor:
"Mi refugio y
mi baluarte, mi Dios, en quien confío".
No te alcanzará
ningún mal,
ninguna plaga se
acercará a tu carpa,
porque él te
encomendó a sus ángeles
para que te cuiden
en todos tus caminos.
Ellos te llevarán
en sus manos
para que no
tropieces contra ninguna piedra;
caminarás sobre
leones y víboras,
pisotearás
cachorros de león y serpientes.
"Él se entregó
a mí, por eso, yo lo libraré;
lo protegeré,
porque conoce mi Nombre;
me invocará, y yo
le responderé.
Estaré con él en el
peligro,
lo defenderé y lo
glorificaré".
SEGUNDA
LECTURA
Rom 10, 5-13
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Roma.
Hermanos: Moisés escribe
acerca de la justicia que proviene de la Ley: "El hombre que la practique,
vivirá por ella". En cambio, la justicia que proviene de la fe habla así:
"No digas en tu corazón: ¿quién subirá al cielo?", esto es, para
hacer descender a Cristo. O bien: "¿quién descenderá al Abismo?",
esto es, para hacer subir a Cristo de entre los muertos. Pero ¿qué es lo que
dice acerca de la justicia de la fe? "La palabra está cerca de ti, en tu
boca y en tu corazón", es decir, la palabra de la fe que nosotros predicamos.
Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que
Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree
para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación.
Así lo afirma la Escritura: "El que cree en él, no quedará
confundido". Porque no hay distinción entre judíos y los que no lo son:
todos tienen el mismo Señor, que colma de bienes a quienes lo invocan. Ya que
"todo el que invoque el nombre del Señor se salvará".
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Lc 4, 1-13
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús, lleno del
Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el
Espíritu al desierto, donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días.
No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre. El demonio le
dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se
convierta en pan". Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El
hombre no vive solamente de pan". Luego el demonio lo llevó a un lugar más
alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo:
"Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han
sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo
eso te pertenecerá". Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás
al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto". Después el demonio lo
condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo:
"Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: Él
dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te
llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él,
hasta el momento oportuno.
Palabra del Señor.
Angelus de S. S. Benedicto XVI para el I
Domingo de Cuaresma (17-2-2013)
Queridos
hermanos y hermanas: el miércoles pasado, con el tradicional Rito de las
Cenizas, hemos entrado en la Cuaresma, tiempo de conversión y de penitencia en
preparación a la Pascua. La Iglesia, que es madre y maestra, llama a todos sus
miembros a renovarse en el espíritu, a re-orientarse decididamente hacia Dios,
renegando el orgullo y el egoísmo para vivir en el amor.
En este Año de
la fe, la Cuaresma es un tiempo favorable para redescubrir la fe en Dios como
criterio-base de nuestra vida y de la vida de la Iglesia. Esto implica siempre
una lucha, un combate espiritual, porque el espíritu del mal, naturalmente, se
opone a nuestra santificación, y trata de hacernos desviar del camino de Dios.
Por esta razón,
en el primer domingo de Cuaresma se proclama cada año el Evangelio de las
tentaciones de Jesús en el desierto.