martes, 20 de marzo de 2012

Conversión y renovación interior.

      La conversión empieza al desea dejar el pecado y vivir en el amor de Dios. La conversión auténtica es libre e implica un itinerario dinámico: son muchas las llamadas de Cristo, cada una más exigente en el amor, todas generadoras de una nueva etapa de crecimiento humano y cristiano.
      La conversión incomoda y da vida a la vez. Nos incomoda porque implica reformar, arrancar, dejar algo para hacer otra cosa. Nos da vida al humanizarnos, ayudarnos a madurar, llevarnos a hacer el bien, darnos paz y gozo interior.
      Convertirse es morir con Cristo para resucitar con él, al vencer el mal con el bien. Es uno de los procesos más grandiosos en la vida. Nos acerca a Dios en la oración, los sacramentos y la acción; nos fortalece en la lucha contra el mal y nos ayuda a dar buenos frutos. Como este proceso dura hasta la muerte, tenemos un sinnúmero de oportunidades de amar y crecer. ¡Anímate a recorrer con confianza este camino de conversión y verás que serás renovado por aquel es Camino y Vida, porque él lo transitó primero ofreciendo su propia vida, para hacer posible nuestro regreso definitivo al Padre.


Fuente: Diálogos semanales con Jesús.

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