En la octava de su Natividad, el hijo de María se somete en Belén al rito simbólico de pertenencia al pueblo de Israel, a la circuncisión. Y recibe el nombre de Jesús, que significa "Dios salva". Con él se expresa la esencia de su ser: "Le pondréis el nombre de Jesús, porque Él rescatará a su pueblo de sus pecados". Un nombre sobre todo nombre, ante el que tiene que doblar toda rodilla en los cielos, la tierra y los infiernos. En ningún otro nombre obtiene nadie la salvación; ni a los hombres se nos ha dado otro nombre por el que tengamos que salvarnos.
Fuente: Encuentro con la Palabra Ciclo C. Enero 2013
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