domingo, 24 de junio de 2012

Domingo 12° del Tiempo Ordinario Ciclo B 24-06-12

      Juan "Bautista" es llamado así por su misión de predicar y administrar un bautismo de preparación para la llegada del Reino de Dios. El evangelio y la tradición cristiana nos revelan que su misión fue preparada por Dios desde el mismo momento de la concepción.

PRIMERA LECTURA
Is 49, 1-6

Lectura del libro de Isaías.

      ¡Escúchenme, costas lejanas, presten atención, pueblos remotos! El Señor me llamó desde el vientre materno, desde el vientre de mi madre pronunció mi nombre. Él hizo de mi boca una espada afilada, me ocultó a la sombra de su mano; hizo de mí una flecha punzante, me escondió en su aljaba. Él me dijo:  "Tú eres mi Servidor, Israel, por ti yo me glorificaré". Pero yo dije: "En vano me fatigué, para nada, inútilmente, he gastado mi fuerza". Sin embargo, mi derecho está junto al Señor y mi retribución, junto a mi Dios. Y ahora, ha hablado el Señor, el que me formó desde el vientre materno para que yo sea su Servidor, para hacer que Jacob vuelva a él y se le reúna Israel. Yo soy valioso a los ojos del Señor y mi Dios ha sido mi fortaleza. Él dice: "Es demasiado poco que seas mi Servidor para restaurar a las tribus de Jacob y hacer volver a los sobrevivientes de Israel; yo te destino a ser la luz de las naciones, para que llegue mi salvación hasta los confines de la tierra".

Palabra de Dios.

SALMO
Sal 138, 1-3. 13-15

Te doy gracias porque fui formado de manera tan admirable.

Señor, Tú me sondeas y me conoces,
Tú sabes si me siento o me levanto;
de lejos percibes lo que pienso,
te das cuenta si camino o si descanso,
 y todos mis pasos te son familiares.
 
Tú creaste mis entrañas,
me plasmaste en el vientre de mi madre:
te doy gracias porque fui formado
de manera tan admirable.
¡Qué maravillosas son tus obras! 

Tú conocías hasta el fondo de mi alma
y nada de mi ser se te ocultaba,
cuando yo era formado en lo secreto,
cuando era tejido en lo profundo de la tierra. 

SEGUNDA LECTURA
Hech 13, 22-26

Lectura de los Hechos de los Apóstoles.

      En la sinagoga de Antioquía de Pisidia, Pablo decía: "Dios suscitó para nuestros padres como rey a David, de quien dio este testimonio: 'He encontrado en David, el hijo de Jesé, a un hombre conforme a mi corazón, que cumplirá siempre mi voluntad'. De la descendencia de David, como lo había prometido, Dios hizo surgir para Israel un Salvador, que es Jesús. Como preparación a su venida, Juan Bautista había predicado un bautismo de penitencia a todo el pueblo de Israel; y al final de su carrera, Juan Bautista decía: 'Yo no soy el que ustedes creen, pero sepan que después de mí viene Aquél a quien yo no soy digno de desatar las sandalias'. Hermanos, este mensaje de salvación está dirigido a ustedes: los descendientes de Abraham y los que temen a Dios".

Palabra de Dios.

EVANGELIO
Lc 1, 57-66. 80

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.

      Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan". Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre". Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Éste pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados, y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.

Palabra del Señor.

Alocución del Papa Benedicto XVI en el Ángelus 24 junio 2012 (San Juan Bautista)
      Hoy, 24 de junio, celebramos la solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista. Si se excluye la Virgen María, el Bautista es el único santo de quien la liturgia festeja el nacimiento y lo hace porque está estrechamente relacionado con el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. 
     
      Desde el seno materno, en efecto, Juan es el precursor de Jesús: su prodigiosa concepción es anunciada por el Ángel a María como signo de que “nada es imposible a Dios” (Lc 1,37), seis meses antes del grande prodigio que nos da la salvación, la unión de Dios con el hombre es obra del Espíritu Santo. Los cuatro Evangelios resaltan la figura de Juan el Bautista, como profeta que concluye el Antiguo Testamento e inaugura el Nuevo, indicando a Jesús de Nazaret como el Mesías, el Consagrado del Señor.
     
      En efecto, será el mismo Jesús que hablará de Juan en estos términos: “Él es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti, para prepararte el camino. Les aseguro que no ha nacido ningún hombre más grande que Juan el Bautista; y sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es más grande que Él” (Mt 11, 10-11).
     
      El padre de Juan, Zacarías –marido de Isabel, pariente de María, era sacerdote del culto judío. Él no creyó enseguida al anuncio de una paternidad ya inesperada y por este motivo quedó mudo hasta el día de la circuncisión del niño, al cual él y su mujer le dieron el nombre indicado por Dios, es decir Juan, que significa “el Señor hace gracia”. Animado por el Espíritu Santo, Zacarías habló así de la misión del hijo: “y tú niño serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados” (Lc 1, 76-77). Todo esto se manifestó 30 años después, cuando Juan bautizaba en el río Jordán, se puso a bautizar, llamando a la gente a prepararse, con aquel gesto de penitencia, a la inminente venida del Mesías, que Dios le había revelado durante su permanencia en el desierto de Judea. Por esto Él viene llamado “Bautista”, es decir “Bautizador” (cfr. Mt 3, 1-6). Cuando un día, desde Nazaret, viene Jesús mismo para hacerse bautizar, Juan primero rechazó, pero luego aceptó, y vio el Espíritu Santo posarse sobre Jesús y oyó la voz del Padre celeste que lo proclamaba su Hijo (Cftr. Mt, 3, 13-17). Pero su misión aún no se había cumplido: poco tiempo después, se le pidió que anticipara a Jesús también en la muerte violenta: Juan fue decapitado en la cárcel del rey Herodes y así dio pleno testimonio del Cordero de Dios, a quien él, primero que todos, había reconocido e indicado públicamente.
     
       Queridos amigos, la Virgen María ayudó la anciana pariente Isabel a llevar hasta el último la concepción de Juan. Ella ayude a todos a seguir a Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, que el Bautista anunció con gran humildad y ardor profético.

Fuente: 

Publicado con el permiso de San Pablo y Ecclesia Digital

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