Traspasa, dulcísimo
Señor mío, Jesucristo,
lo más íntimo y
profundo de mi alma
con la flecha suave
y saludable de tu amor,
con la más pura y
verdadera caridad,
de modo que suspire
y se derrita por el amor a ti
y por el deseo de
estar contigo.
Haz que busque sólo
tu gloria
y que no vea la
hora de reunirme contigo definitivamente.
Concédeme que mi alma tenga hambre de ti,
Pan celestial,
alimento de los santos,
Pan nuestro de cada
día lleno de poder,
de dulzura y
suavidad, que hace sentir las delicias
de su celestial
sabor
a todos los que se
alimentan con él.
Jesús, a quien los
ángeles desean siempre contemplar,
haz que mi corazón
tenga siempre ansia de ti,
que se alimente de
ti
y que en su
interior sienta tus consuelos.
Que mi corazón
tenga sed de ti,
ya que eres la
fuente de la vida,
el manantial de la
sabiduría y de la ciencia,
el río de eterna
luz,
un torrente de
delicias
y la abundancia de
la casa de Dios.
Haz que mi alma no
ambicione otra cosa
más que estar contigo,
que te busque y te
encuentre,
que me dirija a ti
y llegue hasta ti;
que piense sólo en
ti y no hable más que de ti
y de todo lo que
sea para tu gloria.
Otórgame la
humildad que necesito,
que desee tu
misericordia hasta llenarme de ella,
que sea generoso y
ardiente
y así persevere
hasta el fin de mi vida.
Jesús, que seas
siempre sólo tu
mi única esperanza,
la fuente de mi confianza,
mi tesoro, mi
encanto, mi amor,
mi alegría y mi
descanso,
mi serenidad, mi
paz, mi suavidad,
el delicado perfume
de mi alma, mi dulzura,
mi refugio y mi
sostén, mi ayuda, mi sabiduría,
mi bien y mi
riqueza.
Y que sólo en ti,
Jesús mío,
estén siempre fijos
mis ojos y firme mi corazón. Amén
(Quien lo desee, si quiere descargar la oración, pueden hacerlo desde aquí)
¿Quién es san Buenaventura?
Juan de
Fidanza nació en una pequeña ciudad de Toscana (Italia), en el año 1218. Siendo
chico sufrió una grave enfermedad por lo que fue desahuciado. Su madre acudió a
san Francisco, que tomándolo en sus brazos exclamó "Buena ventura".
El niño se curó y con ese nombre se lo conoció de ahí en más. A los veintidos
años, vistió el hábito franciscano. Se doctoró en París, el mismo día que santo
Tomás de Aquino, con quien mantuvo una estrecha amistad. Tenía sólo 35 años
cuando fue nombrado ministro general de la orden, la que guió durante
diecisiete años. Al morir Clemente IV, los cardenales no se ponían de acuerdo
para designar al nuevo papa. Le pidieron a Buenaventura para que él solo lo
señalara. Nombró a Teobaldo, que al asumir, se llamó Gregorio X. Fue consagrado
obispo de Albano y cardenal. El santo intervino lúcidamente en el Concilio de
Lyon. Allí murió el 15 de julio de 1274.
Reflexionemos
Pablo,
hablando de la verdadera sabiduría, escribe: "Si alguno de ustedes se
tiene por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios" (1 Cor.
3,19). Que nuestro deseo sea conocer a Jesús e imitarlo.
Oremos
Padre nuestro, queremos saborear y difundir
sólo la sabiduría que procede de la palabra,
de la vida y del Espíritu de tu Hijo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Fuente: Los cinco minutos con los santos. Santoral
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