Los Magos no son historias de chicos
Pesebres, cantos junto al árbol de
Navidad y las historias de los Reyes Magos se conectan con las vivencias de
la infancia de los que ya somos grandes. También recordamos hasta cuando le
poníamos un poco de agua a los camellos para que siguieran el viaje. Y los que
teníamos patio incluso íbamos a rastrear las pisadas... También estaban los que
juraban que en su casa las encontraban. Después crecimos, perdimos esa
inocencia y tal vez también la fe. Emancipación adolescente o joven y adulta va
anexada al abandono de la fe. La crisis de fe que viene con los primeros años
del uso de razón es siempre bienvenida: es el paso obligado para que se forme
el cristiano adulto y comprometido. En realidad el evangelista nos presenta a
unos magos, mejor dicho sabios en filosofía, teología oriental, quizá
sacerdotes de Persia y eruditos en ciencias de Oriente, que en su búsqueda
habían detectado la proximidad de un ser especial que debía de llegar. Después
la devoción popular los convirtió en Reyes, que llegaban con una especie de
corte nómade. También nos enseña a los que conocían las escri- turas sagradas y
las promesas de que el Mesías estaba llegando. Se trata de personas con poder
político, como Herodes, y otros con poder religioso, como los sacerdotes y los
escribas que hasta indicaron dónde iba a nacer. Las reacciones de estos dos
grupos de personas, frente a la llegada del Mesías, indican un punto que se
reitera en la historia: unos se manchan con crímenes que cometen u ocultan y
callan, y otros lo reconocen aunque deben huir. La llegada del Mesías, la
persona más importante para nosotros, fue un punto de no retorno, cambió el
punto de vista de muchos: unos creen y otros lo ignoran. Pero Dios nunca
desaparece, nosotros sí. Palabra y experiencia de los Reyes Magos, mejor dicho,
de unos sabios de Oriente que, mirando una estrella, descubrieron el infinito
P.
Aderico Dolzani, ssP.
PRIMERA
LECTURA
Is 60, 1-6
Lectura del libro de
Isaías.
¡Levántate, resplandece, porque llega tu
luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! Porque las tinieblas cubren la
tierra y una densa oscuridad, a las naciones, pero sobre ti brillará el Señor y
su gloria aparecerá sobre ti. Las naciones caminarán a tu luz y los reyes, al
esplendor de tu aurora. Mira a tu alrededor y observa: todos se han reunido y
vienen hacia ti; tus hijos llegan desde lejos y tus hijas son llevadas en
brazos. Al ver esto, estarás radiante, palpitará y se ensanchará tu corazón,
porque se volcarán sobre ti los tesoros del mar y las riquezas de las naciones
llegarán hasta ti. Te cubrirá una multitud de camellos, de dromedarios de
Madián y de Efá. Todos ellos vendrán desde Sabá, trayendo oro e incienso, y
pregonarán las alabanzas del Señor.
Palabra de Dios.
SALMO
Sal 71, 1-2. 7-8.
10-13
¡Pueblos de la tierra, alaben al Señor!
Concede, Señor, tu
justicia al rey
y tu rectitud al
descendiente de reyes,
para que gobierne a
tu pueblo con justicia
y a tus pobres con
rectitud.
Que en sus días florezca la justicia
y abunde la paz,
mientras dure la luna;
que domine de un
mar hasta el otro,
y desde el Río
hasta los confines de la tierra.
Que los reyes de Tarsis
y de las costas
lejanas le paguen tributo.
Que los reyes de
Arabia y de Sabá
le traigan regalos;
que todos los reyes
le rindan homenaje
y lo sirvan todas
las naciones.
Porque él librará al pobre que suplica
y al humilde que
está desamparado.
Tendrá compasión
del débil y del pobre,
y salvará la vida
de los indigentes.
SEGUNDA LECTURA
Ef 3, 2-6
Lectura de la carta
del apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso.
Hermanos: Seguramente habrán oído hablar de
la gracia de Dios, que me ha sido dispensada en beneficio de ustedes. Fue por
medio de una revelación como se me dio a conocer este misterio, tal como acabo
de exponérselo en pocas palabras. Al leerlas, se darán cuenta de la comprensión
que tengo del misterio de Cristo, que no fue manifestado a las generaciones
pasadas, pero que ahora ha sido revelado por medio del Espíritu a sus santos
apóstoles y profetas. Este misterio consiste en que también los paganos participan
de una misma herencia, son miembros de un mismo Cuerpo y beneficiarios de la
misma promesa en Cristo Jesús, por medio del Evangelio.
Palabra de Dios.
EVANGELIO
Mt 2, 1-12
Evangelio de nuestro
Señor Jesucristo según san Mateo.
Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo
el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y
preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque
vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo". Al enterarse, el rey
Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos
los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué
lugar debía nacer el Mesías. "En Belén de Judea, le respondieron, porque
así está escrito por el Profeta: 'Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no
eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un
jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel'". Herodes mandó llamar
secretamente a los magos y, después de averiguar con precisión la fecha en que
había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: "Vayan e
infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado,
avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje". Después de oír al
rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía,
hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella
se llenaron de alegría y, al entrar en la casa, encontraron al niño con María,
su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le
ofrecieron dones: oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la
advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por
otro camino.
Palabra del Señor.
Homilía en español del Papa
Benedicto XVI en la fiesta de la Epifanía del Señor
En la celebración el Papa Benedicto XVI ordenó
obispo a su secretario particular y prefecto de la Casa Pontificia, monseñor Georg
Gansweim
Para la Iglesia creyente y orante, los
Magos de Oriente que, bajo la guía de la estrella, encontraron el camino hacia
el pesebre de Belén, son el comienzo de una gran procesión que recorre la
historia. Por eso, la liturgia lee el evangelio que habla del camino de los
Magos junto con las espléndidas visiones proféticas de Isaías 60
y del Salmo 72, que ilustran con imágenes audaces la
peregrinación de los pueblos hacia Jerusalén.
Al igual que los pastores que, como
primeros huéspedes del Niño recién nacido que yace en el pesebre, son la
personificación de los pobres de Israel y, en general, de las almas humildes
que viven interiormente muy cerca de Jesús, así también los hombres que vienen
de Oriente personifican al mundo de los pueblos, la Iglesia de los gentiles
-los hombres que a través de los siglos se dirigen al Niño de Belén, honran en
él al Hijo de Dios y se postran ante él. La Iglesia llama a esta fiesta
«Epifanía», la aparición del Divino. Si nos fijamos en el hecho de que, desde
aquel comienzo, hombres de toda proveniencia, de todos los continentes, de
todas las culturas y modos de pensar y de vivir, se han puesto y se ponen en
camino hacia Cristo, podemos decir verdaderamente que esta peregrinación y este
encuentro con Dios en la figura del Niño es una Epifanía de la bondad de Dios y
de su amor por los hombres (cf. Tt 3,4).
Siguiendo
una tradición iniciada por el beato Papa Juan Pablo II, celebramos también en
el día de la fiesta de la Epifanía la ordenación episcopal de cuatro sacerdotes
que, a partir de ahora, colaborarán en diferentes funciones con el ministerio
del Papa al servicio de la unidad de la única Iglesia de Cristo en la
pluralidad de las Iglesias particulares. El nexo entre esta ordenación
episcopal y el tema de la peregrinación de los pueblos hacia Jesucristo es
evidente. La misión del Obispo no es solo la de caminar en esta peregrinación
junto a los demás, sino la de preceder e indicar el camino. En esta liturgia,
quisiera además reflexionar con vosotros sobre una cuestión más concreta.
Basándonos en la historia narrada por Mateo podemos hacernos una cierta idea
sobre qué clase de hombres eran aquellos que, a consecuencia del signo de la
estrella, se pusieron en camino para encontrar aquel rey que iba a fundar, no
sólo para Israel, sino para toda la humanidad, una nueva especie de realeza.
Así pues, ¿qué clase de hombres eran? Y nos preguntamos también si, a partir de
ellos, a pesar de la diferencia de los tiempos y los encargos, se puede
entrever algo de lo que significa ser Obispo y de cómo ha de cumplir su misión.