Los hombres
tenemos la tendencia
de poner el acento en las prácticas externas,
en lo superficial.
Dios nos pide todo lo contrario.
Que mis gestos, que mis sacrificios, procedan
del corazón y expresen verdadero amor.
Pensemos:
En nuestro
ayuno, en nuestra limosna, en nuestra oración: ¿actuamos "para
llamar la atención" de los demás?
Nos decía el Santo Padre
en el 2009 en su Mensaje de Cuaresma:
«Lo que he dicho muestra con gran claridad que el ayuno
representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar
contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos. Privarnos por
voluntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayuda al
discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el
pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana.
Oportunamente, un antiguo himno litúrgico cuaresmal exhorta: “Utamur ergo
parcius, / verbis, cibis et potibus, / somno, iocis etarctius / perstemus in
custodia – Usemos de manera más sobria las palabras, los alimentos y
bebidas, el sueño y los juegos, y permanezcamos vigilantes, con mayor
atención”.»
Danos, Señor,
un corazón nuevo
para poder compartir
con mis hermanos
todo lo que nos has regalado.
No hay comentarios :
Publicar un comentario