En medio de la soledad y la aflicción el salmista apela confiadamente a la misericordia divina. Su petición se fundamenta en una serie de reflexiones sobre la bondad del Señor, que enseña su camino a los pecadores y a los humildes.
Salmo 25 (24). Súplica para conocer los caminos de Dios
Invocación y profesión de confianza
A ti, Señor, elevo mi alma,
Dios mío, yo pongo en ti mi confianza;
¡que no tenga que avergonzarme
ni se rían de mí mis enemigos!
Ninguno de los que esperan en ti
tendrá que avergonzarse:
se avergonzarán los que traicionan en vano.
Apelación a la bondad divina
Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,
yo espero en ti todo el día.
Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,
porque son eternos.
No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud:
por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.
El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados;
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.
Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza.
¡Por el honor de tu Nombre, Señor,
perdona mi culpa, aunque es muy grande!
Reflexión sobre el temor de Dios
¿Hay alguien que teme al Señor?
Él le indicará el camino que debe elegir:
su alma descansará feliz
y su descendencia poseerá la tierra.
El Señor da su amistad a los que lo temen
y les hace conocer su alianza.
Mis ojos están siempre fijos en el Señor,
porque él sacará mis pies de la trampa.
Insistencia en la súplica
Mírame, Señor, y ten piedad de mí,
porque estoy solo y afligido:
alivia las angustias de mi corazón,
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mi aflicción y mis fatigas,
y perdona todos mis pecados.
Mira qué numerosos son mis enemigos
y qué violento es el odio que me tienen.
Defiende mi vida y líbrame:
que no me avergüence de haber confiado en ti;
la integridad y la rectitud me protegen,
porque yo espero en ti, Señor.
Salva, Dios mío, a Israel
de todas sus angustias.
Recordemos que es Dios a quien debemos recurrir en primer término, porque sólo Él puede ayudarnos en los momentos de aflicción, de duda, de tristeza, de soledad. Momentos en los que la mano del hombre causa estragos en nombre de la paz y de la concordia, momentos en que el hombre se cierra al diálogo y su respuesta es la violencia sin medir las consecuencias y los sufrimientos que causa a otros hombres que sufren en el anonimato.
Momentos en los que comprobamos que el hombre nunca puede tener el control absoluto sobre su propia vida ni su obra, ni sobre los cataclismos que se desatan amenazando su vida y su bienestar, en su afán de vivir en la comodidad y en la búsqueda de los bienes materiales, aún sabiendo que estos no perduran, son pasajeros.
Siempre nuestra fe y esperanza deberán ser puestas en el único que nos salva, que es quien día a día renueva su sacrificio en la cruz, el único sacrificio realmente agradable a Dios, ese que celebramos cada vez que asistimos a misa. Es Él, Cristo, quien con su Muerte y Resurreción nos traza el camino que debemos recorrer, el de la unión con Dios nuestro Padre por medio de la oración, del amor que se traduce en caridad hacia nuestro prójimo. El de la piedad alimentada por el ayuno, la Palabra, la Reconciliación y la Eucaristía.
Frases para meditar:
A ti, Señor, elevo mi alma, Dios mío, yo pongo en ti mi confianza (Tener a Dios presente cada día de nuestras vidas, abandonarse confiadamente en Él)
Guíame por el camino de tu fidelidad; enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,
yo espero en ti todo el día. (Pedir a Dios que nos ilumine y que nos haga fieles, ya que no está en nuestro poder serlo debido a nuestras continuas caídas, pedir su ayuda para levantarnos y seguir, reconocerlo como nuestro Salvador, poner nuestra esperanza sólo en Él)
...él guía a los humildes para que obren rectamente y enseña su camino a los pobres (Dios ilumina el corazón del sencillo, del que es pobre de espíritu y está abierto a su inspiración. Es aquel que no confía en sí mismo porque todo lo espera en Dios y hace su voluntad)
Mírame, Señor, y ten piedad de mí, porque estoy solo y afligido: alivia las angustias de mi corazón, y sácame de mis tribulaciones (Vivir en estado de oración, es así como el Señor nos "mirará" o sea nos escuchará, si rezamos con perseverancia. Aún sabiendo que solemos reincidir en las mismas faltas, seguir orando, ayunando y reconciliándonos con Cristo para purificarnos. Evitar las ocasiones de pecado. Él siempre nos ayuda con su gracia a llevar nuestras cargas)
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