Llamados a vivir en comunidad
De
vuelta de sus andanzas entre las aldeas, los apóstoles volvieron contentos. “Lo
que habían enseñado” era su testimonio de fraternidad, que seguía dando fruto.
Jesús los invita a descansar en un lugar solitario. El verbo “ descansar” usado
por Marcos aparece generalmente en contextos de dificultades, guerras ,
actividades extenuantes. Les había ido bien, pero había sido nada fácil. Habían
aprendido a soportarse mutuamente, y ahora podían estar juntos sin celos. El
verbo “comer” apuntaría no tanto a tomar alimento, sino a compartir en familia
(Hech 10, 41). La comunidad cristiana cuando comparte y es solidaria, atrae a
los que buscan la vida: “de todo lado la gente fue allá corriendo”. No se
molestaron los discípulos por habérseles echado a perder las vacaciones, a l
contario estaban felices, ya que habían practicado y predicado vivir juntos
como hermanos. Jesús, sin embargo, levantó la mirada y se apenó: la gente
acudía de todas partes. Era evidente que tenían hambre de participar de su
familia, con él y sus discípulos. ¿Quiénes habrán sido los pastores ausentes de
que habla el texto? En la tierra de Jesús los que crían ovejas tienen rebaños
muy pequeños. Los pastores estaban sin duda (Mc 1, 22), pero no estaban en
grado de construir comunidad. Por eso Jesús llama a vivir en el amor, en la
familia, en la comunidad, en el trabajo y en la sociedad.
P.
Aldo Ranieri
PRIMERA LECTURA
Jer 23, 1-6
Lectura del libro de Jeremías.
¡Ay de los pastores que pierden y dispersan el rebaño de mi
pastizal!
''oráculo del Señor". Por eso, así habla el Señor, Dios de Israel, contra los pastores que apacientan a mi pueblo: Ustedes han dispersado mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas. Yo, en cambio, voy a ocuparme de ustedes, para castigar sus malas acciones ''oráculo del Señor''. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países adonde las había expulsado, y las haré volver a sus praderas, donde serán fecundas y se multiplicarán. Yo suscitaré para ellas pastores que las apacentarán; y ya no temerán ni se espantarán, y no se echará de menos a ninguna ''oráculo del Señor''. Llegarán los días ''oráculo del Señor'' en que suscitaré para David un germen justo; Él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país. En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: "El Señor es nuestra justicia".
''oráculo del Señor". Por eso, así habla el Señor, Dios de Israel, contra los pastores que apacientan a mi pueblo: Ustedes han dispersado mis ovejas, las han expulsado y no se han ocupado de ellas. Yo, en cambio, voy a ocuparme de ustedes, para castigar sus malas acciones ''oráculo del Señor''. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas, de todos los países adonde las había expulsado, y las haré volver a sus praderas, donde serán fecundas y se multiplicarán. Yo suscitaré para ellas pastores que las apacentarán; y ya no temerán ni se espantarán, y no se echará de menos a ninguna ''oráculo del Señor''. Llegarán los días ''oráculo del Señor'' en que suscitaré para David un germen justo; Él reinará como rey y será prudente, practicará la justicia y el derecho en el país. En sus días, Judá estará a salvo e Israel habitará seguro. Y se lo llamará con este nombre: "El Señor es nuestra justicia".
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 22, 1-6
El Señor es mi pastor, nada me puede
faltar.
El Señor es mi pastor, nada me
puede faltar.
Él me hace descansar en verdes
praderas,
me conduce a las aguas tranquilas
y repara mis fuerzas.
Me guía por el recto sendero,
por amor de su Nombre.
Aunque cruce por oscuras quebradas,
no temeré ningún mal,
porque tú estás conmigo:
tu vara y tu bastón me infunden
confianza.
Tú preparas ante mí una mesa,
frente a mis enemigos;
unges con óleo mi cabeza
y mi copa rebosa.
Tu bondad y tu gracia me acompañan
a lo largo de mi vida;
y habitaré en la Casa del Señor,
por muy largo tiempo.
SEGUNDA LECTURA
Ef 2, 13-18
Lectura de la carta del apóstol san
Pablo a los cristianos de Éfeso.
Hermanos: Ahora,
en Cristo Jesús, ustedes, los que antes estaban lejos, han sido acercados por
la sangre de Cristo. Porque Cristo es nuestra paz: Él ha unido a los dos
pueblos en uno solo, derribando el muro de enemistad que los separaba, y
aboliendo en su propia carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así
creó con los dos pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona,
restableciendo la paz, y los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio
de la cruz, destruyendo la enemistad en su persona. Y él vino a proclamar la
Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban lejos, paz también para
aquellos que estaban cerca. Porque por medio de Cristo, todos sin distinción
tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu.
EVANGELIO
Mc 6, 30-34
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Marcos.
Al regresar de su
misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían
hecho y enseñado. Él les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto,
para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no
tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar
desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades
acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar,
Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas
sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.
Palabra
del Señor.
En español,
la alocución de Benedicto XVI previa al Angelus del domingo 22 de julio de 2012
La Palabra de Dios de este domingo, nos vuelve a proponer un tema
fundamental y siempre fascinante de la Biblia: nos recuerda que Dios es el
Pastor de la humanidad. Esto significa que Dios quiere para nosotros la vida,
quiere guiarnos a buenos prados, donde podamos alimentarnos y descansar; no
quiere que nos perdamos y que muramos, sino que alcancemos la meta de nuestro
camino, que es justamente la plenitud de la vida.
Es aquello que desea cada padre y cada madre por sus propios hijos: el
bien, la felicidad, la realización. En el Evangelio Jesús se presenta como
Pastor de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Su mirada sobre la gente es
una mirada ‘pastoral’- Por ejemplo, en el Evangelio de este domingo, se dice
que “Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella,
porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato” (Mc
6,34). Jesús encarna a Dios Pastor con su modo de predicar y con sus obras,
cuidando a los enfermos y pecadores, de aquellos que se han “perdido” (Lc
19,10), para llevarlos de nuevo al seguro, a la misericordia del Padre.
Entre las “ovejas perdidas” que Jesús salvó hay también una mujer de
nombre María, originaria del poblado de Magdala, junto el Lago de Galilea, y
por esto llamada Magdalena. Hoy se celebra su memoria litúrgica en el
calendario de la Iglesia. El Evangelista Luca dice que Jesús hizo salir de ella
siete demonios (Lc 8,2), es decir, la salvó de un total sometimiento al
maligno. ¿En qué consiste esta sanación profunda que Dios obra mediante Jesús?
Consiste en una paz verdadera, completa, fruto de la reconciliación de la
persona en sí misma y en todas sus relaciones: con Dios, con los otros, con el
mundo. En efecto, el maligno siempre busca arruinar la obra de Dios, sembrando
división el corazón humano, entre cuerpo y alma, entre el hombre y Dios, en las
relaciones interpersonales, sociales, internacionales, y también entre el
hombre y la creación. El maligno, siembra guerra; Dios crea paz. Es más, como
afirma San Pablo, Cristo “es nuestra paz, él ha unido a los dos pueblos en uno
solo, derribando el muro de enemistad que los separaba y aboliendo en su propia
carne la ley con sus mandamientos y prescripciones” (Ef 2,14). Para realizar
esta obra de reconciliación radical, Jesús, el Pastor Bueno, tuvo que hacerse
Cordero, “El Cordero de Dios… que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Sólo
así pudo realizar la estupenda promesa del Salmo: “Tu bondad y tu gracia me
acompañan a lo largo de mi vida; y habitaré en la Casa del Señor por muy largo
tiempo. (23/22,6)
Queridos amigos, estas palabras nos hacen latir el corazón, porque
expresan nuestro deseo más profundo, dicen aquello por lo cual fuimos hechos:
la vida, la vida eterna!. Son las palabras de quien, como María Magdalena, ha
experimentado Dios en la propia vida y conoce su paz. Palabras más que nunca
verdaderas en la boca de la Virgen María, que ya vive por siempre en los prados
del Cielo, a donde la condujo el Cordero Pastor. María, Madre de Cristo,
nuestra paz, ruega por nosotros.
Fuente:
Publicado con el permiso de San Pablo y Ecclesia Digital
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