2. Los hombres pasan, mas la verdad de Dios permanece para siempre (Sal. 116, 2). Dios nos
habla de diversas maneras, sin acepción de personas.
Nuestra curiosidad muchas veces constituye un obstáculo
para la lectura de las Sagradas Escrituras porque queremos entender y discutir
lo que llanamente debemos aceptar. Si quieres sacar provecho, lee con humildad,
sencillez y con fe, sin pretender el título de docto.
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