El pastor da la vida
por sus ovejas
Cuando
Jesús se presenta como buen pastor, puede florecer en nosotros una figura
tierna o campesina de un buen hombre en medio de sus ovejas. La realidad que
muestra el evangelio es muy distinta: es la de una persona capaz de dar su vida
para salvar a sus ovejas del peligro. Quienes rechazaban a Jesús, lo criticaban
y buscaban cómo condenarlo, interpretaban sus palabras de manera muy acotada.
Para ellos “pastor” era lo mismo que decir “rey, autoridad”. “Dios ha dado un
pastor a su pueblo”, dice la escritura cuando David es ungido. Hasta el
emperador Ciro es llamado “pastor”. Casi siempre, cuando pensamos en pastores,
imaginamos a obispos, sacerdotes y al mismo Papa. Pero si meditamos este
evangelio, nos daremos cuenta de que todos los cristianos somos pastores: los
padres, los maestros, los hermanos, los catequistas, los religiosos… Todos
somos guías, los unos de los otros. Todos somos siervos, los unos de los otros.
Dar la vida no por dinero o fama, sino por amor a las ovejas. Eso es lo que
distingue al buen pastor de los pastores de oficio y rentados. En este día,
Jornada mundial de oración por las vocaciones, recordemos que, para seguir al
Señor, hay que estar enamorados de él y de las ovejas. Es una manera muy
concreta de pensar y rezar por las vocaciones, que también nos ayudará a
comprender a los que deciden consagrar su vida por amor sin esperar nada a
cambio.
P. Aderico Dolzani, ssp.
PRIMERA
LECTURA
Hech
13, 14. 43-52
Lectura
de los Hechos de los Apóstoles.
En aquellos días: Pablo y Bernabé continuaron su viaje, y de
Perge fueron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se
sentaron. Cuando se disolvió la asamblea, muchos judíos y prosélitos que adoraban
a Dios siguieron a Pablo y a Bernabé. Éstos conversaban con ellos,
exhortándolos a permanecer fieles a la gracia de Dios. Casi toda la ciudad se
reunió el sábado siguiente para escuchar la Palabra de Dios. Al ver esa
multitud, los judíos se llenaron de envidia y con injurias contradecían las
palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé, con gran firmeza, dijeron: "A
ustedes debíamos anunciar en primer lugar la Palabra del Señor, pero ya que la
rechazan y no se consideran dignos de la Vida eterna, nos dirigimos ahora a los
paganos. Así nos ha ordenado el Señor: 'Yo te he establecido para ser la luz de
las naciones, para llevar la salvación hasta los confines de la tierra'".
Al oír esto, los paganos, llenos de alegría, alabaron la Palabra de Dios, y todos
los que estaban destinados a la Vida eterna abrazaron la fe. Así la Palabra del
Señor se iba extendiendo por toda la región. Pero los judíos instigaron a unas
mujeres piadosas que pertenecían a la aristocracia y a los principales de la
ciudad, provocando una persecución contra Pablo y Bernabé, y los echaron de su
territorio. Estos, sacudiendo el polvo de sus pies en señal de protesta contra
ellos, se dirigieron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaron llenos de
alegría y del Espíritu Santo.
Palabra
de Dios.
SALMO
Sal
99, 1b-3. 5
Somos su pueblo y ovejas de su rebaño. O
bien: Aleluya.
Aclame
al Señor toda la tierra,
sirvan
al Señor con alegría,
lleguen
hasta él con cantos jubilosos.
Reconozcan
que el Señor es Dios:
Él
nos hizo y a él pertenecemos;
somos
su pueblo y ovejas de su rebaño.
¡Qué
bueno es el Señor!
Su
misericordia permanece para siempre,
y su
fidelidad por todas las generaciones.
SEGUNDA
LECTURA
Apoc
7, 9. 14b-17
Lectura
del libro del Apocalipsis.
Yo, Juan, vi una enorme muchedumbre, imposible de contar,
formada por gente de todas las naciones, familias, pueblos y lenguas. Estaban
de pie ante el trono y delante del Cordero, vestidos con túnicas blancas;
llevaban palmas en la mano. Y uno de los Ancianos me dijo: "Éstos son los
que vienen de la gran tribulación; ellos han lavado sus vestiduras y las han
blanqueado en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios y
le rinden culto día y noche en su Templo. El que está sentado en el trono
extenderá su carpa sobre ellos: nunca más padecerán hambre ni sed, ni serán
agobiados por el sol o el calor. Porque el Cordero que está en medio del trono
será su Pastor y los conducirá hacia los manantiales de agua viva. Y Dios
secará toda lágrima de sus ojos".
Palabra de Dios.
Resucitó el buen Pastor, que dio la vida
por sus ovejas y se entregó a la muerte por su rebaño. Aleluya.
EVANGELIO
Jn
10, 27-30
Evangelio
de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús
dijo: "Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo
les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis
manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede
arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola
cosa".
Palabra
del Señor.
ORDENACIÓN SACERDOTAL
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Basílica Vaticana
IV Domingo de Pascua, 21 de abril de 2013
IV Domingo de Pascua, 21 de abril de 2013
La homilía pronunciada por el
Santo Padre corresponde sustancialmente a la «Homilía ritual» prevista en el
Pontifical Romano para la ordenación de presbíteros, a la cual el Papa ha
aportado algunas modificaciones personales.
Queridos
hermanos y hermanas
Ahora
que estos hermanos e hijos nuestros van a ser ordenados presbíteros, conviene
considerar a qué ministerio acceden en la Iglesia.
Aunque,
en verdad, todo el pueblo santo de Dios es sacerdocio real en Cristo, sin
embargo, nuestro sumo Sacerdote, Jesucristo, eligió algunos discípulos que en
la Iglesia desempeñaran, en nombre suyo, el oficio sacerdotal para el bien de
los hombres. No obstante, el Señor Jesús quiso elegir entre sus discípulos a
algunos en particular, para que, ejerciendo públicamente en la Iglesia en su
nombre el oficio sacerdotal en favor de todos los hombres, continuaran su
misión personal de maestro, sacerdote y pastor. Él mismo, enviado por el Padre,
envió a su vez a los Apóstoles por el mundo, para continuar sin interrupción su
obra de Maestro, Sacerdote y Pastor por medio de ellos y de los Obispos, sus
sucesores. Y los presbíteros son colaboradores de los Obispos, con quienes en
unidad de sacerdocio, son llamados al servicio del Pueblo de Dios.
Después
de una profunda reflexión y oración, ahora estos estos hermanos van a ser
ordenados para el sacerdocio en el Orden de los presbíteros, a fin de hacer las
veces de Cristo, Maestro, Sacerdote y Pastor, por quien la Iglesia, su Cuerpo,
se edifica y crece como Pueblo de Dios y templo del Espíritu Santo.
Al
configurarlos con Cristo, sumo y eterno Sacerdote, y unirlos al sacerdocio de
los Obispos, la Ordenación los convertirá en verdaderos sacerdotes del Nuevo
Testamento para anunciar el Evangelio, apacentar al Pueblo de Dios y celebrar
el culto divino, principalmente en el sacrificio del Señor.
A vosotros,
queridos hermanos e hijos, que vais a ser ordenados presbíteros, os incumbe, en
la parte que os corresponde, la función de enseñar en nombre de Cristo, el
Maestro. Transmitid a todos la palabra de Dios que habéis recibido con alegría.
Recordad a vuestras madres, a vuestras abuelas, a vuestros catequistas, que os
han dado la Palabra de Dios, la fe... ¡el don de la fe! Os han trasmitido este
don de la fe. Y al leer y meditar asiduamente la Ley del Señor, procurad creer
lo que leéis, enseñar lo que creéis y practicar lo que enseñáis. Recordad
también que la Palabra de Dios no es de vuestra propiedad, es Palabra de Dios.
Y la Iglesia es la que custodia la Palabra de Dios.
Que
vuestra enseñanza sea alimento para el Pueblo de Dios; que vuestra vida sea un estímulo
para los discípulos de Cristo, a fin de que, con vuestra palabra y vuestro
ejemplo, se vaya edificando la casa de Dios, que es la Iglesia.
Os
corresponde también la función de santificar en nombre de Cristo. Por medio de
vuestro ministerio alcanzará su plenitud el sacrificio espiritual de los
fieles, que por vuestras manos, junto con ellos, será ofrecido sobre el altar,
unido al sacrificio de Cristo, en celebración incruenta. Daos cuenta de lo que
hacéis e imitad lo que conmemoráis, de tal manera que, al celebrar el misterio
de la muerte y resurrección del Señor, os esforcéis por hacer morir en vosotros
el mal y procuréis caminar con él en una vida nueva.
Introduciréis
a los hombres en el Pueblo de Dios por el Bautismo. Perdonaréis los pecados en
nombre de Cristo y de la Iglesia por el sacramento de la Penitencia. Y hoy os
pido en nombre de Cristo y de la Iglesia: Por favor, no os canséis de ser
misericordiosos. A los enfermos les daréis el alivio del óleo santo, y también
a los ancianos: no sintáis vergüenza de mostrar ternura con los ancianos. Al
celebrar los ritos sagrados, al ofrecer durante el día la oración de alabanza y
de súplica, os haréis voz del Pueblo de Dios y de toda la humanidad.
Conscientes
de haber sido escogidos entre los hombres y puestos al servicio de ellos en las
cosas de Dios, ejerced con alegría perenne, llenos de verdadera caridad, el
ministerio de Cristo Sacerdote, no buscando el propio interés, sino el de
Jesucristo. Sois Pastores, no funcionarios. Sois mediadores, no intermediarios.
Finalmente, al
participar en la misión de Cristo, Cabeza y Pastor, permaneciendo unidos a
vuestro Obispo, esforzaos por reunir a los fieles en una sola familia para
conducirlos a Dios Padre, por medio de Cristo en el Espíritu Santo. Tened
siempre presente el ejemplo del Buen Pastor, que no vino para ser servido, sino
para servir, y buscar y salvar lo que estaba perdido.Fuente:
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