Celebramos hoy la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. El 16
de junio de 1675 el señor se apareció a santa Margarita María de Alacoque y le
mostró su corazón que ama a los hombres y sufre por sus actitudes. Al amor de
Cristo el ser humano responde con ingratiutd y desprecio. Es preciso, por
tanto, reparar ese mal y hacer lo posible para que el ser humano ame más a
Cristo y deje de ser ingrato con él. Ese es el sentido de esta solemnidad y de
esta devoción al Sagrado Corazón de Jesús. El destinatario es Cristo y el
beneficiado siempre será el ser humano. Ahora nos corresponde a nosotros hacer
lo posible para lograr esa reparación. Eso pide Dios y eso necesita el mundo.
Acto de desagravio al
Sagrado Corazón de Jesús.
Señor Jesús, cuyo inmenso amor
a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos más que olvido,
negligencias y menosprecio: míranos postrados ante tu altar para reparar, con
especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injusticias
con que, en todas partes, hieren tu amante Corazón.
Pero
recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad, de
la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras
almas tu divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación,
no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados
del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren
seguirte como pastor y Guía, o conculcando las promesas del bautismo, han
sacudido el suave yugo de tu ley.
Nosotros
queremos expiar esos pecados, especialmente la deshonestidad de la vida y de
los vestidos, la pornografía, las innumerables asechanzas tendidas contra las
almas inocentes, la profanación de los días festivos, las injurias proferidas
contra tí y contra tus santos, los insultos dirigidos a tu Vicario y al orden
sacerdotal, las negligencias y sacrilegios con que es profanado el mismo
Sacramento del Amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen
resistencia a los derechos y al Magisterio de la Iglesia por ti fundada.
¡Ojalá nos
fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entre tanto,
como reparación del amor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la
Virgen, tu santísima Madre, de los santos y de las almas buenas, te ofrecemos
la satisfacción que tú mismo ofreciste un día sobre la cruz al eterno Padre y
que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón
que, en cuanto sea posible y con el auxilio de tu gracia, reparemos los pecados
propios y ajenos, y la indiferencia de las almas hacia tu amor, oponiendo
la de la firmeza de la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de
la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos, además,
por impedir que seas injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en
tu seguimiento.
Pueden descargarse esta oración desde aquí:
- Encuentro con la palabra (Ciclo B)
- Mi libro de oraciones
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