domingo, 28 de abril de 2013

Domingo 5° del Tiempo de Pascua Ciclo C 28-04-13


Un antiguo nuevo mandamiento
Cuando decimos o repetimos que las palabras de Jesús, “ámense los unos a los otros”, expresan un mandamiento nuevo, podemos imaginar que él lo inventó en ese momento. No hay que olvidar que casi exactamente las mismas palabras se encuentran en el Levítico (19,18): “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El mandamiento no era nuevo en tiempos de Jesús, y mucho menos lo es hoy. Pero Jesús le dio un contenido novedoso. Está en nosotros actualizar esa novedad. No es fruto de estudios bíblicos, teológicos o catequísticos, que sólo pueden ayudarnos si en nuestro corazón está presente lo esencial: la vivencia cotidiana del bautismo que nos hace hijos de Dios y hermanos y hermanas, sin distinciones. El amor nace de la vida espiritual y no de un esfuerzo moral de la voluntad. No es un mandamiento más de la ley para distinguir a los que aceptan participar del Reino e imitar al Señor. Es la esencia de nuestro ser cristiano. Quien tiene odios y resentimientos simplemente está lejos de Dios. Es nuevo porque hace ver cómo el amor es lo que más nos hace parecidos al Señor y, por lo tanto, lo que más revela a la humanidad: la presencia de Cristo en el mundo. Es nuevo porque, siguiendo a Jesús, que da la vida por los suyos, entendemos que también nosotros tenemos que amar hasta dar la vida. Es nuevo porque nadie es capaz de cumplir semejante mandamiento si Dios no habita en su corazón. Está más allá de lo que es posible para la voluntad humana. Amar y amarse como Jesús nos amó fue nuevo cuando Jesús lo dijo, es nuevo hoy y lo será eternamente. Porque el amor no termina nunca, y menos aún si Dios ya lo puso en nuestro corazón.
P. Aderico Dolzani, ssp.
PRIMERA LECTURA
Hech 14, 21b-27

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía de Pisidia. Confortaron a sus discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios. En cada comunidad, establecieron presbíteros, y con oración y ayuno, los encomendaron al Señor en el que habían creído. Atravesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Luego anunciaron la Palabra en Perge y descendieron a Atalía. Allí se embarcaron para Antioquía, donde habían sido encomendados a la gracia de Dios para realizar la misión que acababan de cumplir. A su llegada, convocaron a los miembros de la Iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho con ellos y cómo había abierto la puerta de la fe a los paganos.

Palabra de Dios.

SALMO
Sal 144, 8-13ª

Bendeciré tu Nombre eternamente, Dios mío, el único Rey. O bien: Aleluya.

El Señor es bondadoso y compasivo,
lento para enojarse y de gran misericordia;
el Señor es bueno con todos
y tiene compasión de todas sus criaturas. 

Que todas tus obras te den gracias,
Señor, y tus fieles te bendigan;
que anuncien la gloria de tu reino
y proclamen tu poder. 

Así manifestarán a los hombres tu fuerza
y el glorioso esplendor de tu reino:
tu reino es un reino eterno,
y tu dominio permanece para siempre. 

SEGUNDA LECTURA
Apoc 21, 1-5ª

Lectura del libro del Apocalipsis.

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una novia preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: "Ésta es la carpa de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su pueblo, y el mismo Dios será con ellos su propio Dios. Él secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó". Y el que estaba sentado en el trono dijo: "Yo hago nuevas todas las cosas".

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Jn 13, 31-33a. 34-35

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.

Durante la última cena, después que Judas salió, Jesús dijo: "Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros".

Palabra del Señor.


Homilía del Papa Francisco en la confirmación de 44 personas de los cinco continentes.

Queridos hermanos y hermanas, Queridos hermanos que van a recibir el sacramento de la confirmación:

Quisiera proponerles tres sencillos y breves pensamientos sobre los que reflexionar.

1. En la segunda lectura hemos escuchado la hermosa visión de san Juan: un cielo nuevo y una tierra nueva y después la Ciudad Santa que desciende de Dios. Todo es nuevo, transformado en bien, en belleza, en verdad; no hay ya lamento, luto… Ésta es la acción del Espíritu Santo: nos a trae la novedad de Dios; viene a nosotros y hace nuevas todas las cosas, nos cambia. El Espíritu nos cambia. Y la visión de san Juan nos recuerda que estamos todos en camino hacia la Jerusalén del cielo, la novedad definitiva para nosotros, y para toda la realidad, el día feliz en el que podremos ver el rostro del Señor, ese rostro maravilloso del Señor Jesús, podremos estar con Él para siempre, en su amor. 

Ven, la novedad de Dios no se asemeja a las novedades mundanas, que son provisorias, pasan y siempre se busca algo más. La novedad que Dios ofrece a nuestra vida es definitiva, y no sólo en el futuro, cuando estaremos con Él, sino también hoy: Dios está haciendo todo nuevo, el Espíritu Santo nos transforma verdaderamente y quiere transformar, contando con nosotros, el mundo en que vivimos. Abrámosle la puerta, dejemos que Él nos guíe, dejemos que la acción continua de Dios nos haga hombres y mujeres nuevos, animados por el amor de Dios, que el Espíritu Santo nos da. Qué hermoso si cada uno de ustedes noche, pudiera decir: hoy en la escuela, en casa, en el trabajo, guiado por Dios, he realizado un gesto de amor hacia un compañero, mis padres, un anciano. ¡Qué bello!


2. Un segundo pensamiento: en la primera lectura Pablo y Bernabé afirman que “hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios” (Hch 14, 22). El camino de la Iglesia, también nuestro camino cristiano personal, no son siempre fáciles, encontramos dificultades, tribulaciones. Seguir al Señor, dejar que su Espíritu transforme nuestras zonas de sombra, nuestros comportamientos que no son según Dios, y lave nuestros pecados, es un camino que encuentra muchos obstáculos, fuera de nosotros, en el mundo en el que vivimos, y también dentro de nosotros, en el corazón, que frecuentemente no nos comprende, y también dentro de nosotros, en nuestro corazón. Pero las dificultades, las tribulaciones, forman parte del camino para llegar a la gloria de Dios, como para Jesús, que ha sido glorificado en la Cruz; las encontraremos siempre en la vida. No nos desanimemos: tenemos la fuerza del Espíritu para vencer nuestras tribulaciones.

3. Y así llego al último punto. Es una invitación que dirijo a ustedes, los que se van a confirmar y a todos: permanezcan estables en el camino de la fe con una firme esperanza en el Señor. Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da el valor para caminar contra corriente. Escuchen bien jóvenes: ir contra corriente. Esto hace bien al corazón, pero hace falta valor para ir contra corriente. Y Él nos da esta fuerza. No hay dificultades, tribulaciones, incomprensiones que nos hagan temer si permanecemos unidos a Dios como los sarmientos están unidos a la vid, si no perdemos la amistad con Él, si le hacemos cada vez más espacio en nuestra vida. Esto también y sobre todo si nos sentimos pobres, débiles, pecadores, porque Dios da fuerza a nuestra debilidad, riqueza a nuestra pobreza, conversión y perdón a nuestro pecado. Es tan misericordioso el Señor que siempre si vamos a Él nos perdona. Confiemos en la acción de Dios. Con Él podemos hacer cosas grandes y nos hará sentir el gozo de ser sus discípulos, sus testigos. ¡Apuesten por los grandes ideales, por las cosas grandes, nosotros los cristianos no hemos sido elegidos por el Señor para las cosas pequeñas, vayan siempre más allá, hacia las cosas grandes, jóvenes, juéguense la vida por grandes ideales!

Novedad de Dios, tribulaciones en la vida, firmes en el Señor. Queridos amigos, abramos de par en par la puerta de nuestra vida a la novedad de Dios que nos concede el Espíritu Santo, para que nos transforme, nos fortalezca en las tribulaciones, refuerce nuestra unión con el Señor, nuestro permanecer firmes en Él: ésta es una verdadera alegría. Así sea. 

(María Fernanda Bernasconi – RV).

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