INCLINACIONES
DESORDENADAS
1. Todas las veces que un hombre desea algo contrario a
la voluntad de Dios, inmediatamente pierde la tranquilidad de espíritu. El
soberbio y el avaro nunca están tranquilos: por el contrario, el pobre y el
humilde de corazón gozan de la serenidad de la paz.
El hombre que interiormente no es mortificado cae
fácilmente en la tentación y es vencido por cosas pequeñas y viles.
El débil de espíritu y aún inclinado a los deseos
carnales y a los sentidos, difícilmente puede abstenerse del todo de los
anhelos terrenales. Cuando se sustrae a ellos, con frencuencia se entristece y
si alguien le contradice se enoja con prontitud.
No hay comentarios :
Publicar un comentario