¡Queridos hijos! También hoy con alegría deseo darles mi bendición maternal e invitarlos a la oración. Que la oración se convierta en necesidad para ustedes, para que cada día crezcan más en santidad. Trabajen más en su conversión, porque están lejos hijitos. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!
Comentario
El pedido que más se ha repetido, casi infaltable en cada mensaje, a lo largo de estos ya casi 31 años, es el de la oración. Oración permanente, insistente, perseverante, del corazón. Que la oración se vuelva alegría, ha dicho; que se convierta en necesidad, dice ahora. Sin la oración no hay salvación, no hay santidad, no hay nada.
Lo que no recuerdo de sus mensajes, al menos dicho en un modo tan directo como ahora, y esto debe golpearnos y mucho, es que estamos lejos de la conversión. Después de tanto tiempo ¡estamos lejos! Me doy cuenta que no puedo mirar para otro lado, pensar en quien tengo cerca o quizás lejos, diciéndome: “lo está diciendo por otro, o por aquél, o por aquellos otros que recién llegan a la fe o que son todavía tibios”. No, me lo dice a mí. Y me sabe a perentorio. No hay tiempo para perder. Basta de excusas, de “si” y de “peros”. La conversión es de cada día, es hoy.
¡Santa y jubilosa Pascua de Resurrección porque Jesucristo resucitó, verdaderamente resucitó!
P. Justo Antonio Lofeudo
www.mensajerosdelareinadelapaz.org
Fuente: Mensajeros de la Reina de la Paz
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