El primer viernes de mes se dedica a la devoción del Sagrado Corazón de Jesús. Cuando Jesús se apareció a Santa Margarita María Alacoque le pidió que fuera su instrumento para dar a conocer al mundo la devoción a su Sagrado Corazón.
Jesús dejó a Santa Margarita doce promesas a quienes fuesen devotos de su Sagrado Corazón:
Las Doce Promesas del Sagrado Corazón
1. Les daré todas las gracias necesarias para su estado de vida.
2. Les daré paz a sus familias.
3. Las consolaré en todas sus penas.
4. Seré su refugio durante la vida y sobre todo a la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones en todas sus empresas.
6. Los pecadores encontrarán en mi Corazón un océano de misericordia.
7. Las almas tibias se volverán fervorosas.
8. Las almas fervorosas harán rápidos progresos en la perfección.
9. Bendeciré las casas donde mi imagen sea expuesta y venerada.
10. Otorgaré a aquellos que se ocupan de la salvación de las almas el don de mover los corazones más endurecidos.
11. Grabaré para siempre en mi Corazón los nombres de aquellos que propaguen esta devoción.
12. Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último momento.
Condiciones para ganar esta gracia:
1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes de forma consecutiva y sin ninguna interrupción (obviamente, sin estar en pecado mortal, por ejemplo, por faltar a la Misa dominical). Se sugiere confesión con intención de reparar las ofensas al Sagrado Corazón.
2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.
3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.
ORACIÓN PARA DESPUÉS DE CADA UNA DE LAS COMUNIONES DE LOS NUEVE PRIMEROS VIERNES
Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y dulcísima misericordia
prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos,
acordaos de esta promesa y a mi, indigno siervo vuestro que acabo de recibiros sacramentado con este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón.
Amén.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS VIERNES
Jesús mío, os doy mi corazón, os consagro toda mi vida, en vuestras manos pongo la eterna suerte de mi alma y os pido la gracia especial de hacer mis nueve primeros Viernes con todas las disposiciones necesarias para ser partícipe de la más grande de vuestras promesas, a fin de tener la dicha de volar un día a veros y gozaros en el cielo. Amén.
ORACIONES PARA LOS NUEVE VIERNES
PRIMER VIERNES
Yo te prometo, en el exceso de la misericordia de mi corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos los que comulguen los primeros viernes de mes, durante nueve meses consecutivos, la gracia de la penitencia final, y que no morirán en mi desgracia, ni sin recibir los Santos Sacramentos, asegurándoles mi asistencia en la hora postrera.
¡Oh buen Jesús, que prometisteis asistir en vida, y especialmente en la hora de la muerte, a quien invoque con confianza vuestro Divino Corazón! Os ofrezco la comunión del presente día, a fin de obtener por intercesión de María Santísima, vuestra Madre, la gracia de poder hacer este año los nueve primeros viernes que deben ayudarme a merecer el cielo y alcanzar una santa muerte.
Amén.
Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...
SEGUNDO VIERNES
Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
Jesús misericordioso, que prometisteis, a cuantos invoquen confiados vuestro Sagrado Corazón, darles las gracias necesarias a su estado: os ofrezco mi comunión del presente día para alcanzar, por los méritos e intercesión de vuestro Corazón Sacratísimo, la gracia de una tierna, profunda e inquebrantable devoción a la Virgen María.
Siendo constante en invocar la valiosa providencia de María, Ella me alcanzará el amor a Dios, el cumplimiento fiel de mis deberes y la perseverancia final.
Amén.
Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...
TERCER VIERNES
Pondré paz en las familias. Bendeciré los lugares donde se venera la imagen de mi Corazón.
Jesús amantísimo, que prometisteis bendecir las casas donde se venera la imagen de vuestro Sagrado Corazón, yo quiero que ella presida mi hogar; os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestros méritos y por la intercesión de Vuestra Santa Madre que todos y cada uno de los miembros de mi familia conozcan sus deberes; los cumplan fielmente y logren entrar en el cielo, llenas las manos de buenas obras.
¡Oh Jesús, que os complacéis en alejar de nuestro hogar las disensiones, las enfermedades y la miseria! Haced que, vuestra vida sea una no interrumpida acción de gracias por tantos beneficios. Amén.
Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...
CUARTO VIERNES
Seré su consuelo en todas las tribulaciones.
Jesús mío, que prometisteis consuelo a cuantos a Vos acuden en sus tribulaciones: os ofrezco mi Comunión del presente día para alcanzar de vuestro Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Santísima la gracia de venir al Sagrario a pedir fuerza y consuelo cuantas veces me visiten las penas. ¡Oh Jesús, oh María, consolad y salvad a los que sufren! ¡Haced que ninguno de sus dolores se pierda para el cielo!
Amén.
Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...
QUINTO VIERNES
Derramaré copiosas bendiciones en todas sus empresas.
Jesús mío, que prometisteis bendecir los trabajos de cuantos invoquen confiados Vuestro Divino Corazón: os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestra Santísima Madre la gracia de que bendigáis mis estudios, mis exámenes, mi oficio, y todos los trabajos de mi vida.
Renuevo el inquebrantable propósito de ofreceros cada mañana al levantarme, y por mediación de la Santísima Virgen, las obras y trabajos del día..., y de trabajar con empeño y constancia para complaceros y alcanzar en recompensa el cielo.
Amén.
Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...
SEXTO VIERNES
Los pecadores hallarán en mi Corazón un océano de misericordia.
Sagrado Corazón de Jesús, siempre abierto a los pecadores arrepentidos: os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestros méritos infinitos y por los de vuestra Santísima Madre la conversión de cuantos obran mal. Os suplico, ¡buen Jesús!, inundéis su corazón de un gran dolor de haberos ofendido. Haced que os conozcan y os amen. Dispensadme la gracia de amaros más y más y en todos los instantes de mi vida, para consolaros y reparar la ingratitud de quienes os olvidan.
Amén.
Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...
SÉPTIMO VIERNES
Las almas tibias hallarán fervor. Las almas fervorosas llegarán presto a la perfección.
Sin vuestro auxilio, Jesús mío, no podemos avanzar en el camino del bien. Señor, por mediación de la Virgen María, os ofrezco la comunión de este día para que avivéis en mi alma el amor a vuestro Corazón Sagrado y concedáis este amor a cuantos no lo sienten. Ayudado de vuestra divina gracia lucharé, Señor, para que cada semana, cada mes, avance un poco en la virtud que más necesito.
Amén.
Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...
OCTAVO VIERNES
Daré a cuantos trabajan por la salvación de las almas el don de ablandar los corazones más endurecidos.
Sagrado Corazón de Jesús, que prometisteis inspirar a los que trabajan por la salvación de las almas aquellas palabras que consuelan, conmueven y conservan los corazones; os ofrezco mi comunión de hoy para alcanzar, mediante la intercesión de María Santísima, la gracia de saber consolar a los que sufren y la gracia de volver a Vos, Señor, a los que os han abandonado.
¡Dulce Salvador mío, concededme y ayudadme a salvar almas! ¡Son tantos y tantos los desgraciados que empujan a los demás por el camino del vicio y del infierno! Haced, Señor, que emplee toda mi vida en hacer mejores a los que me rodean y en llevarlos conmigo al cielo.
Amén.
Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...
NOVENO VIERNES
Guardaré recuerdo eterno de cuanto un alma haya hecho a mayor gloria de mi Corazón. Los que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, de donde no será borrado.
Os ofrezco, Jesús mío, la Comunión del presente día para alcanzar la gracia de saber infundir en el alma de cuantos me rodean ilimitada confianza en vuestro Corazón Divino. Dadme cuanto necesito para llevar a Vos a los que luchan, a los que lloran, a los caídos, a los moribundos. Y dignaos, ¡oh Jesús!, escribir hoy mi nombre en vuestro Corazón y decir a los ángeles que rodean vuestro Tabernáculo: Este nombre es el de un devoto que, amándome mucho, quiere consolarme del olvido e ingratitud de tantos hombres.
Amén.
Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón...
Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,...
Qué
es la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Orígenes evangélicos e históricos de la Devoción
La devoción al Sagrado
Corazón se inspira en la Última Cena, donde el discípulo amado de Jesús, el
apóstol San Juan, reposó su cabeza sobre el pecho de nuestro Salvador y le
preguntó quién era el que lo iba a entregar (Jn. 13, 25). Él fue quien sintió
latir el Corazón del Dios Amor.
Juan fue el único apóstol que estuvo presente en la
crucifixión de Jesús (Jn. 19, 26) y vio cuando salió del costado de Jesús
sangre y agua, luego de que el soldado romano lo traspasara allí con su lanza
(Jn. 19, 34).
Ese mismo apóstol escribe más adelante
en sus cartas: “Dios es Amor” (1 Jn. 4, 8).
En el siglo XIII Santa Gertrudis, el día de la fiesta de
San Juan, fue conducida por el Apóstol “a la abertura del Corazón
Divino” cuyos latidos le hicieron experimentar un gozo inefable.
Sin embargo, la revelación más profunda y completa
sobre esta devoción fue reservada a los tiempos modernos. Jesús se le apareció
a una humilde religiosa de la Orden de la Visitación de Santa María, en la
ciudad de Paray-Le-Monial, en la segunda mitad del siglo XVII: Santa
Margarita María de Alacoque (haga clic sobre las próximas palabras en
negrita para ver la vida de la Santa y las revelaciones que le
hizo el Sagrado Corazón).
Hacia una definición de la Devoción
Cuando preguntamos qué es una cosa, preguntamos
cuál es su definición.
Para adentrarnos en qué es la devoción
al Sagrado Corazón de Jesús, primero tenemos que aclarar qué es una
devoción. Una devoción es un conjunto de prácticas religiosas para
honrar a una persona o una cosa santa.
Ahora bien, para poder dar la definición de una
devoción, tenemos que saber primero cuál es su objeto. El objeto de una
devoción es la persona o cosa a la que se le da culto religioso.
Definición de la Devoción al Sagrado
Corazón
Aclaradas estas cosas, podemos decir
que la devoción al Sagrado Corazón es un ejercicio de religión que
tiene por objeto el adorable Corazón de Jesucristo abrasado de amor por los
hombres y ultrajado por la ingratitud de estos mismos hombres, y que tiene por
finalidad honrar a este divino Corazón con todos los homenajes que el amor y el
agradecimiento pueda inspirar, reparando sobretodo las injurias que recibe en
el Sacramento de su Amor: la Eucaristía.
El Padre Juan Croiset, discípulo de
Santa Margarita y autor del primer libro sobre la devoción, dice: “Esta
devoción consiste en concebir un ardiente amor a Jesucristo y demostrarle este
amor por medio de frecuentes adoraciones, de acciones de gracias y por una sensible
pena de verle tan poco amado y honrado”1.
El doble objeto de la Devoción
El objeto de esta devoción es el
Corazón de Jesucristo.
En todas las devociones que conciernen
a la santa divinidad y humanidad de Jesucristo hay un doble objeto: uno, sensible
y corporal, y otro, invisible y espiritual.
El objeto sensible o material
de esta devoción es el Corazón mismo de Nuestro Señor Jesucristo.
Es
el Corazón de carne; es el Corazón en su significación propia y natural, no en
sentido simbólico. Así lo afirmó Santa Margarita: “Mi Divino Salvador
me ha asegurado que tiene singular placer en ser honrado bajo la figura de su
Corazón de carne, a fin de ablandar por este objeto el corazón insensible de
los hombres”2.
¿Por qué se ha elegido el Corazón como
objeto sensible de la devoción? Porque el Corazón es, por excelencia, el
símbolo del amor.
Lo que hace que el corazón sea emblema
del amor es la conexión sensible de los movimientos del corazón con los
movimientos del amor; correspondencia tan estrecha que de estas dos cosas los
hombres no hacen más que una sola en el lenguaje común.
De este objeto sensible toma su nombre
de “devoción al Sagrado Corazón de Jesús”.
El objeto invisible o
espiritual, y también principal, es el amor inmenso que Jesucristo nos tiene.
La
Hermana Joly, discípula de Santa Margarita, escribió: “El objeto
espiritual de esta devoción es el amor inmenso del Corazón del Hijo de Dios;
amor que le llevó a entregarse por nosotros a la muerte y darse entero en el
Santísimo Sacramento del altar.3”
Así
también lo dijo Pío VI: “La sustancia de la devoción al
Sagrado Corazón de Jesús consiste en venerar, bajo la imagen simbólica del
Corazón, el inmenso amor del divino Redentor”.
Este objeto queda bien manifestado en
esta afirmación de Jesús a Santa Margarita: “He aquí este Corazón
que tanto ha amado a los hombres, que nada ha escatimado hasta
agotarse y consumirse para demostrarles su amor.”
El amor del Sagrado Corazón comprende
el Amor Divino de Nuestro Señor Jesucristo y su amor humano.
El Corazón de Jesús tiene que
ser considerado aquí bajo dos aspectos: primero, como
abrasado de amor por los hombres, y, segundo, como ofendido cruelmente por la
ingratitud de estos mismos hombres. Estos dos motivos deben producir
en nosotros dos sentimientos: amor que responda al suyo, y dolor que nos lleve
a reparar las injurias que sufre.
Desde el Corazón a la Persona de Jesús
El amor de este Corazón no es el único objeto espiritual de la devoción. Escribió la Hermana Joly: “El Corazón adorable de Jesucristo es un abismo de tesoros, de gracias y de gloria”4. Estas son las maravillas que, junto con el amor, constituyen el objeto de la devoción al Sagrado Corazón:
1)La vida interior de nuestro Divino Salvador: la adoración, el amor, las alabanzas infinitas que Jesucristo rinde a su Divino Padre y su ternura, sus deseos, su celo por la gloria de Dios y por la salvación de las almas.
2)Las virtudes
admirables del Sagrado Corazón que debemos imitar: su humildad, su dulzura,
su obediencia, su sencillez, su pureza, su paciencia, su pobreza, etc
3)Los favores y gracias que el Corazón de Jesús
reserva a sus servidores: Este Divino Corazón es la fuente de la vida y de
la gracia. Vayamos a Él en nuestras necesidades, ofrezcámosle nuestros
corazones. Presentemos a menudo este Corazón adorable del Hijo único de Dios a
su Padre, como suplemento de nuestra impotencia.
Siendo el Sagrado Corazón de Jesús la
fuente del amor, produce en aquellos que le honran caridad, paz y unión.
Aunque el objeto material y espiritual
de la devoción son distintos, tenemos que unirlos en nuestros homenajes. Por lo
que podemos decir que la devoción al Sagrado Corazón no tiene más que
un solo objeto: El Corazón de carne, recordando el amor de Jesús; o, si se
prefiere, el amor de Jesús representado bajo el símbolo de un Corazón de carne.
“Debemos contemplar el Corazón
de Jesús, el alma y la Divinidad que le están unidas, los dones y gracias que
encierra, las virtudes y afectos de que es principio y trono, los dolores
interiores de que es centro, la llaga que recibió sobre la cruz; he aquí el
objeto completo, objeto el más santo, el más grande, el más sublime, el más
divino, el más dulce, el más amable, el más tierno que es posible imaginar”5.
Siendo Nuestro Señor Jesucristo el
hombre perfecto, en Él, mejor que en ningún otro hombre, el Corazón y los
sentimientos están en completa armonía.
Dijo el Padre Gallifet6: “Muchos
se engañan sobre el objeto de la devoción al Sagrado Corazón. Al oír pronunciar
el nombre sagrado de Corazón de Jesús limitan todos sus
pensamientos al Corazón divino poco más o menos como mirarían una reliquia
santa. ¡Ah, qué diferente y magnífica es la idea que se debe tener de este
Corazón Sagrado! Todos los honores que se tributan a este Corazón adorable no
se terminan, por consiguiente, en el Corazón material, sino que se dirigen
indivisiblemente a toda la persona.”
También dijo el Padre Terrien7:
“Adoramos el Corazón de carne que vive en el pecho del Hijo de Dios. Adoramos
el Corazón en la persona y la persona en el Corazón; con esta diferencia, no
obstante, que adoramos la persona por sí misma, y el Corazón por la excelencia
infinita de la persona.”
Todas
las devociones y todas las fiestas establecidas en honor de Nuestro Señor
tienen por objeto formal general la excelencia de la persona de Jesucristo; y
por objeto formal especial un misterio, una prerrogativa de esta adorable
persona. Esto último es lo que distingue a las devociones. Impotentes para
glorificar a la vez aquí en la tierra todas las excelencias del Salvador, le
honramos separadamente con devociones y fiestas particulares. En el culto
tributado al Sagrado Corazón, tenemos especialmente a la vista el Amor de Dios.
“Todas las demás fiestas o
devociones en honra del Salvador, dijo el Padre Terrien8,
tienen, sin duda, en cierta medida, la caridad de Cristo por objeto; pero
ninguna honra la caridad total; más, ninguna la honra directamente en sí misma
y por sí misma. Todas tienen por objeto tal o cual misterio que, sin duda,
procede del amor; pero que no es explícitamente el amor mismo. Por el
contrario, la fiesta y la devoción en honor del Sagrado Corazón no representa
una gracia especial, un misterio particular, sino el origen mismo de todos los
misterios (que es el Amor Divino)”.
Las definiciones simbólicas o místicas
del Sagrado Corazón
La definición que hemos dado sobre la
devoción al Sagrado Corazón no nos basta para conocer plenamente qué es ese
Corazón Sagrado. Nos hace falta una mayor profundización.
No podemos conocer lo que es el
Sagrado Corazón de Jesús, más que por las revelaciones que Nuestro Señor nos ha
hecho, o por las obras que su amor ha producido. Sin embargo, jamás ninguna
revelación, ninguna obra divina, nos harán comprender perfectamente todas las
maravillas de este Corazón, porque exceden toda inteligencia creada; son
infinitas como el Amor de Dios.
Santa Margarita ha definido
simbólicamente al Sagrado Corazón de Jesús como un “tesoro colmado de
riquezas infinitas”, como “horno de caridad”, entre otras
muchas definiciones. Nos referiremos a ellas en otras ocasiones.
Como corolario, podemos citar
las dos principales definiciones místicas que nos dejó la Santa:
1)El Sagrado Corazón es sólo Santidad y Amor:
Si así es el Corazón de Jesús, sus devotos no deben más que reproducir en sí
mismos esta Santidad y este Amor.
La Santidad rechaza el mal. El Amor
lleva hacia el bien.
Margarita siempre ha remarcado que en
Dios hay dos santidades: la Santidad de Amor y la Santidad de Justicia. La Santidad
de Amor abrasa al Corazón de Jesús en celo infinito por la gloria de su Padre y
por la santificación de las almas. Ella inspiró a Nuestro Señor aquel vivo
deseo de ofrecerse como víctima sobre el Calvario y le inclina a ejercer santas
correcciones con sus mejores amigos, a fin de purificarlos de las menores
faltas y aumentar así su perfección.
La Santidad de Justicia es terrible y
espantosa. Ella envuelve a los pecadores impenitentes que han despreciado todos
los medios de salvación que Dios les ha presentado. Esta Santidad de Justicia
los arroja del Corazón de Jesús para abandonarlos a sí mismos y hacerlos hasta
insensibles a su propia desgracia. Santa Margarita dice, a propósito de varias
veces en las cuales Nuestro Señor le hizo sentir el peso de su Justicia para no
aplicarla a las almas infieles: “Esta Santidad de Justicia es tan
terrible al pecador, que confieso que si la santidad de amor y la infinita y
amorosa misericordia de mi Dios no me hubiera sostenido a medida que su
Justicia me hacía sentir el peso de sus rigores, me hubiera sido imposible
sufrirlos un instante”9.
2)El Sagrado Corazón es todo Amor y Misericordia:
¡CARIDAD! ¡AMOR! Amor de Jesús hacia nosotros. Así, las primeras imágenes del
Sagrado Corazón, trazadas bajo la inspiración de Santa Margarita, llevaban en
la abertura hecha por la lanza la palabra: “Caridad”.
Así lo ha dicho Jesús: “Yo he
venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera
ardiendo! (Lc. 12, 49): El fuego del amor.
Amor de Jesús hacia nosotros y amor de
los hombres a Jesús. ¿Quién será tan duro e insensible que no se sienta movido
a devolver amor por amor a este Corazón tan dulce, que quiso ser herido y
traspasado por la lanza?
Veamos algunas palabras que le reveló
Jesús a Santa Margarita acerca de este Amor: “Mi Divino Corazón está
tan apasionado de amor por los hombres y por ti en particular, que no pudiendo
contener en él las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame
valiéndose de ti, y se manifieste a ellos para enriquecerlos con sus preciosos
tesoros” 10.
Con respecto a las ingratitudes que
recibe de la mayor parte de los hombres, dijo: “Esto me es mucho más
sensible que cuanto sufrí en mi Pasión; tanto, que si me correspondieran con
algún amor, tendría en poco todo lo que por ellos hice, y querría hacer aún más
si fuese posible” 11.
“Mira la llaga de mi Sagrado
Costado, que es un abismo sin fondo, abierto por una flecha inmensa: la del
amor” 12.
Jesús es nuestro mejor amigo
Jesús, en la medida que nos ama, es
nuestro amigo. Dice la Santa:“Miren a Nuestro Señor como verdadero y
perfecto amigo”13. En el amor de nuestro divino
Salvador a nosotros se encuentran todas las cualidades de la verdadera amistad.
La amistad supone cierta igualdad
entre los amigos, reciprocidad de afecto y cambio mutuo de bienes. Nuestro
Señor se hizo semejante a nosotros en su Encarnación; pide amor por amor, y
después de habernos dado con su Corazón todo lo que tiene y todo lo que es, nos
invita a consagrarnos enteramente a Él.
El amor de Jesús hacia nosotros tiene
todas las cualidades de la perfecta amistad:
1)Es sincero: La sinceridad hace que uno no
se contente con amar de palabra, sino que pruebe este afecto con obras. Tal es
el amor de Jesús para con nosotros. Nos amó, más que con palabras, con hechos,
dando su propia vida en la cruz para nuestra salvación.
2)Es misericordioso: Nos dice Santa
Margarita: “Su amor está lleno de Misericordia”14. De
Misericordia infinita.
3)Es perpetuo e irrevocable: Nuestras
amistades son temporales y siempre están sujetas a condiciones. La de Jesús no:
es eterna.
4)Es universal: El círculo de nuestros
amigos siempre es muy reducido. Pero Nuestro Señor nos ama a todos por igual.
Conclusión
Después de todo lo que hemos dicho,
¿podemos decir que conocemos qué es el Sagrado Corazón? No. Ningún libro,
ningún texto, ningún maestro humano puede enseñárnoslo plenamente. Almas fieles
y devotas, que desean conocerlo, entren en este Corazón Divino mediante la
recepción de los sacramentos (especialmente la Eucaristía y la Confesión) y la
oración (adoración y meditación de la Pasión de Jesús…). Ésta es la escuela de
la ciencia del Sagrado Corazón; es el libro donde está contenida. Él es el
único maestro que nos lo puede enseñar.
-------------------
Notas:
1- Padre Juan Croiset S.J.: “La Devoción al
Sagrado Corazón de Jesús”, Prólogo.
2- Carta 126.
3- Librito de la Hermana Joly, 1689.
4- Idem.
5- Padre Gallifet, “Excelencia de la
Devoción al Sagrado Corazón”, Lib. I, Cáp. 4.
6- Idem.
7- Padre Terrien S.J.: “Devoción al Sagrado
Corazón”, Lib. I, Cáp. 2.
8- Idem.
9- Carta al Padre Croiset, 14 de abril de
1687-1689.
10- Primera revelación del Sagrado Corazón, 27 de
diciembre de 1673.
11- Vida por ella misma, pág. 327.
12- Vida por sus contemporáneas, pág. 51.
13- Diversos escritos, Vol. II, pág. 461.
14- Carta 54; Carta 66, a la Madre de Saumaise.
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