viernes, 15 de junio de 2012

Reparar el mal

      
      Celebramos hoy la solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. El 16 de junio de 1675 el señor se apareció a santa Margarita María de Alacoque y le mostró su corazón que ama a los hombres y sufre por sus actitudes. Al amor de Cristo el ser humano responde con ingratiutd y desprecio. Es preciso, por tanto, reparar ese mal y hacer lo posible para que el ser humano ame más a Cristo y deje de ser ingrato con él. Ese es el sentido de esta solemnidad y de esta devoción al Sagrado Corazón de Jesús. El destinatario es Cristo y el beneficiado siempre será el ser humano. Ahora nos corresponde a nosotros hacer lo posible para lograr esa reparación. Eso pide Dios y eso necesita el mundo.

Acto de desagravio al Sagrado Corazón de Jesús.

      Señor Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos más que olvido, negligencias y menosprecio: míranos postrados ante tu altar para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injusticias con que, en todas partes, hieren tu amante Corazón.

      Pero recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad, de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas tu divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguirte como pastor y Guía, o conculcando las promesas del bautismo, han sacudido el suave yugo de tu ley.

      Nosotros queremos expiar esos pecados, especialmente la deshonestidad de la vida y de los vestidos, la pornografía, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las injurias proferidas contra tí y contra tus santos, los insultos dirigidos a tu Vicario y al orden sacerdotal, las negligencias y sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del Amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al Magisterio de la Iglesia por ti fundada.

      ¡Ojalá nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entre tanto, como reparación del amor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen, tu santísima Madre, de los santos y de las almas buenas, te ofrecemos la satisfacción que tú mismo ofreciste un día sobre la cruz al eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto sea posible y con el auxilio de tu gracia, reparemos los pecados propios  y ajenos, y la indiferencia de las almas hacia tu amor, oponiendo la de la firmeza de la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos, además, por impedir que seas injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en tu seguimiento.

      ¡Benignísimo Jesús! Por intecesión de la santísima Virgen María reparadora, te suplicamos que recibas este voluntario acto de expiación; concédenos que seamos fieles a tus mandatos y a tu servicio hasta la muerte, y otórganos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, en donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.      


Pueden descargarse esta oración desde aquí:


Fuente: 
  • Encuentro con la palabra (Ciclo B)
  • Mi libro de oraciones

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