martes, 7 de junio de 2011

Ven Espíritu Santo, renuévanos

       El Espíritu es como agua necesaria para la vida, que hace brotar la vida en la tierra, que reconforta y refresca. A su vez, también es como el fuego que da energía, calor y que reúne en torno suyo a mucha gente.

       Tal vez nuestra vida ha sufrido procesos de sequía y aridez. Tal vez en ocasiones arrastramos la existencia, agotados por miles de problemas. Posiblemente hayamos sentido la frialdad del desamor, del desencanto y la desilusión.

       Quizá en nuestra vida no exista algo o alguien por quien vivir. O tal vez nunca nos sucedió nada de eso. Sea como fuere, bueno es recordar que también el Espíritu Santo acude en nuestra ayuda siempre que la noche del alma nos domine.

       El Espíritu no está ahí sólo para recordarlo de vez en cuando. Él está presente siempre, y sobre todo cuando el alma humana necesita ser reconfortada con la seguridad total de que Cristo estará con nosotros hasta el fin de los siglos.

       Teniendo esto bien claro el Espíritu Santo ya no será el gran olvidado, sino el gran amado. Esa es la voluntad de Cristo. Y esa es la gran necesidad del ser humano.

Oremos: 


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