Un antiguo nuevo
mandamiento
Cuando
decimos o repetimos que las palabras de Jesús, “ámense los unos a los otros”,
expresan un mandamiento nuevo, podemos imaginar que él lo inventó en ese
momento. No hay que olvidar que casi exactamente las mismas palabras se
encuentran en el Levítico (19,18): “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El
mandamiento no era nuevo en tiempos de Jesús, y mucho menos lo es hoy. Pero
Jesús le dio un contenido novedoso. Está en nosotros actualizar esa novedad. No
es fruto de estudios bíblicos, teológicos o catequísticos, que sólo pueden
ayudarnos si en nuestro corazón está presente lo esencial: la vivencia
cotidiana del bautismo que nos hace hijos de Dios y hermanos y hermanas, sin
distinciones. El amor nace de la vida espiritual y no de un esfuerzo moral de
la voluntad. No es un mandamiento más de la ley para distinguir a los que
aceptan participar del Reino e imitar al Señor. Es la esencia de nuestro ser
cristiano. Quien tiene odios y resentimientos simplemente está lejos de Dios.
Es nuevo porque hace ver cómo el amor es lo que más nos hace parecidos al Señor
y, por lo tanto, lo que más revela a la humanidad: la presencia de Cristo en el
mundo. Es nuevo porque, siguiendo a Jesús, que da la vida por los suyos,
entendemos que también nosotros tenemos que amar hasta dar la vida. Es nuevo
porque nadie es capaz de cumplir semejante mandamiento si Dios no habita en su
corazón. Está más allá de lo que es posible para la voluntad humana. Amar y
amarse como Jesús nos amó fue nuevo cuando Jesús lo dijo, es nuevo hoy y lo
será eternamente. Porque el amor no termina nunca, y menos aún si Dios ya lo
puso en nuestro corazón.
P. Aderico Dolzani,
ssp.
PRIMERA
LECTURA
Hech 14, 21b-27
Lectura de los Hechos
de los Apóstoles.
Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a
Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron
a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas
tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad, establecieron
presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían
creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra
en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde
habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que
acababan de cumplir. A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y
les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la
puerta de la fe a los paganos.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 144, 8-13ª
Bendeciré
tu Nombre eternamente, Dios mío, el único Rey. O bien: Aleluya.
El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse
y de gran misericordia;
el Señor es bueno
con todos
y tiene compasión
de todas sus criaturas.
Que todas tus obras te den gracias,
Señor, y tus fieles
te bendigan;
que anuncien la
gloria de tu reino
y proclamen tu
poder.
Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso
esplendor de tu reino:
tu reino es un
reino eterno,
y tu dominio permanece
para siempre.
SEGUNDA LECTURA
Apoc 21, 1-5ª
Lectura del libro del
Apocalipsis.
Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra
nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya
no existe más. Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo
y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo.
Y oí una voz potente que decía desde el trono: "Ésta es la carpa de Dios
entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo
Dios será con ellos su propio Dios. Él secará todas sus lágrimas, y no habrá
más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó". Y
el que estaba sentado en el trono dijo: "Yo hago nuevas todas las
cosas".
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Jn 13, 31-33a. 34-35
Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Juan.
Durante la última cena, después que Judas
salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha
sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo
glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho
tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros.
Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto
todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los
unos a los otros".
Palabra del Señor.
Homilía del Papa
Francisco en la confirmación de 44 personas de los cinco continentes.
Queridos hermanos y hermanas, Queridos hermanos que
van a recibir el sacramento de la confirmación:
Quisiera
proponerles tres sencillos y breves pensamientos sobre los que reflexionar.
1. En
la segunda lectura hemos escuchado la hermosa visión de san Juan: un cielo
nuevo y una tierra nueva y después la Ciudad Santa que desciende de Dios. Todo
es nuevo, transformado en bien, en belleza, en verdad; no hay ya lamento, luto…
Ésta es la acción del Espíritu Santo: nos a trae la novedad de Dios; viene a
nosotros y hace nuevas todas las cosas, nos cambia. El Espíritu nos cambia. Y
la visión de san Juan nos recuerda que estamos todos en camino hacia la
Jerusalén del cielo, la novedad definitiva para nosotros, y para toda la
realidad, el día feliz en el que podremos ver el rostro del Señor, ese rostro
maravilloso del Señor Jesús, podremos estar con Él para siempre, en su amor.
Ven,
la novedad de Dios no se asemeja a las novedades mundanas, que son provisorias,
pasan y siempre se busca algo más. La novedad que Dios ofrece a nuestra vida es
definitiva, y no sólo en el futuro, cuando estaremos con Él, sino también hoy:
Dios está haciendo todo nuevo, el Espíritu Santo nos transforma verdaderamente
y quiere transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos. Abrámosle
la puerta, dejemos que Él nos guíe, dejemos que la acción continua de Dios nos
haga hombres y mujeres nuevos, animados por el amor de Dios, que el Espíritu
Santo nos da. Qué hermoso si cada uno de ustedes noche, pudiera decir: hoy en
la escuela, en casa, en el trabajo, guiado por Dios, he realizado un gesto de
amor hacia un compañero, mis padres, un anciano. ¡Qué bello!
2. Un segundo pensamiento: en la
primera lectura Pablo y Bernabé afirman que “hay que pasar muchas tribulaciones
para entrar en el reino de Dios” (Hch 14, 22). El camino de la Iglesia, también nuestro
camino cristiano personal, no son siempre fáciles, encontramos dificultades,
tribulaciones. Seguir al Señor, dejar que su Espíritu transforme nuestras zonas
de sombra, nuestros comportamientos que no son según Dios, y lave nuestros
pecados, es un camino que encuentra muchos obstáculos, fuera de nosotros, en el
mundo en el que vivimos, y también dentro de nosotros, en el corazón, que
frecuentemente no nos comprende, y también dentro de nosotros, en nuestro
corazón. Pero las dificultades, las tribulaciones, forman parte del camino para
llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la
Cruz; las encontraremos siempre en la vida. No nos desanimemos: tenemos la
fuerza del Espíritu para vencer nuestras tribulaciones.
3. Y
así llego al último punto. Es una invitación que dirijo a ustedes, los que se
van a confirmar y a todos: permanezcan estables en el camino de la fe con una
firme esperanza en el Señor. Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da
el valor para caminar contra corriente. Escuchen bien jóvenes: ir contra
corriente. Esto hace bien al corazón, pero hace falta valor para ir contra
corriente. Y Él nos da esta fuerza. No hay dificultades, tribulaciones,
incomprensiones que nos hagan temer si permanecemos unidos a Dios como los
sarmientos están unidos a la vid, si no perdemos la amistad con Él, si le
hacemos cada vez más espacio en nuestra vida. Esto también y sobre todo si nos
sentimos pobres, débiles, pecadores, porque Dios da fuerza a nuestra debilidad,
riqueza a nuestra pobreza, conversión y perdón a nuestro pecado. Es tan
misericordioso el Señor que siempre si vamos a Él nos perdona. Confiemos en la
acción de Dios. Con Él podemos hacer cosas grandes y nos hará sentir el gozo de
ser sus discípulos, sus testigos. ¡Apuesten por los grandes ideales, por las
cosas grandes, nosotros los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para
las cosas pequeñas, vayan siempre más allá, hacia las cosas grandes, jóvenes,
juéguense la vida por grandes ideales!
Novedad de Dios, tribulaciones en la vida, firmes en el Señor. Queridos
amigos, abramos de par en par la puerta de nuestra vida a la novedad de Dios
que nos concede el Espíritu Santo, para que nos transforme, nos fortalezca en
las tribulaciones, refuerce nuestra unión con el Señor, nuestro permanecer
firmes en Él: ésta es una verdadera alegría. Así sea.
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