jueves, 17 de marzo de 2011

Evangelio del día. Lunes 14-03-11. La medida del amor es un amor sin medida.

Lunes 1° semana de Cuaresma.

Evangelio según San Mateo 25,31-46.

Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso.
Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos,
y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron;
desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.
Los justos le responderán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?'.
Y el Rey les responderá: 'Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo'.
Luego dirá a los de su izquierda: 'Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles,
porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber;
estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron'.
Estos, a su vez, le preguntarán: 'Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?'.
Y él les responderá: 'Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo'.
Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna".


 
Reflexión

Jesús nos dejó un Mandamiento Nuevo, resumiendo en él todo aquello que Él mismo hizo por los demás mientras llevaba la Buena Noticia del Reino de Dios. Aún nos pide que vivamos este mandato de su Padre que Él mismo cumplió hasta el extremo de ofrecer su vida por amor a todos nosotros. La Palabra de Cristo es actual y por lo tanto Palabra de Vida: nos dijo: “Amense los unos a los otros como yo los he amado”

Aquello que Jesús nos mandó hacer es amar a los demás sirviéndolos, asistiéndolos en sus necesidades, preocupándonos por aquellos que menos tienen o que sufren de alguna enfermedad, rezando por ellos, traduciendo en obras aquello que Jesús nos pidió que hiciéramos por nuestros hermanos y sin excepción, sin dejar afuera a nadie, ya que Él mismo dio su vida por todos y cada uno de nosotros, no lo hizo solamente por aquellos que lo siguen y lo aman, si no también por aquellos que lo desprecian o lo desconocen y que incluso lo desconocen y lo desprecian en los cristianos, que somos sus manos, sus pies, su voz.
La Salvación es ofrecida a todos, nos toca a nosotros responder a nuestra vez haciendo efectivo en nuestra vida el sacrificio de Jesús. Así como Éll se mostró misericordioso con todos, así debemos ser nosotros también, caritativos con nuestro prójimo.

Si se preguntan entonces ¿qué son las obras de misericordia? son todas aquellas que se nombran en la lectura del lunes:

“Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: 'Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver'.

Las obras de misericordia corporales, son en efecto aquellas obras que podemos hacer para satisfacen las necesidades más primarias de las personas, aquellas por las cuales incluso se puede llegar a salvar la vida de alguien, como sucede ahora en estos años de tribulaciones para distintas naciones porque luego de terremotos, inundaciones, huracanes y epidemias, prácticamente la gente queda indefensa: sin casa, sin comida ni agua, sin ropa, sin protección, sin asistencia médica ante las heridas y las más de las veces a la intemperie. Es ahí cuando se hace efectivo el mandamiento de Jesús, de amar a los demás dándole aquello que tanto necesita en estos momentos extremos y aunque no sea en estas situaciones desesperantes, no dejar desamparado al pobre que no tiene un techo o comida.

Pero luego de alimentar el cuerpo, también se necesita alimentar el espíritu. Aquí damos lugar a las obras de misericordia espirituales: aconsejar a quien se muestra desorientado, con dudas, enseñar a ser una persona de bien y compasivo con los demás, corregir a alguien cuando tiene una actitud equivocada, o si vemos que va por mal camino y no es conciente de ello, consolar al que está aflijido, por problemas personales, por sufrir una desaveniencia y nos encontrar la solución, por la partida de un ser querido o a quien sabemos que suele caer en depresiones.

Las personas que no tienen fe son las que más necesitan apoyo en situaciones así porque lo general se apoyan sólo en sí mismas y en sus propias fuerzas y a la hora en que las cosas superan lo común de todos los días y sobreviene la muerte, la falta de trabajo o la enfermedad no tienen en quien apoyarse y buscar consuelo, entonces sobreviene la depresión, la falta de sentido de la vida (y aquí los suplentes: alcohol, droga, etc.) e incluso ideas suicidas.

Sabemos que la vida no es un camino de rosas y que toca vivir momentos duros y amargos, de incomprensiones, disolución de familias, falta de amor y de perdón.
Por otra parte, también hay personas solas, que a lo mejor está enfermas por meses en un hospital o ancianos que necesitan de compañía porque están en geriátricos y necesitan de alguien que los visite o simplemente que los escuchen.

Jesús no quiere nuestro corazón cerrado al amor, egoísta y nos desafía a amar sin medida o sea, como Él nos amó. Aquí, la medida nuestra es cuando debe desbordar lo común y aprender a amar a pesar de: la falta de amor de los demás, el rechazo, la burla, los malos entendidos. Aquí se nos prueba en la fe, al aceptar aquello que Dios nos manda a través de estas situaciones, porque es de las tribulaciones y problemas, cuando se saben enfrentar con fe, que esta misma fe es fortalecida y crecemos en gracia y en amor. Y si lo ofrecemos con amor a Jesús y a María, ese ofrecimiento tien aún más valor.

Cuando una persona que conocíamos, por cosas que se dijeron o sucedieron y acaban en un mal entendido, en separación y en pelea y no era esa tal vez la intención verdadera en un primer momento y se producen conflictos, si no se habla a tiempo para aclarar las cosas se termina en ruptura e incluso hasta en concluir una amistad en enemistad.
Lo que se debe hacer, si la situación no tiene solución o si la persona con la que queremos hacer las paces se cierra en sí misma y la respuesta es la indiferencia, sólo queda rezar para que esa persona cambie. Alguna vez Jesús también dijo:

Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores, así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.”
Resumiendo, aquí las obras de misericordia, para tenerlas presentes:

Corporales

1. Visitar a los enfermos.
2. Dar de comer al hambriento.
3. Dar de beber al sediento.
4. Dar posada al peregrino.
5. Vestir al desnudo.
6. Visitar a los encarcelados.
7. Enterrar a los muertos.

Espirituales:

1. Enseñar al que no sabe.
2. Dar buen consejo al que lo necesita.
3. Corregir al que se equivoca.
4. Perdonar al que nos ofende.
5. Consolar al triste.
6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
7. Rogar a Dios por los vivos y los difuntos.

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