viernes, 11 de marzo de 2011

Mi compromiso cuaresmal

Como ustedes saben, la espiritualidad del tiempo de Cuaresma se sustenta sobre tres pilares fundamentales: el ayuno, la limosna y la oración. El tiempo de cuaresma es un tiempo fuerte en el que conviene seguir un itinerario, como quien va haciendo camino y no quiere perder el rumbo o abandonar por cansancio.

El Papa, en su homilía de la misa del miércoles de ceniza ya nos marcó ese itinerario a seguir si leemos la última parte de la misma:

"Queridos hermanos y hermanas: Iniciemos confiados y alegres el itinerario cuaresmal. Cuarenta días nos separan de Pascua; este tiempo «fuerte» del año litúrgico es un tiempo propicio que se nos concede para atender con mayor afán a nuestra conversión; para intensificar la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la penitencia, abriendo el corazón a la acogida dócil de la voluntad divina; para una práctica más generosa de la mortificación, gracias a la cual podamos socorrer con mayor largueza al prójimo necesitado: un itinerario espiritual que nos prepara a revivir el misterio pascual.

Que María, nuestra guía en el camino cuaresmal, nos lleve a un conocimiento cada vez más profundo de Cristo, muerto y resucitado; nos ayude en el combate espiritual contra el pecado; nos sostenga al invocar con fuerza: «Converte nos, Deus salutaris noster – Conviértenos a ti, oh Dios, salvación nuestra». Amén."


Si atendemos a las palabras del Santo Padre, él ya nos dió en pocas palabras un programa a seguir en esta cuaresma. Volviendo a leer este párrafo podemos encontrar algunas ideas fuerza:
  • Conversión
  • Escucha de la Palabra de Dios
  • Oración
  • Penitencia
  • Acogida dócil de la voluntad divina
  • Mortificación
  • Socorrer al prójimo necesitado

También es importante dejarse guiar por nuestra Mamá del cielo, la Virgen María, ya que ella, como nadie, conoce la voluntad de Dios y lo que Él desea de nosotros y como Madre sabe bien lo que necesitamos, pero debemos disponer el corazón con humildad para ser guiados por ella, abandonarnos en ella para tener un conocimiento más profundo de su Hijo Jesús, para que nos ayude en el combate espiritual y al invocarla con amor nos ayude en nuestra propia conversión diaria. Esta invocación siempre hagámosla dirigiéndonos a su Corazón Inmaculado. María siempre es nuestra mejor mediadora ante su Hijo Jesús.

Podemos entonces hacernos algunas preguntas , a partir de estas ideas fuerza, que nos guien sobre como haremos nuestro caminar en este tiempo de cuaresma:

¿En qué puntos deberé prestar más atención sobre mí mismo, sobre mi proceder diario para realizar poco a poco la voluntad de Dios en mí?

¿Dedico tiempo suficiente a mi oración diaria? (Oración personal, Rosario, Via Crucis el día viernes)

 ¿Mi oración, es un verdadero encuentro con Jesús y con María o mi oración resulta superficial?

¿Dedico tiempo a la lectura y meditación de la Palabra de Dios?

¿La leo y la medito a diario?

¿Trato de encontrar sentido a la penitencia como un modo de volver mi corazón hacia la humildad y no como una carga?

¿Me reconcilio con frecuencia por medio de la confesión, al menos una vez por mes, revisando si he obrado gravemente, o si debo mejorar mi relación con los que me rodean, con mi familia o en mi ambiente laboral?

¿Realizo mi trabajo con responsabilidad, con honestidad?

¿Mortifico mis sentidos o sigo dando rienda suelta a mis pasiones y únicamente a mis gustos?

¿Trato de socorrer a quien necesita de ayuda material o espiritual? ¿Practico las obras de misericordia?

Si nos proponemos realizar alguna de estas cosas, llegada la Pascua estaremos en condiciones de ofrecer a Jesús con amor el fruto de nuestro sacrificio de estos cuarenta días, en los que debo comprometerme a trabajar en mi propia conversión. Pero no habrá ningún cambio en mí si de verdad no me propongo trabajar en ello con decisión, siendo sincero conmigo mismo, revisándome con atención a diario en el propio proceder.


Una pequeña reflexión:

        Los hombres tenemos la tendencia de poner el acento en las prácticas externas, en lo superficial.
       Dios nos pide todo lo contrario.
       Que mis gestos, que mis sacrificios, procedan del corazón y expresen verdadero amor.

                                      Danos , Señor,
un corazón nuevo
para poder compartir
con mis hermanos
todo lo que nos has regalado.


Que María sea nuestra guía, que Jesús sea la meta de nuestro camino hacia la Pascua.


La Virgen María en sus mensajes al mundo nos habla siempre en forma muy sencilla pero eficaz, para que comprendamos aquellos cambios que debemos realizar en nuestro interior. Ella ha dicho en uno de sus mensajes en Medjugorje:

" Hoy los invito a que se decidan de nuevo por Dios y a escoger a Dios antes que todas las cosas y sobre todas las cosas. Para que Él pueda hacer milagros en sus vidas y para que día tras día, sus vidas se vuelvan un torrente de regocijo con Dios"

No hay comentarios :

Publicar un comentario