domingo, 29 de julio de 2012

Oración para despertar el deseo de la Eucaristía



Traspasa, dulcísimo Señor mío, Jesucristo,
lo más íntimo y profundo de mi alma
con la flecha suave y saludable de tu amor,
con la más pura y verdadera caridad,
de modo que suspire y se derrita por el amor a ti
y por el deseo de estar contigo.
Haz que busque sólo tu gloria
y que no vea la hora de reunirme contigo definitivamente.
Concédeme que mi alma tenga hambre de ti,
Pan celestial, alimento de los santos,
Pan nuestro de cada día lleno de poder,
de dulzura y suavidad, que hace sentir las delicias
de su celestial sabor
a todos los que se alimentan con él.
Jesús, a quien los ángeles desean siempre contemplar,
haz que mi corazón tenga siempre ansia de ti,
que se alimente de ti
y que en su interior sienta tus consuelos.
Que mi corazón tenga sed de ti,
ya que eres la fuente de la vida,
el manantial de la sabiduría y de la ciencia,
el río de eterna luz,
un torrente de delicias
y la abundancia de la casa de Dios.
Haz que mi alma no ambicione otra cosa
más que estar contigo,
que te busque y te encuentre,
que me dirija a ti y llegue hasta ti;
que piense sólo en ti y no hable más que de ti
y de todo lo que sea para tu gloria.
Otórgame la humildad que necesito,
que desee tu misericordia hasta llenarme de ella,
que sea generoso y ardiente
y así persevere hasta el fin de mi vida.
Jesús, que seas siempre sólo tu
mi única esperanza, la fuente de mi confianza,
mi tesoro, mi encanto, mi amor,
mi alegría y mi descanso,
mi serenidad, mi paz, mi suavidad,
el delicado perfume de mi alma, mi dulzura,
mi refugio y mi sostén, mi ayuda, mi sabiduría,
mi bien y mi riqueza.
Y que sólo en ti, Jesús mío,
estén siempre fijos mis ojos y firme mi corazón. Amén

San Buenaventura


(Quien lo desee, si quiere descargar la oración, pueden hacerlo desde aquí)





¿Quién es san Buenaventura?




      Juan de Fidanza nació en una pequeña ciudad de Toscana (Italia), en el año 1218. Siendo chico sufrió una grave enfermedad por lo que fue desahuciado. Su madre acudió a san Francisco, que tomándolo en sus brazos exclamó "Buena ventura". El niño se curó y con ese nombre se lo conoció de ahí en más. A los veintidos años, vistió el hábito franciscano. Se doctoró en París, el mismo día que santo Tomás de Aquino, con quien mantuvo una estrecha amistad. Tenía sólo 35 años cuando fue nombrado ministro general de la orden, la que guió durante diecisiete años. Al morir Clemente IV, los cardenales no se ponían de acuerdo para designar al nuevo papa. Le pidieron a Buenaventura para que él solo lo señalara. Nombró a Teobaldo, que al asumir, se llamó Gregorio X. Fue consagrado obispo de Albano y cardenal. El santo intervino lúcidamente en el Concilio de Lyon. Allí murió el 15 de julio de 1274.

Reflexionemos

      Pablo, hablando de la verdadera sabiduría, escribe: "Si alguno de ustedes se tiene por sabio en este mundo, que se haga insensato para ser realmente sabio. Porque la sabiduría de este mundo es locura delante de Dios" (1 Cor. 3,19). Que nuestro deseo sea conocer a Jesús e imitarlo.


Oremos

Padre nuestro, queremos saborear y difundir 
sólo la sabiduría que procede de la palabra, 
de la vida y del Espíritu de tu Hijo. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.    

Fuente: Los cinco minutos con los santos. Santoral

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